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Diario YA


 

Inteligencia Artificial

Enrique De la Puente

En los últimos tiempos se escuchan y se leen muchos comentarios sobre este tema y, en contra de lo que pudiera parecer, no son demasiado favorables. No dejan de advertirnos sobre el peligro de que las máquinas inteligentes acaben con los seres humanos, sin que podamos tener la menor posibilidad de evitarlo. Cuando apareció el automóvil, siendo para los humanos del momento lo que su nombre indica, es decir un móvil que no necesitaba de animales para moverse, ya algunos “visionarios” del futuro que nos esperaba, afirmaron con rotundidad que el ser humano no podría soportar las tremendas fuerzas a las que se vería sometido, cuando se sobrepasaran los 50 km. por hora y ya hemos visto cómo las personas normales viajamos en nuestros automóviles a más de 100 km/h sin que sintamos efectos perniciosos para nuestra salud.

He aludido a las personas normales, porque los que están más preparados son capaces de moverse a mucha más velocidad sin efectos que no puedan soportar; me comentaba un piloto de caza que el moverse a 2.500 Km/h, no le producía ningún trastorno, siempre que no cambiara la dirección, cuando esto sucedía, las fuerzas que actuaban contra su cuerpo eran tremendas, siendo el punto límite aquél en que empezaba a perder la visión, teniendo sólo unos segundos a partir de ese momento para aminorar las fuerzas que actuaban contra él, mediante la disminución de los cambios de dirección que las habían producido. Pero lo que resulta claro es que, salvo en ocasiones extraordinarias, los automóviles sólo son peligrosos cuando su uso no es correcto.

Creo que con la inteligencia artificial veremos cosas parecidas; algunos la utilizarán, de hecho, sin que sean plenamente conscientes, ya la están utilizando, aunque no se den cuenta, con multitud de aparatos electrodomésticos o para otros fines, que toman decisiones sin nuestra intervención, cuando cambian determinadas variables y así vemos cómo el frigorífico se pone en marcha si la temperatura medida no coincide con la que tiene almacenada en su programa. Bien simple ¿no? Cuando hablábamos del automóvil, decíamos que lo utilizábamos sin sentir efectos perniciosos para nuestra salud, pero ésta puede verse afectada cuando se produce, por ejemplo, un fallo en el funcionamiento; este fallo puede ser consecuencia de un defecto de fabricación, un mal mantenimiento, un mal uso que se haga de él o por causa de otro automóvil que por alguna de estas causas choca contra el nuestro. Es cierto que lo normal es que no pase nada, pero en la realidad el automóvil es una máquina que se puede convertir en algo muy peligroso cuando hacemos mal uso de él.

Pero cada vez más se le incorporan elementos que nos protegen como los air-bag, las señales que nos avisan de una proximidad, etc. ¿Por qué no podemos pensar que la Inteligencia Artificial irá incorporando, al mismo tiempo que se desarrolla, los elementos que la hagan segura para nosotros? La Inteligencia Artificial nos ha venido ayudando, incorporando a nuestra vida algunas soluciones simples a casos sencillos, ya se ha mencionado al frigorífico, pero ha ido mucho más allá. Cuando empezaron los Sistemas Expertos, que así se llamaban, se almacenaban en un ordenador los procesos que seguían los expertos en las distintas materias para llegar a conclusiones. Un sistema experto como el Miocin (creo que se llamaba), realizaba la serie de preguntas que hacía el médico de medicina general en su consulta, cuando se acudía a él, y en función de las respuestas obtenidas formulaba nuevas preguntas cada vez más específicas, hasta llegar a un diagnóstico. El ordenador aunque estaba preparado para diagnosticarnos, se utilizaba redirigir a al paciente al especialista adecuado.

En la actualidad la Inteligencia Artificial nos ayuda, aunque no seamos conscientes, de una manera impresionante; en medicina se ha pasado de los marcapasos de demanda a elementos que controlan nuestras constantes vitales, suministrando los medicamentos que las mantienen en márgenes adecuados. Y si se considera la posible utilización en otras materias, las posibilidades son muchas y muy variadas, en EEUU se está utilizando el sistema Watson para ayudar en los juicios y se consigue con él estadísticamente mejores resultados que los que obtienen los abogados humanos. Todo eso y más, está haciendo la Inteligencia Artificial por nosotros, mediante sistemas expertos que manejan muchos más datos y más rápido que lo pueda hacer la mente humana, mediante un proceso de homogeneización y análisis de los mismos, que les permite llegar a conclusiones con mayor garantía de acierto. El siguiente paso es que la Inteligencia Artificial se convierta en autónoma y robots creados por ella tomen decisiones al margen de los seres humanos y sea ahí cuando se pudiera convertir en un peligro. ¿Podría ser posible?

Hace ya bastantes años Isaac Asimov, un escritor, entre otras cosas, de ciencia ficción, con una categoría intelectual impresionante, pues había cursado varias carreras y se le reconocía un nivel científico considerable, enunciaba en sus novelas las “leyes de la robótica”, a las que atendían los programas bajo los que se creaban las máquinas, una de estas leyes prohibía que los robots hicieran daño a los seres humanos y se materializaba en que los, dejaba inertes cuando se iba a producir esa situación. Todos los sistemas se protegen contra la intrusión, que pueda alterar el fin para los que han sido creados y da lo mismo que se hable de la cerradura de un coche, que de la alarma de una vivienda y la experiencia concluye que ninguna protección garantiza que no se pueda romper esa protección, cuando actúa un experto. ¿Sería entonces posible que una máquina se rebelara, o que alguien de una forma malintencionada, o algún factor imprevisto, como puede verse en algunas películas, pudiera alterar su funcionamiento?

Hay que confiar en que no, en cualquier proceso se siguen una serie de instrucciones que dan lugar a una acción y se puede asegurar que el programador incorporará rutinas de autoanálisis que detecten cualquier variación en la ejecución de las instrucciones programadas, para garantizar que no se producen desviaciones, o si se producen, actuar para que se volviera a la instrucción correcta. De momento la imprevisión humana o también el azar se programan con algoritmos que de forma aleatoria incorporan a los procesos la incertidumbre que se necesita, para analizar las variaciones que se pueden producir con posibles fenómenos, que puedan tener lugar, y estar preparados para reaccionar de manera adecuada, así que se pueden simular las distintas posibilidades que la puedan hacer peligrosa. La Inteligencia Artificial, por muy artificial que sea, siempre será inteligente y hay que pensar que se irá desarrollando, manteniendo criterios de seguridad.

Sinceramente creo que no se debe tener miedo al respecto. Otro tema que me produce mucha más inquietud es la manipulación genética. En algunos países se ha autorizado la generación de bebés con ADN de tres progenitores distintos, persiguiendo el fin más que loable de eliminar enfermedades hereditarias o distintos tipos de males. El bebé que nazca será distinto, pero ¿será controlable como si tuviera un programa que determinara su forma de actuar? Nuestras acciones están condicionadas por la ética, la educación, etc., pero “condicionadas” no quiere decir vinculadas. ¿De qué forma actuarán esos nuevos seres humanos?