Principal

Diario YA


 

María y la crisis económica

Manuel Bru. 7 de diciembre. 

En este segundo domingo de Adviento, la Iglesia recuerda también, en la víspera de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de Maria, a un sabio santo, San Ambrosio, gran padre de la Iglesia del siglo IV, que nos dejo entre sus enseñanzas dos hermosas sentencias, recogidas en el libro que he publicado bajo el título de “100 pensamientos por un mundo mejor” que, a mi modo de ver, tienen mucho que ver con la crisis económica que padecemos y con el estilo mariano de vivir la doble virtud de la humildad y de la prudencia, también en la gestión económica tanto doméstica como empresarial, como seguramente se vivía en la familia y la carpintería de Jesús, María y José. Dicen así: “Todas las riquezas del mundo pertenecen al sabio y al justo. El justo tiene las cosas comunes por suyas y las suyas por comunes”; “Y en verdad, ¿qué fruto puede dar la ciencia con la soberbia, o la fe con la gloria humana, o la ostentación con la limosna, o el martirio con el orgullo?” Decía monseñor Romero Pose, al que tanto echamos de menos desde que el Señor se lo llevo, que después de los Padres de la Iglesia, nada importante se había dicho en comparación con ellos. Las sentencias de San Ambrosio nos sitúan ante dos principios típicos de la novedad cristiana, capaz de dar luminosa y radical respuesta a todas las realidades humanas y sociales, también las económicas, a saber: que los conceptos de pobreza y riqueza (no así los de miseria y ostentación), en relación con la felicidad humana, son muy relativos; que la avaricia es la puerta de la penuria, en todos los órdenes; y que querer construir una cultura a la vez consumista y solidaria, esa una utopía, utopía liberal como diría el Cardenal Cañizares, tan perniciosa como la utopía colectivista. Nada se puede remediar sino se atina con sus causas, y las causas de esta crisis económica están en esa esquizofrenia ideológica del progresismo capitalista, que pretenden conciliar, parafraseando a San Ambrosio, el progreso científico y técnico con la autosuficiencia humana, la conciencia de criatura con el éxito a toda costa, o la ostentación con la solidaridad.   

Recientemente, María Voce, la presidenta del Movimiento de los Focolares u Obra de María, hablando de la “Economía de comunión” que no sólo hace solidarias a las empresas que a ella se suman en su cuenta de resultados, sino en la mentalidad que en ellas se difunde, decía que claro que esta formula inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia sirve para esta crisis, en cuanto ayuda a “pasar de la cultura consumista del tener, que está mostrando su colapso, a la cultura del dar”. Y añadía -me sumo a la rogativa- que ojala esta crisis nos predisponga a una “nueva madurez de la humanidad”.

Etiquetas:manuel bru