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Diario YA


 

Hermenéutica, analogía y disenso

Alberto Buela (*)  

La hermenéutica la inaugura, cuando no, Aristóteles con su tratado Peri Hermeneias sobre la interpretación, ciencia que como tal se desarrolló hasta Schleiermacher (1768-1834) quien en su trabajo Discursos sobre hermenéutica, cuyo objeto de aplicación fue el discurso o la obra de un autor, y cuya finalidad fue la comprensión. Y así pasó de la mera interpretación de los hechos a la comprensión de la obra “para entender el discurso tan bien como el autor y después mejor que él”. Cada intérprete tiene que introducirse en la dimensión social e individual del autor para comprenderlo.
En el siglo XX la hermenéutica toma impulso con los trabajos de Gadamer en especial su Verdad y Método (1960) quien propone una hermenéutica del lenguaje. Su principal expositor es Hans Georg Gadamer (1900-2002) quien  va a sostener que para entender la hermenéutica tenemos que tener en cuenta dos elementos:el sentido del texto y la verdad del texto.
Por sentido del texto se entiende el conocimiento científico que de un texto cualquiera tenemos. La ciencia con sus métodos, ya sea históricos como filológicos, nos dice cuál es el sentido del texto. Por verdad del texto se entiende el conocimiento a que nos lleva la hermenéutica. Sólo hacemos hermenéutica de un texto cuando intentamos comprender la verdad del mismo. Así, quien no ve la verdad del  texto no ha visto su sentido. Sólo comprendemos su sentido cuando hemos comprendido su verdad. Así, afirma Gadamer, quien en un museo contempla la estatua bella y no ve su belleza, no contempla la estatua, contempla un pedazo de mármol. Otro ejemplo: cuando uno lee el Quijote, se dice que entiende su sentido –el sentido del texto–, cuando ve que un loco sale de su casa, lucha contra los molinos de viento, va a la venta, etc. Pero la verdad del texto nos habla del hombre y su posible nobleza y bondad.
En definitiva, de qué le sirve al hombre conocer todos los entes, las cosas o ciencias (saber científico) si pierde la experiencia del ser,de la verdad, de la belleza. De ahí la máxima: “el ser que puede ser  comprendido es lenguaje”, con lo cual lo que es nunca puede ser comprendido del todo.
La proyección metapolítica de esta hermenéutica la realizó, mucho mejor de lo que podemos hacer nosotros,un alumno nuestro, Franco Aregall cuando sostuvo en Puntos de encuentro entre la hermenéutica disidente y la ontológica que: “En lo que respecta a la cuestión ética, Gadamer afirma, en una entrevista con Ricardo Maliandi, que la ética puede brindar una aclaración teórica de un ethos vigente, y no mucho más: “el ético filosófico no puede elevar a ethos lo que no es ethos, pero sí puede defender lo que en el ethos es viviente, en su validez, contra la deformación calculadora de los
sabihondos… No puede haber una fundamentación de la ética que no presuponga ya la validez en el ethos. Sólo podemos aclarar qué significa realmente esa validez en el ethos”  .
En este aspecto coincide con la postura de Heidegger, quien en la Carta sobre el humanismo afirma que no le es posible al filósofo el desarrollo de ética alguna, y disiente con Habermas y su ilusión en la fuerza de la reflexión como modificadora de la conducta humana en pos de la emancipación. Si Mario Bunge hubiera comprendido esta postura se hubiera ahorrado varios dislates sobre la hermenéutica filosófica, entre ellos los que se encuentran en su Diccionario de filosofía  , pero esto ya es harina de otro costal. De esta manera, desde la hermenéutica ontológica se echa por tierra toda pretensión ilustrada de conformación de una ética universal y aquel sueño de una noche de verano de ciertos intelectuales de promover un obrar reflexivo basado en dicha ética. Siguiendo con otros pasajes de la entrevista nos dice el filósofo de Heidelberg, a modo de crítica a Nicolai Hartmann: “que el verdadero ethos sea el ethos universal no lo puedo aceptar. Es algo que se ve en todas partes las grandes culturas: el relativismo del ethos, el pluralismo del ethos pertenece a la esencia del hombre tanto como el pluralismo de lenguas”, continúa más adelante reprochando al pensador letón que desarrolló una construcción teórica basada en el ethos del liberalismo y que, a contrapelo de ésto, esas grandes culturas podrían afirmar “sin embargo, no quisiéramos que todo el mundo cobre el aspecto de Nueva York, como una cordillera de casas”. En ésta entrevista se manifiesta la cercanía con la hermenéutica disidente, respecto a este punto (la preferencia de sí mismo y la reacción contra el igualitarismo) dice Buela que “cuando uno se prefiere a sí mismo lo hace formando parte de una ecúmene cultural, de tal o cual identidad, de una tradición y un ethos nacional y no aisladamente como, falsamente, se puede suponer”  . Lo que no nos deja en claro aquí Gadamer es hasta dónde podemos admitir ese pluralismo de lenguas del que habla, porque al no trabajar la idea de mayoría podría parecer que toda pluralidad es admisible por el simple hecho de ser una pluralidad más, y justamente de ésto se sostiene su discípulo Gianni Vattimo cuando introduce el concepto de “dialecto”. Un solo frente sin resguardar y el posmodernismo débil se nos viene encima con su apoteosis de la infinidad dialectal. Pero sería injusto reprocharle a Gadamer no haber aclarado este punto aquí, ya que se trata de una entrevista y no de un libro de su autoría. Además, todo su desarrollo precedente en torno a la tradición debiera sernos suficiente para evitar que, por dar un caso, algunos auto percibidos mapuches financiados por el lobbismo indigenista hicieran del mapudungún un mascarón de proa para hacerse reconocer como una nación legítima soberana de parte del territorio
patagónico, a expensas de una mayoría diezmada por la pobreza, el desempleo, el entretenimiento banal, el bombardeo mediático desinformante y un ethos allanado por la técnica moderna que reduce su existencia a un mero engranaje de la maquinaria productivista.
Sólo resta agregar, a modo de resumen, una atinada respuesta dada por Martin Heidegger durante una entrevista (¿será que las expresiones más jugadas de los filósofos dan luz en las entrevistas?) concedida al diario der Spiegel: “Si no estoy mal orientado, sé, por la experiencia e historia humanas, que todo lo esencial y grande sólo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición”.

La analogía fue una creación de Santo Tomás según la opinión del mayor erudito en Aristóteles durante el siglo XX, el gascón Pierre Aubenque, en su libro El problema del ser en Aristóteles (1960).
Hay que aclarar que se trata de la analogía de atribución y no la de proporcionalidad que ya los griegos manejaban, por ej. en las matemáticas.  
Como vemos existen al menos dos tipos de analogía la de proporcionalidad y la de atribución. Esta última que es de interés para la filosofía se divide en propia, que es la de proporción simple y permite pasar de las partes al todo y de los efectos a las causas. También se la conoce como metonimia que consiste en tomar el efecto por la causa o el signo por la cosa significada, por ej.: el ente por el ser o el plomo por la bala.  E impropia, que encuentra su expresión en la metáfora, que consiste en decir algo no en el sentido recto de los términos sino en el figurado, por ej.: la vida es una primavera, o la vida es un infierno.
La analogía se presenta como una estructura intermedia entre la equivocidad propia del escepticismo y el relativismo moderno y univocidad propia de la racionalidad moderna y el positivismo o cientificismo actual.
La cual fue definida como parte idem, parte diversa. Expresa la unidad en la diversidad.
Es una teoría difícil (muy oscura afirma de Anquín) de captar y, sobre todo, de aceptar pero es la que nos permite captar la relación ente-ser en la metafísica. Fue y calculo que debe seguir siendo muy usada en la teología para explicar la relación entre las Personas Divinas, de igual manera la relación de Dios=Ipse esse subsistens, cuyo contenido se predica por analogía de los demás entes por participación y entendidos estos como criaturas.Quiere en definitiva explicar la diversidad de lo que es y existe intentando ponerle unidad, pues en parte expresa la diferencia y en parte las semejanzas. En el fondo es un razonamiento inductivo que procede por inferencia y que nos lleva a “darnos cuenta” de las propiedades comunes de uno o más entes o problemas, y así, avanzar en un conocimiento que es por semejanzas o diferencias.
La analogía es la explicación más consistente sobre la relación del ser con los entes donde el ser es el todo y los entes las partes. El ser es uno y los entes son múltiples. El ente existe porque participa del ser  pero no es el ser, y este participar, no debe ser entendido como formar parte sino como ser parte. La parte está en el todo y el todo en la parte. Hay una inherencia de ambos.
Modernamente la analogía se aplica sobre el lenguaje y en la filosofía de las ciencias y es el filósofo mejicano Mauricio Beuchot (1950), quien hace muchos años trabaja el tema sostiene que: “la hermenéutica analógica (que es la que él propone) es no renunciar a la metáfora para aferrarse a la metonimia, es lanzarse a la metáfora anclándose en la metonimia...el esfuerzo por universalizar (la metonimia es pasar de la parte al todo o de los efectos a las causas, lo cual es conseguir leyes) sin caer en el relativismo”

Nosotros proponemos, sin oponernos a la HA, una hermenéutica disidente, que es tal porque partimos del disenso como método según el cual buscamos “otro sentido” al statu quo vigente y así volver a pensar algo y enriquecerlo. Hermenéutica que rescata la dimensión existencial del intérprete pues parte de la preferencia de nosotros mismos, que salva la relatividad, y se apoya en el genius loci (clima, suelo y paisaje) desde donde pretendemos filosofar. Y encuentra su fundamento en la tradición y el ethos de nuestra ecúmene.
La universalidad que pretendemos, no es la universalidad ilustrada y progresista “de todos por igual”, sino la universalidad dentro de la pluralidad de ecúmenes que conforman el mundo. Mundo que es un cosmos, de ahí cosmética, que significa tanto orden como bello. El mundo, en su sentido último, es un conjunto ordenado y bello de entes que lo componen.
No proponemos una hermenéutica para entretenimiento de escritores sino para recuperar el sentido prístino de ecúmene y del mundo como cosmos.   
Sobre la relación de disenso y hermenéutica escribió un magnífico trabajo el buen filósofo mejicano Enrique Aguayo: “Cinco tesis asentó el mismo Dr. Buela para aplicarle a su Teoría del disenso la HA: 1. elaborar «otro sentido» sobre la misma región de la realidad acerca de la cual otros ya consensuaron y no permiten introducir algo diferente. Es la realidad la que permite y facilita utilizar la HA. 2. Uno se opone a otro u otros o varios a varios. 3. Esa oposición consiste en contravenir y contradecir al oponente. 4. Captar de la realidad vigente aspectos que los demás no han percibido, 5. lo que coloca en una realidad diferente a la vigente, que es la que se construirá, pues de lo contrario no habría oposición.
Todas esas tesis tienen en común dos elementos que se contraponen: en palabras de Buela: los que ya consensuaron y los que no están de acuerdo con ello. Esto es lo que permite aplicar la hermenéutica analógica: buscar las semejanzas e integrarlas y las diferencias, manteniéndolas e integrándolas con aquéllas. Después de todo se disiente porque no se está de acuerdo con una o varias perspectivas sobre la misma realidad. Debe analizársela, construir una nueva propuesta y darla a conocer.
En ocasiones las contradicciones son extremas, se busca el término medio, indicado por la recta razón, que es el «otro sentido». Si las contradicciones son moderadas se buscan las semejanzas y se conservan las diferencias para construir el «otro sentido».
Conclusión
Muy valioso es el disenso ya que motiva a pensar por cuenta propia a fin de forjar el propio punto de vista sobre alguna región del ser y actuar en conformidad. Como hay otros que disienten sobre la misma realidad es bueno concordar con ellos utilizando la HA. Incluso, para no alterar la paz existente se debe concordar con quienes ya consensuaron a fin de constatar
la verdad de lo ya consensuado. También aquí se utiliza la HA” .
Me siento hermanado con estos buenos filósofos mejicanos.

(*) arkegueta, aprendiz constante
[email protected]
Página: albertobuela.com.ar

 

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