Marek Jurek, expresidente del Parlamento Polaco. La Unión Soviética fue el único país que puso fin a las conquistas territoriales de la Segunda Guerra Mundial. Así terminó la guerra en Europa, donde Stalin quiso y después de ayudar a los alemanes a iniciarla; la guerra, comenzó con la invasión de Polonia y terminó con el sometimiento de Polonia. Por lo que los polacos no tenemos ningún motivo para celebrar la victoria de Stalin. Cuanto más cuando para nosotros la guerra no terminó el 9 de mayo de 1945. Ese día, el viceprimer ministro de la República de Polonia, los ministros de Polonia y el comandante del ejército polaco se encontraban en las prisiones soviéticas, muchos de los cuales no regresaron nunca. No tenemos derecho a olvidar. Por el contrario, cuanto más fuerte es la tentación de olvidar los hechos de la conciencia nacional - más tenemos el deber de recordar y trasmitir a las próximas generaciones de polacos y la opinión europea.

El comunismo, a pesar de su mal profundo, nunca fue solemnemente condenado por el mundo. Yo nunca he visto ningún Nuremberg comunista, y los intentos de descomunistación fueron un hecho inocente desde el principio, reducidos a los ataques en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (donde a principios de los 90 se caracterizó el relator Wlodzimierz Cimoszewicz con su informe sobre  los peligros de los derechos humanos en Europa Central) y en el Parlamento Europeo ( cuando veinte años más tarde se condenó el intento de descomunistación judicial húngaro, que fue algo restringido y minúsculo).

La condena internacional del comunismo debería ser el tema principal de la política histórica de Polonia en Europa.  Recordemos que hoy en día, pero en primer lugar - como cada año – la delegación de Prawicy Rzeczypospolitej depositará flores en la tumba simbólica del viceprimer ministro Jan Stanislaw Jankowski , quien ocupó la máxima autoridad del gobierno legítimo de Londrés, siendo apresado al final de la Segunda Guerra Mundial por el KGB, llevado a la URSS y ejecutado,