Principal

Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Ahora, son los neomarxistas (¡pobre Marx, si levantara la cabeza!)

EL GRAN NEGOCIO: España va a pagar una millonada a Israel pero sin recibir el género

Manuel Parra Celaya. (Confesión previa al lector: cuando estaba, pluma en ristre, empezando este artículo, se fue la luz -apagón general, “O”, o como quieran llamarlo-; lo reanudé, claro, al día siguiente, pero no quise cambiar el tema iniciado ni acudir a la palpitante actualidad de cómo diantre se pudo quedar toda España a oscuras; suficientes analistas se dedicarán a ello, eso sí, sin que nunca lleguemos a saber las verdaderas causas.)
    Así que titulaba el texto iniciado como El gran negocio, y añadía la coletilla “el de Roberto de las cabras”, como dice un cuentecillo popular. La cuestión es que España va a pagar una millonada a Israel, concretamente a la empresa IMI Systems, pero sin recibir el género, es decir, una munición fabricada allí con destino a nuestras Fuerzas de Seguridad.
    El motivo de esta insólita transacción no es otro que asegurar la supervivencia de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo, pues sus socios y aliados (Podemos, Sumar, Izquierda Unida…y disculpen el maremágnum de nombres, pues no estoy al tanto de las peleas internas) amenazaron con una crisis, léase ruptura, si se mantenía la compra a los israelitas, según la palabra, inefable hasta ahora, del Sr. Grande-Marlaska, y los proyectiles fabricados bajo la estrella de David llegaban a España.
    Es decir, que nos encontramos ante un nuevo episodio de férrea sujeción, o chantaje, de un teórico presidente del Gobierno español a los designios de quienes le prestan su apoyo y sus votos para que continúe en el machito. Las anteriores concesiones han sido a los separatistas, ya lo saben, también necesarios para mantener el tinglado y, de paso, para asegurarse de que la ruta hacia el Estado Confederal está expedita.
    Ahora, son los neomarxistas (¡pobre Marx, si levantara la cabeza!) quienes imponen sus exigencias; tampoco se sienten muy a gusto de que España forme parte de la OTAN, pero se limitan a poner palos en las ruedas cuando se menciona un incremento del presupuesto de Defensa. Recordamos, de paso, para que se advierta que los ridículos no son privativos de nuestro momento, que fue el mismo PSOE el que nos introdujo en la Alianza Atlántica, después de una intensa campaña cuyo eslogan era “OTAN, de entrada NO”.
    Evidentemente, el pufo lo vamos a pagar todos los españoles, y nuestros cuerpos de seguridad seguirán sin municionamiento, del mismo modo que tampoco tienen lanchas para hacer frente al narcotráfico; otra cosa sería si los dineros salieran de los emolumentos de quienes han organizado el gran negocio. Lo más grave es que luego nos extrañamos de que España siga cuestionada en la esfera mundial y nadie se fíe de nosotros…
    La pregunta del millón es si nuestra Patria tiene una política internacional propia o, por el contrario, va dependiendo de los bandazos de la partitocracia, constituida en sustituto y negación de la democracia. No es extraño que seamos ninguneados por todos, que nadie se fíe de nuestros compromisos, y, dentro de poco, también tendrá China la mosca detrás de la oreja, a pesar del viaje de Sánchez.
    Otra pregunta, esta ociosa, es para qué demontres sirve el Parlamento y para qué Sus Señorías que se acomodan en sus escaños; teóricamente, allí se deberían ventilar las cuestiones que atañen al papel de España entre las demás naciones. Nos parece recordar, así por encima, que el artículo 94 (Capítulo III) de la Constitución exige “la previa autorización de las Cortes Generales” en diversos casos, entre ellos, “los tratados o convenios de carácter militar” (apartado b) o aquellos “que impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública” (apartado d).
    Un aspecto también destacable es la furiosa ola de antisemitismo de que hacen gala los partidos que han puesto el grito en el cielo por el asunto de las balas israelíes; ya sabemos por la historia que, cada equis años, revierte esta manía en diversos pueblos y naciones europeas; lo sorprendente es que haya ahora arraigado en las filas de la izquierda, siempre tan mirados ellos en estas cuestiones. Una cuestión queda en el aire: ¿podrán verse afectados nuestros soldados de la Brigada Guzmán el Bueno destacados en el Líbano como fuerza de interposición bajo el mando de Naciones Unidas? Deberían preguntárselo nuestros políticos, para que no quede como incidente aislado y fortuito aquella muerte de un Cabo español por un proyectil israelí.
    ¿Qué política internacional precisa España? Los expertos pueden orientar en este sentido; lo cierto es que corremos el riesgo de quedarnos aislados en el concurso de las naciones, dada nuestra condición de poco fiables por los condicionamientos ideológicos y partidistas. Por parte de uno, que no pertenece a la categoría de avezado en esta materia, se limita a repetir aquello de no soportar ni el aislamiento internacional ni la mediatización de poderes extranjeros, más o menos conocidos.
(Coda: Me reitero en la afirmación rotunda de la nota previa al lector: nunca sabremos las verdaderas causas del apagón del día 28 de abril; lo que sí que prueba, una vez más, es la falta de operatividad y eficacia del montaje del Estado de las Autonomías. Como cuando el Covid. Como cuando la Dana. Como ante cualquier desgracia que se nos venga encima.)

 

Etiquetas:Manuel Parra Celaya