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Diario YA


 

Tres cocineros famosos, ricos y vascos

Arzak, Subijana y Arguiñano: los mosqueteros de ZP

Miguel Massanet Bosch. Estamos, sin duda, en tiempos precarios, España está en crisis, a pesar de que el Gobierno prefiera ignorarlo y tenemos más de cuatro millones de trabajadores en el paro, los unos cobrando subsidio y los otros, a dos velas. Esto quiere decir que no nos hallamos en momentos de muchas alegrías y que, la ciudadanía, ha optado por no despilfarrar, apretarse el cinturón y mirar con nostalgia al pasado, cuando parecía que estábamos en Jauja y el dinero y los préstamos bancarios nunca se iban a acabar, mientras tirábamos, con alegría, de las tarjetas de crédito como si fueran verdaderas minas de oro inagotables que, como se dice respecto al papel, “todo lo aguantaban”. Esta situación, a base de ser repetitiva, parece que, poco a poco, va calando en las mentes del pueblo español, eso sí, con excepciones. Porque, señores, es evidente que, para algunos, no existe crisis, que los negocios les funcionan a pleno rendimiento y que la fortuna les hace muecas   de complicidad con la más amplia de sus sonrisas. Y miren ustedes qué casualidad, a éstos precisamente, a estos favorecidos por lo que los romanos designaban como diosa Fortuna ( los varones la invocaban como Fortuna Virilis y las mujeres como Fortuna Mulieris), parece ser que son a quienes este Gobierno de socialistas, estos políticos presuntamente defensores de las clases desfavorecidos y protectores de los más desafortunados. A los ricos, a estos precisamente, es a quienes prefieren favorecer los mandamases del PSOE, a quienes no le importa entregarles a determinadas élites el dinero de los impuestos de los ciudadanos; aunque ello,¡miren ustedes que desatino!, pueda suponer dejar desatendidas otras facetas que abarcan su compromiso con esta sociedad abrumada por las consecuencias de dos años de vacas flacas.

Es posible que existan múltiples organizaciones; innumerables causas benéficas o miles de problemas sociales que merecen ser atendidos con suma urgencia y en los que el Gobierno se podría volcar para intentar aliviar el sufrimiento de muchas personas que, en estos tiempos de recesión, tienen que apechugar con la peor parte. Todos tenemos in mente el fracaso parcial de la Ley de Dependencia, en muchas regiones del territorio nacional, en las que no se ha podido desarrollar, en todo o en parte, a causa de la escasez de los medios destinados a atenderla; se han alegado dificultades económicas, se ha sacado a colación la persistente crisis para justificar retrasos en su implantación y se han inventado cientos de excusas para pretender paliar el impacto negativo de una ley que se presentaba como la gran aportación del PSOE a la ayuda social y que, desgraciadamente, se ha quedado en una más de las promesas incumplidas del señor Rodríguez Zapatero.

Sin embargo, no nos queda otro remedio que pensar, a la vista de la forma en la que gobierna el Ejecutivo socialista, que: o es cierto que no dan pie con bola a causa de su completa incapacidad o, y a esta opción me quiero acoger, sus actuaciones están impregnadas de un tal clientelismo, de un tal sectarismo, de una tal endogamia y de un tal cálculo de los efectos favorables que les puede reportar el sistema de subvenciones, convenientemente orientado hacia quienes saben que los van a apoyar en la elecciones y, de quienes, esperan que exploten su condición de personas públicas y populares, en pago a los favores recibidos; que no les importa descararse, afrontar las iras de quienes se sienten desmerecidos por sus dilapidaciones o de quienes se revuelven ante las injusticias de un Gobierno, más pendiente de sus propios intereses que de los del pueblo español. Si ya han sido innumerables las cantidades malgastadas por la Administración socialista en ayudas a países regidos por tiranos comunistas; si ya son innumerables las aportaciones a causas absurdas como la de la Alianza de Civilizaciones; si ya se han dilapidado fondos públicos sosteniendo unos ministerios carentes de funciones, repletos de funcionarios que cobran sueldos de vergüenza, para estarse rascando la tripa todo el día; ahora, en estos momentos en que se pide austeridad a todos los españoles, a las puertas de un año que se presenta ante la comunidad de ciudadanos, como uno de los más negros de nuestra reciente Historia; surge, de no se sabe donde, la iniciativa a cargo del ministerio de Ciencia e Innovación – les recuerdo que se trata de este mismo ministerio que en los PGE se le ha dado un importante recorte a las aportaciones que recibía, lo cual ha dado pie a numerosos dimisiones y no poco alboroto, debido a que parece ser uno de los ministerios de los que, seguramente, dependerá en gran parte la reactivación de la industria española – de establecer una subvención de la no despreciable cifra de “siete millones de euros” a favor de… ¡tres cocineros!

Tres cocineros famosos, ricos, vascos, y que le deben, sin duda,  una gran parte de la fama que tienen a la inapreciable propaganda que les ha hecho la TV en la que, por cierto, estuvo dirigiendo un programa gastronómico el inefable señor Arguiñano. Se trata de tres estrellas de nuestra cocina, muy bien situados, halagados y mimados por haber situado a la cocina española a niveles nunca vistos. Se podrá argumentar que su cocina es sólo para minorías que se la puedan pagar; que no es apta para tragones porque sus raciones son minimalistas; se podrá esgrimir que muchas de sus combinaciones nada más las pueden entender y saborear unos pocos gourmets estirados, lechuguinos y pedantes; lo que, para el gran público, para los amantes de las fabadas o las paellas valencianas o el ternasco no son más que ridiculeces, sin otro fin que el rastreo de la fama; buscando la complicidad de toda esta cohorte de tiralevitas que se mueve a la sombra de la jet y forma parte de este mundo de lentejuelas en el que, tan a gusto, se mueven estos señores que, de tanto en tanto, aparecen en primera página de un diario por haber estafado unos cientos de millones de euros ¡ pero no son estos los que van a la cárcel, no señores!

Los señores Arzak, Subijana y Arguiñano han recibido siete millones de euros para que puedan crear el “Basque Culinary Center” ¿cursi el nombrecito, no?; pero, ya que lo han puesto en un vasco anglófilo, creo que el resto de los españoles no teníamos el porqué contribuir con nuestros impuesto. No obstante, no acaba aquí el despilfarro, porque el Gobierno vasco ha añadido tres millones más, otro de la Diputación de Vizcaya y los terrenos han sido cedidos por el Ayuntamiento de San Sebastián. Los cocineros no ponen más que su “sabiduría” para que aprendan otros cocineros. Pronto los tendremos a miles, más que si fueran hongos. A esto se referiría el señor ZP cuando hablaba de economía sostenible ¡claro así se sostiene cualquiera y más las tres figuras de la cocina vasca! ¿O acaso, será también española? Alguno de estos señores tuvo problemas a causa de su ¿excesivo?, nacionalismo. ¿Qué la I+D+i se ha quedado colgada y suspendida para mejores tiempos? ¡No importa, era más urgente crear una escuela para cocineros! Lo que pasa es que han escogido malos tiempos para esta profesión, no hay duda de que estamos atravesando por malos momentos y es muy posible que estos chefs de cuisine de tronío, que se van a formar en el pomposo “Centro de Investigación e Innovación de Ciencias Gastronómicas” ¡qué no quede por nombre!; al fin y a la postre, si la crisis sigue, van a tener que emplearse, si encuentran plaza, en las tascas y chiringuitos donde, de poco les van a valer sus exquisiteces gastronómicas.¡Sic transit mundi!