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Diario YA


 

¿DRAMA FAMILIAR? ¿SUERTE? USTED DECIDE

Jorge Llopis Planas Perito Judicial y Tasador de Arte y Antigüedades. Tengo una amiga letrada especializada en Familia a la que temo como a una factura de cena en Mallorca. Parece que está especializada en pleitos especialmente conflictivos y enconados con familias pudientes de Madrid.

A la llamada desesperada de “Jorge, Te necesito”, acudo como aquel peluquero que asistía a Victoria Abril: flemático, confiado y conocedor de que sabe que ningún rizo es indomable. La temo no obstante, porque su llamada es como la ”Batseñal” y la situación ha llegado al extremo y su elegante despacho se ha convertido, ya no en un gallinero, sino una trifulca entre vendedoras de mercadillo sevillano (quizás no tan sexy como una lucha en barro, pero más racial y auténtico).

No deja de decepcionarme la condición humana y más entre hermanos cuando de herencias se trata, pero lo que más me desalienta es cuando se ha llegado a la conflagración por un dedal o una figurita de cerámica (normalmente uno de aquellos angelitos que sostienen velitas). Y a esta amiga letrada le llegan casos de lo más rocambolesco. Yo insisto siempre: “Beatriz, no esperes al último momento. Cuanto más tiempo pasa peor se pone el tema”.

Por un lado, todos sabemos que la relación familiar “tutelada por los padres” (es decir una familia ordenada), tarde o temprano, se empieza a enrarecer. Ya sea por la intervención de terceros o ”postizos”, ya sea porque no se resolvió aquel conflicto de la pubertad (envidias, celos, etc.) ya sea porque la tutela paternal ha desaparecido o fallecido.

En este sentido los testamentos mal redactados, son normalmente el fulminante definitivo para el estallido del conflicto: Sangrante, doloroso, ridículo, a veces mezquino y casi siempre irreconciliables, al nivel de la más pulcra tradición siciliana, aunque de Pedralbes o del Viso se trate. Hay padres que con toda su buena voluntad creyeron que la formula de “división de todos los bienes a partes iguales“ era la solución salomónica, y aquí una de dos: O estos padres no conocían a los hijos (y no lo olvidemos, a los cónyuges de estos) o eran unos sádicos cabrones que sabían lo que ocurriría a su muerte y que desde el Cielo presencian el lamentable espectáculo desde el palco.

Cuidadín que de todo hay… Como explicaba, cuanto más tiempo pasa desde la aceptación de la herencia, más se complican los enfrentamientos y finalmente estalla el drama, ya que normalmente hay piezas buenas, piezas menos buenas y “objetitos” (por no llamarlo de otra manera , ya que soy muy respetuoso con el gusto y valor sentimental de cada cual…) y al final las partes tienen el problema de no saber como enfrentarse a la situación y los abogados menos. Muchas veces, las piezas consideradas “importantes” están sobrevaloradas por el subconsciente colectivo familiar, sin tener verdadero conocimiento sobre ello (vamos, ni pu…ñetera idea) en muchos casos, más allá del consabida “la abuela decía que este cuadro era buenísimo” o “vino un día un amigo y dijo que el tapiz era una joya” y a menos de que la abuela fuera una experta en arte o se disponga de un certificado de autenticidad, la decepción está garantizada en un 70%, pero esto que explico suele ser a menudo otro de los “reactivos” que acrecientan (sin sentido al fin y al cabo) la codicia.

Entenderán que no soy un Cyborg, ni nada por el estilo y estas situaciones a parte de ser desagradables e incomodas, necesitan la mayoría de las veces (al final siempre) la opinión y mediación del experto, para la menos explicar el escenario a las partes y en mi caso al menos ser un poco conciliador entre las mismas, sobre todo cuando el litigio está en quien se queda la chistera raída de papa o los dedalitos de mamá (me han llegado a pedir que valore hasta las cintas recordatorio de la Primera Comunión de las tías solteras y vasos Duralex del 50…), por lo que intento que se pongan de acuerdo sobre este tipo de “objetitos” para centrarnos en lo que realmente es interesante o importante. A veces se consigue y otra veces (las más) reconozco la causa perdida y como decía la mezquindad humana. Otras, me enfrento a unos seres que no sé quienes son ni que hacen ahí y que además tienen la cualidad de azuzar el asunto. Son como los fogoneros del la caldera que cada vez alcanza mayor temperatura y que finalmente estalla.

Me refiero a los cuñados y cuñadas, alias postizos. Habitualmente me reúno con las partes y sus abogados y no será la primera vez que Beatriz me ha advertido “Ojo, que está todos y el ambiente está tenso” y sorprendido he respondido “¿Tenso? Se les oye desde la calle y el portero ha llamado a la policía”. Las escenas, composición de los grupos beligerantes y la desesperación de los abogados de las partes es a veces cómica. Aunque insisto, quienes más chillan, vociferan y azuzan son los cuñados y cuñadas. Normalmente y ante un extraño, las personas educadas intentan recomponer su comportamiento.

Otras simplemente no es posible y a veces finalmente he tenido que interpretar a un Seneca gitano y dirimir la cuestión con un: “Perdone ¿Es usted heredero o está incluido en el reparto? porque sino es así, les agradaré o que se calle o que se espere fuera o me voy, porque esta trifulca es una vergüenza y no avanzamos”. La respuesta siempre es gestual. Los cuñados y cuñadas se miran entre si, como si les hubiera pillado en falta y si consienten y salen de la reunión, se obra un maravilloso cambio y entre los hermanas y hermanas y la situación se relaja de manera radical. Supongo que cuando están con los cónyuges no sienten la presión del menoscabo o la presión del “Tu tienes que conseguir esto o aquello”. Los y las hay más rastreros y rastreras ”No lo digo porque a mi me importe. Es porque TUS hijos, son tan nietos como los otros” y aquí se añaden a otros que tampoco están en el testamento. Y por supuesto luego está el reparto.

La solución no la he inventado yo, pero debe quedar claro que aconsejo se asuma formalmente con los abogados previamente, es decir, una vez se ha hecho una división equitativa, se asumirá por parte de todos y Dios en casa de cada uno. Sino siempre la solución de la división igualmente equitativa, pero en sobres cerrados y sortearlos. Esto último no lo recomiendo especialmente, pero fue Beatriz, la abogada, quien me lo propuso una vez y realmente funcionó. Imagino que alguna o más de las partes implicadas debía ser ludópata...Tampoco será la última vez que una vez adjudicados lo lotes, hermanos y hermanas se reúnan para renegociar e intercambiar una pieza por otra por los motivos que sean, pero eso si, civilizadamente ¿Curioso no?. Cosas veredes amigo Sancho…

Todos estos circos son previsibles y por supuesto remediables si se hacen las cosas con un poco de sentido común y un mucho de rigor, además de tener en cuenta la miseria humana (con o sin titulo). Esa endemoniada “división de todos los bienes a partes iguales“ es factible cuando se conocen las partes, sino recomiendo previamente que las partes se reúnan únicamente con los abogados, sin “terceras partes” por en medio. En serio y de verdad. No lo permitan. Por supuesto hay situaciones más civilizadas, pero no olviden que finalmente siempre puede haber algún punto de fricción y que fácilmente el asunto puede llegar a mas. Al final estamos hablando de dinero.

Soy consciente que estas cuestiones son privadas y siempre delicadas y se piensa ingenuamente, que la armonía que ha reinado en la familia continuará. Eso desearíamos todos, pero ustedes también saben que raramente eso no se consigue. ¿Cuántas veces han oído: ”No hubieron discusiones. Tuvimos TAAANTA SUERTE”?.

Es lamentable que sea la SUERTE la única posibilidad para evitar cismas familiares. Y sino, déjennos a los profesionales hacer nuestro trabajo. Es más rentable y por supuesto menos estresante.

Jorge Llopis Planas Perito Judicial y Tasador de Arte y Antigüedades Connaisseur d'Art www.arstasante.com

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