Fidel García. En la gran solemnidad de la Santísima Trinidad, el papa deportista-tenista ha celebrado la Santa Misa, con motivo del Jubileo del Deporte, recordando que el deporte puede ser un medio de recomposición y encuentro. En una brillante homilía ha aclamado las bondades del deporte para el individuo y la sociedad. El valor de colaboración, estar juntos y la experiencia de la derrota, nos recuerda nuestra fragilidad y nos abre a la esperanza; hacer deporte afirma: “Es un medio valioso para la formación humana y cristiana".
Aprovechando la festividad de la Santísima Trinidad formuló una profunda reflexión sobre el binomio Trinidad-Deporte, una combinación poco habitual: cuando se practica deporte se fomenta el trabajo en equipo, se enseña el valor de la colaboración, el caminar juntos, compartir, Dios, no es solitario, sino que comporte la misma Divinidad con el Hijo y el Espíritu Santo. El deporte tiene nobles enseñanzas: el perder y el levantarse. El atleta que nunca se equivoca y no pierde nunca ni ha existido ni existirá. Los campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres con sus limitaciones.
Para el Papa el deporte es necesario cada vez más digitalizada, en la que la tecnología, aunque acerca a las personas lejanas, a menudo aleja a quienes están más cerca, mientras en el deporte se valora la concreción, estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio del esfuerzo. Recuerda a sus queridos deportistas que la Iglesia Católica les confía una maravillosa actividad que sean reflejo de amor de la Trinidad; recuerda a los queridos deportistas, que la Iglesia les confía “una misión maravillosa”. Ser en las actividades que realizan reflejo del Amor de Dios Trinidad para bien de ustedes y de sus hermanos. Además, los exhorta a comprometerse con entusiasmo en esa misión como atletas, como formadores. Como sociedad, como grupo y como familia.
Concluye su exhortación a los deportistas, recordándoles las palabras del Papa Francisco que solía subrayar que María la Madre Virginal de Jesús, en el Evangelio se muestra en movimiento “corriendo”, dispuesta ante la señal de Dios, para socorrer a sus hijos. El Papa acaba con una plegaria a María.” Le pedimos que acompañe nuestros esfuerzos y nuestros impulsos, que los oriente siempre hacia lo mejor hasta la victoria más grande, la eternidad, el campo infinito donde el juego no tendrá fin y donde la alegría será eterna2.