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Familia: Matrimonio y Divorcio. El punto de vista bíblico

Daniel Ponce Alegre. Teólogo y Antropólogo. El Sínodo sobre la Familia, del que llevamos oyendo comentarios durante el último año, y que concluye el próximo 19 de octubre, está siendo objeto también de todo tipo de análisis y " sugerencias pastorales ", algunas de ellas bien intencionadas y otras profundamente malignas pues con ellas se quiere cambiar la naturaleza del propio matrimonio y el motivo sagrado por el que Dios, nuestro Padre, lo estableció desde el Génesis: la santificación propia, de la pareja: varón y mujer, y la del fruto de esa unión sagrada: los hijos naturales, si se opta por ellos, o en el Espíritu según Cristo por medio de la consagración del matrimonio al anuncio de las Buenas Nuevas del Reino de Dios mediante el apostolado y la evangelización.
En el artículo de hoy voy a analizar, desde el punto de vista de la Biblia, la cuestión del divorcio y de contraer un nuevo matrimonio. Veamos tres ejemplos.
El Profeta Malaquías en el Capítulo 2 y en los Versículos 15 y 16 dice:
" Con la esposa de tu juventud no trates traidoramente. Porque él odia el divorciarse, ha dicho Jahvé el Dios de Israel ".
Vemos que la consideración de Jahvé, Dios del Pueblo Elegido y nuestro, respecto al divorcio es la misma consideración que la de una traición, algo repugnante, repugnante a Dios, y que dice Malaquías: " Jahvé odia ".
Partiendo de esta premisa veamos el siguiente texto.
En el Evangelio de Mateo 19: 8 y 9 leemos las siguientes palabras de Jesús:
" Moisés, en vista de la dureza de vuestro corazón, os concedió el divorcio de vuestras esposas, pero tal no fue el caso desde el principio. Yo os digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación ( ayuntamiento extramarital ), y se case con otra comete adulterio ".
En las palabras de Cristo se percibe claramente su intención de volver a los orígenes con respecto a la consideración matrimonial. En el origen el lazo era indisoluble, Moisés concedió la posibilidad de divorcio por la dureza del corazón de algunos, es decir por la falta de sensibilidad con respecto a las virtudes del espíritu: castidad, honradez, paciencia, autodominio..., ahora bien, Jesús recuerda que esa no es la situación correcta. Con todo, Jesús establece una excepción para que el divorcio esté concedido a los ojos de Dios: la fornicación por parte de uno de los esposos. El aspecto sexual es lo más particular de la unión matrimonial, la parte más íntima y exclusiva, y perder esa exclusividad es considerado a los ojos del Señor Jesucristo motivo justificado para el divorcio y poder volver a casarse. Pero si percibimos el detalle, Jesús no dice que esté obligado a divorciarse el esposo que ha sido fiel, sino que puede hacerlo sin ser un pecado de fornicación o adulterio el volver a casarse.
Por último, Pablo en su Carta a los Corintios 6: 9 - 11 dice:
" No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contra naturales, ni hombres que se acuestan con hombres heredarán el Reino de Dios. Y sin embargo eso es lo que algunos erais . Mas habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios ".
Queda evidente en las palabras de San Pablo la seriedad del asunto. Los adúlteros que no se arrepienten no tendrán parte en el Reino de Dios. No obstante, personas que hubieran cometido adulterio antes, y que quizás hasta incorrectamente se hubieran vuelto a casar, pueden obtener el perdón de Dios y alcanzar una posición limpia ante él si se arrepienten genuínamente y ejercen fe en el valor del sacrificio de Jesús para la expiación de los pecados, una vez y para siempre pues Jesús es Sumo Sacerdote Eterno, a la manera de Melquisedec, " una vez y para siempre ".
Con estas directrices, emanadas de la Palabra de Dios, y no de filosofías actuales, métodos de conciliación de moda, trampillas legales en el Derecho Matrimonial Canónico o claramente errores de forma y fondo, seremos fieles a la Verdad, daremos libertad a nuestros hermanos en Cristo " la libertad de los hijos de Dios ", y también generaremos paz y felicidad matrimonial, con Amor Verdadero como cúspide.

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