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Diario YA


 

De don Ramón Tamames se puede discrepar con elegancia, pero no desde la estulticia, esa que sobreabunda en el hemiciclo

SOSIEGO TRAS LA VEHEMENCIA

Manuel Parra Celaya. Pues no voy a ser menos. He leído bastantes artículos sobre la moción de censura y me doy cuenta de que aún colea, en contra de las opiniones despectivas suscitadas a priori, y ahora me toca a mí escribir sobre el tema. Empezaré diciendo que, en contra de mi costumbre,  seguí con interés las intervenciones, especialmente la del candidato, que era el único que tenía algo de interés que decir a Sus Señorías y a una buena parte de los españoles pensantes. De don Ramón Tamames se puede discrepar con elegancia, pero no desde la estulticia, esa que sobreabunda en el hemiciclo. Como ya es conocida suficientemente su intervención, me limito a formular, desde el sosiego, una síntesis muy personal de mis pensamientos, una vez pasada la vehemencia, producto de la indignación que me causó escuchar a sus oponentes. Acudo a un modo casi telegráfico para informar al lector de mis impresiones.