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Diario YA


 

Historia de un desastre

Fernando Ballesteros. 8 de Octubre.

Dice Enrique Cerezo que lo del Atlético de Madrid en Barcelona fue un accidente y que, claro, él no tiene culpa de nada. Ocurre, sin embargo, que la teoría del accidente es muy discutible porque son tantos los que le han ocurrido a los rojiblancos en los últimos años que yo tiendo a pensar que lo que sufrió este club, allá por 1987, cuando todo empezó a cambiar, fue un siniestro total.

Conviene recordar que a los jugadores que protagonizaron el ridículo del sábado, los fichó Cerezo, el escurridizo Miguel ángel Gil Marín, que sigue moviendo los hilos en la sombra y la gente en la que ellos han depositado su confianza. Vamos, que no es cuestión de lavarse las manos. Señores, hay que apechugar con el fracaso. Pero no con el del Camp Nou sino con el de la última década, la más negra de la ya centenaria historia atlética.
 
Los de arriba, los del palco, los que llegaron a hacerse con el club de aquella manera, son los responsables de doce años sin títulos, de dos años en segunda, de una intervención judicial, de haber devaluado al club, en definitiva, de haber perdido un puesto entre los grandes de nuestro fútbol hasta convertir al Atlético en un club perdedor al que se asocia con la derrota, los líos y las ingeniosas campañas de publicidad cuando llega el verano.
 
Podríamos echar la culpa de todo a Coupet y a Ufjalusi o a Pernía. Pero también a las decenas y decenas de jugadores que han puesto cara al eterno fracaso y a los mil entrenadores que han pasado por el banquillo del Calderón. Todos ellos son culpables. Pero no miren al palco, que Don Enrique se enfada. Y no le griten, que se pone farruco y les insulta. Yo entiendo, miren lo que les digo, que Cerezo se enfade, al fin y al cabo él no decide y tiene que responder por los marrones aunque sea de esta manera tan evasiva. Pero tiene que ser duro que, el que a la postre parte el bacalao, se vaya siempre de rositas.
 
Pero más duro es sentir el Atleti y tener que soportar esto -lo de los últimos años- ante el silencio de una afición que ya se siente cómoda con el triste papel que le ha tocado desempeñar a su club. Lo diré una vez más, si el fútbol es deficitario, si ya se ha demostrado que son ustedes incapaces de llevar a este club donde se merece, ¿por qué tanto interés en quedarse aquí?. Yo no entiendo nada.
 
Por eso, porque lo del sábado en Barcelona es una consecuencia, una más, de lo mal que está dirigido el Atlético desde hace ya mucho tiempo y porque los responsables verdaderos del desastre que va mucho más allá de un 6--1 no estaban pisando el césped la noche de autos, yo me niego a analizar la catástrofe en términos futbolísticos.
 
Otro día hablamos de la plantilla, de lo corta que es para una temporada tan larga o de la escasa, por no decir nula, capacidad de maniobra del limitado Aguirre en el banquillo. Pero esa es otra historia. El verdadero problema, la raíz, está en los despachos.

 

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