El ANTITRUMPISMO
Francisco Torres García.- La izquierda lo necesitaba, y algunos sectores del centro derecha europeo también, casi imploraba que apareciera, y ahora lo tiene, un enemigo al que señalar, el mal de todos los males, la figura hacia la que poder dirigir toda su negatividad; eso que constituye uno de sus motores ideológicos y elemento fundamental en su táctica política. La izquierda, y el centro derecha también, tenía y sigue teniendo, y hasta le sigue funcionando, para no aceptar resultados electorales, leyes, e imponer sus dictados ideológicos culturales, el recurso del antifascismo cuando el fascismo, por más que se empeñen, no es una realidad.
El antifascismo, que además legitima la violencia primaria que es así justificada, le otorga a la izquierda una superioridad moral aceptada ante una derecha y un centro derecha acomplejado y timorato, pero que aunque eficaz resulta insuficiente cuando no existe un führer que lo encarne más allá de la caricatura. Pero ahora tienen a Trump y eso que llaman, sin saber muy bien qué es, la derecha alternativa. No es que la izquierda ande dispuesta a igualar al presidente de los EEUU a Hitler, más allá del consumo para cortitos de inteligencia -que los hay y abundan-, pero sí a crear el antitrumpismo. Un estado de opinión que le permita, porque tiene un enemigo en quien simbolizar sus fobias, presentarse como la gran defensora de la libertad, los derechos, la igualdad y cuantas cosas se quieran añadir y, además, en ese camino llevar como perro faldero a la derecha timorata y al centro derecha, tanto político como mediático (repasen lo que dicen los periódicos de la derecha española o tertulias tan decantadas como las de 13TV).
El antitrumpismo se basa en la manipulación informativa y se utiliza prácticamente como vacuna para evitar que los planteamientos ideológicos que conllevan algunas de las medidas adoptadas por el presidente Trump abran fisuras en el consenso existente sobre ellas entre la derecha y la izquierda en Europa en temas como la Soberanía, la defensa de la fronteras, la Vida, la Familia... El presidente Trump está haciendo lo que la inmensa mayoría de los políticos olvidan cuando llegan al poder: cumplir con lo prometido. Cumplir con el pacto que un político firma en campaña electoral con sus electores y que en muchas partes, especialmente en España, resulta ser papel mojado.
El antitrumpismo también es de derechas, conviene subrayarlo -en España abunda entre la clase dirigente del PP-. Nada sienta peor a la derecha y al centro derecha europeo que ver que el Presidente de los EEUU llega al poder y es capaz de cambiar el signo, en los elementos ideológicos, impuesto por la izquierda; que no solo se sitúa teóricamente frente a lo que ha sido la administración Obama, sino que cambia drásticamente, en pocos días, de orientación. Quede como muestra el arranque de una prometedora política a favor de la vida o el alineamiento público y directo, sin complejos, del Vicepresidente de los EEUU y del propio Trump con los movimientos pro vida.
Todo lo contrario de lo que sucede en muchos países de Europa, especialmente en España; pues por estos lares cuando el centro derecha llega al poder nunca cambia las leyes ideológicas socialistas, e incluso los que se presentan como derecha real de cara a la galería, que actúan como eficaz dique de contención, siempre buscan matizaciones o utilizan un lenguaje tibio para llegado el caso hacer lo mismo. Reiterémoslo, el antitrumpismo se basa en la manipulación y las verdades a medias. Es curioso que todos estén contra el famoso muro mejicano, pero olviden el que existe en Israel. Ahora bien, el famoso muro, que empezó a construir Clinton sin que nadie dijera nada, no tiene como objetivo único y primordial frenar la emigración ilegal de Méjico a EEUU, que se seguirá produciendo, sino cortar de una vez por todas el tráfico de drogas y demás ente ambos países que como ha dicho Trump implica vidas, trabajo y dinero perdidos. Manipulación, como sucede a cuenta del tema de la inmigración. EEUU tiene fuertes leyes anti inmigratorias, es algo que todo el mundo sabe.
Ahora el Presidente ha tomado la determinación, por razones fundadas, de establecer una moratoria para la entrada de personas que lleguen de países que pueden ser utilizados como puerta de entrada para los terroristas islámicos y de las zonas donde hoy se combate. Ello ha bastado a la izquierda, y también a la derecha -ahí está la reacción de Merkel- para lanzar su antitrumpismo. Sin embargo, la medida de Trump tiene toda su lógica si como parece evidente el presidente va a lanzar una ofensiva contra los yihadistas. Eso sí, nadie ha dicho nada cuando, al mismo tiempo, ha sido el único mandatario que ha decidido acoger a los cristianos perseguidos, que están siendo masacrados, en los países musulmanes, lo que me parece no ha gustado en las cancillerías europeas.
El antitrumpismo es, como el antifascismo, la forma en que la izquierda se opone, en su más totalitaria tradición, a aceptar los resultados electorales cuando pierde y, sobre todo, cuando el que gana está dispuesto a decirles que va a derribar toda su paciente y destructora obra de ingeniería social y no aceptar como universales sus parámetros éticos y culturales.