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por las murmuraciones contra la mujer mucho se debe temer,

CÁRCEL DEL AMOR Y MUJER

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Fidel García Martínez
En Cárcel del Amor, una comedia humanística precursora de las grandes novelas de Caballería, incluida El Quijote, y que inspiró La Celestina Fernando de Rojas, su autor Diego de San Pedro, en un castellano impecable, culto, sin rebuscamientos estilísticos que nos ofrece una reflexión profunda de la pasión amorosa nacida del conocimiento, como inclinación. Además, enumera una serie de causas del porqué yerran los que en esta nación ponen lengua (hablan mal de las mujeres), desgranando razones  por la que los hombres están obligados a respetarlas.   
Así, ataca a los que mal las tratan: todos los seres creados por Dios son buenos necesariamente, que según el Creador así han de ser sus obras; pues siendo las mujeres sus criaturas, no solamente a ellas ofenden quienes las afean, más blasfema de las obras del mismo Dios. En otra razón escribe con rotundidad; no hay pecado más abominable ni más grave que el desconocimiento y se pregunta ¿pues cual lo puede ser mayor que desconocer el bien que por Nuestra Señora nos vino y nos viene? Ella nos libró de pana y nos hizo merecer la gloria, ella nos salva, ella nos sostiene, ella nos defiende, ella nos guía, ella nos alumbra; por ella, que fue mujer, merecen todas las otras mujeres todo el respeto.
Continúa exponiendo más razones por las que mujeres deben ser honradas y estimadas, y nunca menospreciadas y ofendidas: porque nadie puede decir mal de las mujeres, sin que a sí mismo se desprecie porque fue criado y traído en entrañas de mujer y es de su misma sustancia, y después de esto por el acatamiento y reverencia que a las madres deben los hijos.
Otra razón está en la que ataca a aquellos que viven de criticar a las mujeres y por eso escribe: los que en ofensa de las mujeres gastan el tiempo, se hacen enemigos de ellas y no menos de los virtuosos, que como la virtud y la desmesura se diferencian en propiedad, no pueden estar sin enemiga. Otra razón por la que se deben respetar, esta tomada de las virtudes del buen caballero, que, entre sus deberes, debe toda reverencia y honestidad a la mujer, por donde se conoce que quiebra la ley de nobleza quien usa el contrario de ella. La más curiosa de todas estas razones para honrar a la mujer, es una muy extendida de los cotilleos contra la mujer, por eso escribe: todo hombre noble está obligado a ocuparse de actos virtuosos, así en los hechos como en las palabras, pues si las palabras torpes ensucian la limpieza, muy a peligro de infamia tienen la honra de los que en tales pláticas gastan la vida. Otra razón muy sutil es la de la fuerza y así afirma: a todo hombre es defendido según virtud, mostrarse fuerte contra flaco, que, si por ventura los que contra ellas se deslenguan, pensasen recibir contradicción de manos podría ser que tuviesen menos libertad en la lengua. Además, por las murmuraciones contra la mujer mucho se debe temer, siendo un hombre infamado por difamador en las plazas, en las casas, en los campos y dondequiera que es retratado su vicio.
 

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