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Diario YA


 

“En política, lo que comienza con miedo suele terminar con insensatez”

El miedo escénico de Mariano Rajoy

Miguel Massanet Bosch.   Samuel Taylor Coleridge (1.772–1.834) fue un poeta, crítico y filósofo inglés, al que se  le considera como uno de los lakistas, cofundador del romanticismo inglés. En su obra Table–Talk, hablando de política, nos dejó el siguiente pensamiento: “En política, lo que comienza con miedo suele terminar con insensatez”. Mucho nos tememos y, en verdad, nos cuesta admitirlo, que esta especie de miedo escénico, ha sido la primera de las equivocaciones del gobierno del señor Rajoy, no sabemos si mal aconsejado por alguno de los más pusilánimes miembros de su ejecutivo o si, por esta tendencia que parece que tiene nuestro Presidente de intentar evitar, siempre que puede, el enfrentarse con energía a algunos temas, con los que pudiera chocar con la opinión pública o  con las sensibilidades de algunas autonomías, con las que prefiere no tener que dar la cara. Han pasado ya 6 meses desde que, el PP, se hizo cargo del gobierno de España. En estos meses se han llevado a cabo una serie de reformas fundamentales para el país, sin las cuales era imposible que pudiéramos salir con bien de la grave situación en las que nos dejaron los del gobierno anterior. Esto es lo positivo, pero deberemos reconocer que, la mayoría de ellas, se han debido a la necesidad de satisfacer a la UE y al ECOFIN, sin cuyo beneplácito era imposible contar con Europa para encarrilar nuestra recuperación.

Tenemos que agradecer al señor Rajoy y a su equipo de ministros que haya hecho una magnífica labor diplomática que, de momento, ha conseguido librarnos de acudir al rescate que nos ofrecen desde Alemania pero que, sin duda alguna, sería una de las peores cosas que nos pudieran ocurrir a los españoles. Sin embargo,  aquellas rimbombantes palabras del señor Montoro respecto a sentarles las costuras a las autonomías, aquellas declaraciones electorales referentes a la necesidad de reestablecer la Constitución y hacer cumplir las sentencias del TS en Catalunya sobre el tema lingüístico y obligar a la Generalitat a que se diera enseñanza en castellano a aquellos niños cuyos padres así lo solicitaran o, impedir las sanciones a comerciantes que quisieran rotular en castellano; parece ser que se han ido deshinchando a medida que el PP parece que se va encogiendo, ante un miedo incomprensible a lo que vayan a hacer sus adversarios políticos. Algunos, puede que demasiado ilusos, pensábamos que, con la llegada del PP al gobierno, se iba a restablecer el Estado de Derecho en toda España; se cortarían de cuajo todos los intentos de saltarse las leyes y normas constitucionales por los separatistas de turno y por los nacionalistas, obcecados en la división de España.
 
Lo cierto es que, después de 6 meses del PP en el poder, siguen existiendo en nuestra patria quienes han decidido enfrentarse sin ningún pudor con el gobierno Central; quienes no tiene empacho alguno en seguir incordiando con sus pretensiones independentistas; quienes siguen insultando impunemente a nuestros símbolos nacionales; quienes reclaman cada día más beneficios para Catalunya y el País Vasco y quienes siguen amenazando y extorsionando a todos aquellos españoles que, viviendo en Catalunya o el País Vasco, se atreven a declarase españoles. Tenemos la impresión de que existen muchas promesas electorales que, bajo la excusa de la grave situación económica que padecemos, se han dejado para un momento más oportuno. No obstante, parece que nuestro actual gobierno no tiene en cuenta el mal que todos estos hechos nos está haciendo a España y a la confianza en nuestra deuda de aquellos inversores que lo que quieren es estar seguros de que España no va a verse sometida a turbulencias internas o a disputas partidarias.
 
Porque, señores, si hace unos días se ofendió al himno nacional y al Jefe del Estado, hace apenas un par de días, en el circuito de Montmeló, de Catalunya, también los hubo que, aprovechándose de la victoria de Jorge Lorenzo (mallorquín), volvieron a insultar con pitidos y silbidos el himno nacional sin que, al parecer, se le diera importancia alguna al hecho. A destacar la actitud pusilánime de mi paisano que, cuando se le preguntó que opinaba sobre la pitada, se limitó a decir “Yo no me meto en política”, con lo que dio por zanjado el tema. Y si, Lorenzo, dio una pobre impresión de cobardía y de patriotismo (tampoco enarboló la bandera nacional en su vuelta de honor) – todo lo contrario a la valentía de nuestro tenista Rafa Nadal, un ejemplo de honestidad, saber estar y españolidad –; todavía estamos esperando las disculpas públicas del señor Rossell y del presidente del Bilbao por el penoso espectáculo protagonizado por sus dos aficiones. Estas cosas, señor Rajoy no se pueden permitir ni se justifican con el argumento de que dejan de sancionar para no causar un conflicto mayor; porque así ocurrió en los gobiernos de la república y el caso acabó en una Guerra Civil.
 
No entendemos que se ceda en el tema del pacto Fiscal con Catalunya, permitiendo a  Sánchez Camacho que se abstenga en la votación, para que así salga aprobado; tampoco se puede admitir que una de las promesas que muchos españoles esperábamos con más urgencia, la reforma ( si no puede ser su eliminación) de la famosa Ley del Aborto, una de las más ofensivas y macabras de toda la democracia que, incompresiblemente, se sigue practicando, permitiendo que cientos de miles de fetos se sigan masacrando. Si hay normas que pueden retrasarse, debido a que su aplicación no causa perjuicios importantes a los ciudadanos, esta del aborto no debiera de haberse postergado ni un día  ya que cada día que pasa significa la muerte de algún ser en condiciones de convertirse en un nuevo ciudadano, con todo el derecho a la vida. El temor a enfrentarse a este colectivo feminista, apoyado por el PSOE  e IU, ha tenido atenazado a un gobierno, con mayoría absoluta en las dos cámaras, que les hubiera permitido reparar de inmediato, si  se lo hubieran propuesto, el macabro error de la ministra Bibiana Aído, de infausto recuerdo.
 
Lo mismo está sucediendo con la RNE y la TV1, donde, después del aterrizaje del nuevo Gobierno, parece que todavía se andan con rodeos cuando se trata de eliminar a aquellas personas que siguen haciéndole el caldo gordo al PSOE, arremetiendo, sin ningún pudor, contra el gobierno de Rajoy desde todos los programas informativos y de opinión de la cadena, que sigue dominada por todo el clan de amigos del señor Iñaki Gabilondo, uno de los más feroces defensores y colegas del señor Rodríguez Zapatero. El efecto que debe hacer en la CE el hecho que, desde la TV1 pública de un país, se esté permanentemente atacando los programas implantados por el Ejecutivo que son, a la vez, los que nos recomendaron desde Europa; me imagino que debe ser de gran estupefacción y desconfianza. Lo peor es que, toda la parafernalia de la farándula se compincha para blindar a, aquellas locutoras y locutores, que más se distinguen en su sectarismo y odio a la derecha, mediante sucesivas propuestas de premios para ellos, con lo que se pretende envolverlos con una aureola de populismo que ponga más difícil su inmediata defenestración. El PSOE, apenas se hizo con el poder no tardó ni un día en echar del Telediario al señor Urdaci. Demasiado remilgos, demasiada cortesía con un adversario que no duda en hacer leña del gobierno cada vez que tiene ocasión. Somos muchos los que creemos que tanto fair play  con los socialistas no hace más que darles alas para seguir intentando hundirnos a todos. O esta es, señores, mi opinión sobre este tema. 

 

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