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Diario YA


 

Miguel Menéndez Piñar, nieto del Capitán de Navío Camilo Menéndez y de Blas Piñar

“El Alzamiento del 18 de julio derrotó al comunismo y venció a la antiespaña”

Miguel Menéndez Piñar.  “Un pueblo amenazado o víctima de una agresión injusta, si quiere pensar y obrar cristianamente, no puede permanecer en una indiferencia pasiva”, nos dijo el Papa Pío XII a los españoles y nos sirve hoy para explicar el lema de este acto: “El Derecho al Alzamiento” (Alerta Digital)

Pero, ¿qué es el Derecho al Alzamiento? ¿Por qué el 18 de Julio de 1936 existió el derecho al alzamiento? Y, por último, ¿fue positivo ejercer el derecho al alzamiento el 18 de Julio?
 
El derecho al alzamiento es la facultad que tienen los pueblos para rebelarse contra una situación que atenta directamente contra la unidad, la esencia y la independencia de la Patria. Y este derecho queda consagrado a lo largo de los siglos de nuestra gloriosa historia donde el pueblo español supo actuar como tal. Queda consagrado también en la misión y destino de nuestros ejércitos. Pero queda consagrado, sobre todo, en la Doctrina Tradicional de la Iglesia que nosotros profesamos. Porque, sencillamente, nosotros, hombres de Fe, veneramos a los santos que nos dieron ejemplo de caridad, como la Madre Teresa de Calcuta; que nos dieron ejemplo de pobreza, como San Francisco de Asís; que nos aportan luz, como Santo Tomás de Aquino; que nos ayudan a confiar en la Providencia, como San Isidro. Pero también aquellos que se santificaron empuñando la espada para defender la Fe y la Patria, el Altar y el Hogar, como San Fernando, San Luis, Santa Juana de Arco o, recientemente, Antonio Rivera, “el Ángel del Alcázar”, que animaba a disparar diciendo “tirad, pero tirad sin odio”.
 
Pero, ¿qué pasó el 18 de Julio para que se pusiera en marcha un Alzamiento Nacional? Conviene repasar la historia y tener memoria de lo ocurrido, sobre todo en los tiempos de la calumnia y la mentira que nos ha tocado vivir. España venía de un proceso decadente de más de un siglo, desorientada y desubicada, sin encontrar su esencia. La Segunda República nos trajo un proceso revolucionario marxista para dilapidar definitivamente a España. Trataron de arrancar la Fe del pueblo, con la persecución religiosa más cruel de la historia de la Iglesia. Romper nuestra unidad, política y social, con los separatismos y la lucha de clases. Y regalar nuestra soberanía y nuestro oro al poder soviético. El Derecho al Alzamiento se ejerce el 18 de Julio de 1936 y la España auténtica se levanta en armas frente a la situación de caos y descontrol. El Alzamiento llevó hasta el extremo las cuatro virtudes esenciales del pueblo español: La Fe, el Patriotismo, el Valor y la Unidad.
 
- La primera de estas virtudes es la Fe, la Fe Católica de España. Fue, el 18 de Julio, el inicio de un Alzamiento bélico ajustado clarísimamente al derecho cristiano. Por eso, lo recuerde o no el pueblo, lo recuerde o no la jerarquía de la Iglesia, la guerra de 1936, fue una cruzada, una cruzada por Dios y por España, donde dio su vida la mejor generación española de todos los tiempos. Una Cruzada que fue precedida y compaginada por una persecución religiosa, asesinando por odio a la Fe a trece obispos y cerca de siete mil sacerdotes y religiosos. Miles de edificios eclesiásticos quemados, santuarios arrasados y hasta profanación de cementerios por las bestias rojas, hoy camufladas en sindicados subvencionados, asociaciones de los “deshechos” humanos, “plataformas contra la intolerancia” y abanderados de la democracia “de toda la vida”. A un lado, en 1936, los gritos blasfemos, de odio y de rencor contra el Cielo. En el otro, la Fe, la Fe Católica, la conjugación cristiana del amor y la guerra, vivando a Cristo Rey y confiando en las fuerzas que vienen de lo Alto. Frente a Santiago Carrillo y sus matanzas de Paracuellos del Jarama nos dejó José Antonio, en un párrafo de su testamento, el deseo de que su sangre “fuera la última que se vertiera en discordias civiles”.
 
- La segunda virtud que hizo posible el 18 de Julio fue el ejercicio práctico, constante, del patriotismo. Un patriotismo llevado hasta el sacrificio supremo, porque en 1936 el pueblo español fue consciente del ataque perverso que desde el comunismo apátrida y la derecha liberal y burguesa se estaba llevando a cabo para la destrucción de la Patria. Y mientras en un lado, el oro de nuestro patrimonio nacional se entregó a Rusia o a Méjico, y que jamás nos devolvieron, en el otro, eran las gentes sencillas y humildes de España, quienes despojándose de sus pertenencias, entregaron, voluntariamente, lo poco que tenían para la Causa Nacional. Fue la encarnación viva de la consigna: ¡todo por la Patria!. Un patriotismo vertebrado en el amor más profundo por la estirpe, por la sangre, por la cultura, por la historia y por la religión de nuestro pueblo.
 
- El valor demostrado en nuestra Cruzada Nacional, por aquellos hombres, paradigmas del valiente cruzado, es una virtud, no sólo de la guerra, sino también de la Victoria. “¿Dónde van estos locos? -se preguntaban los rojos hace hoy más de 75 años- si nosotros tenemos todos los medios, la aviación, la armada y el oro”. El Caudillo Franco, sólo supo decir: “lo tenéis todo menos la razón. Nosotros tenemos la Fe en la Victoria”. En aquellos años, las gestas intrépidas por la Causa Nacional se cuentan por miles. Quedan escritas en el libro de la historia, miles de épicos hechos y miles de héroes españoles. Por ejemplo, la victoria alcanzada por don Teodosio Herrera Fuente, requeté defensor del Santuario de Covadonga, que voluntariamente se enfrentó en solitario a quince milicianos en aquellas memorables montañas. O la defensa hasta la muerte del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. O la hazaña inigualable del Alcázar de Toledo, donde el Coronel Moscardó, junto con sus hombres, resistió la embestida roja de fusiles, cañones, bombardeos y minas durante 70 días. Mientras los rojos huían al extranjero, el Coronel Moscardó arengaba a su hijo Luis para que tuviera el valor de morir por España.
 
- Junto a la Fe, al Patriotismo y al Valor, la Unidad. La unidad cierra el eje fundamental de las virtudes que nos sitúan en el Alzamiento Nacional del 18 de Julio. La unidad que bien se dice, hace la fuerza, se dio, con todo su esplendor, entre las tropas acaudilladas por Francisco Franco. Era el gran pueblo español quien se levantada bajo el liderazgo indiscutible de quién hoy aquí nos congrega. El Movimiento Nacional al que se unía el Caballero Legionario y el obrero de la fábrica, el falangista valeroso y el oficial del ejército, el carlista catalán, vasco o castellano y el Guardia Civil que muere pero jamás se rinde. En el caso de España, son válidas las palabras del Evangelio, “quien no está conmigo, está contra mí”. Qué bien sintetizó la unidad don Manuel de Góngora,
mientras España exista y rece y jure en español su credo, siempre habrá en Somosierra un falangista, un requeté en Navarra y un cadete en Toledo.
 
Valió la pena, por supuesto, ejercer el derecho al Alzamiento. Se derrotó al comunismo, venció España a la antiespaña y se pudo reconstruir una Patria Grande y Libre. Fue Francisco Franco, no lo olvidemos, quien comandando a un pueblo de virtudes tan excelsas, logró en pocos años poner en marcha la agricultura y la ganadería, aprovechando el clima y la tierra productiva de España. Creó el Instituto Nacional de la Industria, para el fomento de un motor económico potente de empresas e industrias de primer nivel. Elaboró, reconoció y protegió al trabajador, ya en plena guerra, con unos derechos sociales únicos en el mundo. Fundó e implantó la Seguridad Social, teniendo todos los españoles una sanidad gratuita y de calidad con unas cotizaciones que fueron la envidia del mundo. Hizo que el pueblo de verdad estuviera representado, con la “Ley Constitutiva de las Cortes”, por cauces directos y naturales con los Consejeros Nacionales, los presidentes de altos organismos, los sindicatos verticales, por sectores y gremios, los representantes de la familia, los rectores de universidad, los presidentes de instituciones culturales, los presidentes de asociaciones y colegios profesionales. Mantuvo la paz y el orden durante cuarenta años, algo jamás repetido en la historia de España.
 
Y de todo eso hemos vivido hasta ahora, de las rentas del franquismo que se han acabado después de más de treinta años de estafa democrática. Lo estamos sufriendo en la España de hoy. No tenemos paz ni orden y sólo hay que mirar las noticias para darse cuenta. El pueblo no tiene ningún cauce de representación, salvo depositar cada cuatro años una papeleta en una cloaca. Con esa papeleta, se autoriza la corrupción, la mafia política de unos partidos que están enterrando todo lo que ganamos después de mucho esfuerzo y sufrimiento. ¿Qué decir de la Seguridad Social? Absolutamente quebrada, ya están en marcha las medidas para el copago, desestabilizando a las economías más humildes, y nadie tiene asegura su pensión. Los derechos sociales, la protección laboral, es ya historia. Ahora manda un capitalismo socialista, diseñado por este sistema democrático, retirando la paga extra de navidad y pronto, también, la del 18 de Julio que, todos, socialistas y liberales, quieren recibir aunque sean antifranquistas. ¿Y el Instituto Nacional de la Industria? ¿Dónde han quedado las empresas nacionales que creó Franco? Fueron privatizadas unas, vendidas otras a capitales extranjeros y algunas simplemente liquidadas: ENDESA, privatizada por Aznar, donde curiosamente ahora es consejero cobrando 300.000 euros al año. SEAT o PEGASO, vendidas por la democracia, o la liquidación de astilleros, empresas textiles o industrias pesadas. Sin hablar de la agricultura o la ganadería, deshechas a instancias de la Unión Europea, dejando nuestra tierra sin cultivar a cambio de un puñado de euros de subvención.
 
Ante la situación crítica de la España actual, la lealtad nos exige defender el 18 de Julio, la liberación nacional que supuso y la Victoria que nos trajo el Caudillo de España, Francisco Franco, la espada más limpia de Europa. Enarbolemos esa Bandera, la Bandera de la Lealdad y el Honor frente a la cobardía y la traición. Fue necesario el 18 de Julio. Fue obligatorio ejercer el Derecho al Alzamiento. Todos los españoles salimos ganando de aquella Victoria.
 
Juremos, como lo hicieron nuestros héroes y nuestros mártires del 18 de Julio, no abandonar jamás la Fe Católica, el Patriotismo, el Valor y la Unidad para reconquistar nuevamente nuestra Patria. Y pese a las mentiras de la memoria histórica, estemos orgullosos de nuestro Caudillo,
 
Francisco Franco, ¡presente! ¡Arriba España! ¡Viva Cristo Rey!