
EXCLUSIVA: Son las secuelas de la España del pelotazo. En momentos tan delicados para el empleo en España, y con el sistema financiero mundial puesto en entredicho, no es de extrañar que una deuda bancaria de 1.400 millones de euros, otros 200 pendientes de cobro por acreedores diversos, y más de 4.000 puestos de trabajo en el aire, mantengan al Grupo Sánchez Ramade bajo la atenta mirada de la prensa salmón.
Este grupo, segundo por importancia en Andalucía, y una de las primeras empresas familiares españolas, se ha convertido en un paradigma más de la negativa evolución del modelo económico español a lo largo de los últimos 30 años. Modelo que ha transitado desde el esfuerzo y el riesgo hacia la especulación bursátil o inmobiliaria.
Fundado por Eugenio Sánchez Ramade (q.e.p.d.), uno de esos empresarios de raza que diera para España la primera mitad del siglo pasado, no parece que vaya a sobrevivir a la segunda generación. D. Eugenio lanzó negocios tan diversos como salas de cine, empresas agroalimentarias, concesionarios de coches, cadenas de electrodomésticos y hasta un mayorista de informática.
El olfato empresarial y el ímpetu de D. Eugenio (q.e.p.d.) quisieron encontrar su sucesión en sus hijos, hombres de su tiempo. De este tiempo maldito en el que la excelencia consiste en buscar el dinero rápido, llenar la faltriquera y salir corriendo del casino. Ese casino que es la bolsa, en la que los hermanos de nuestra historia de hoy malgastaron buena parte del ahorro familiar al hacerse con el 1 % de una Iberdrola en cotización descendente. Y de esa otra mesa de naipes por la que también transitaron y que ha sido el sector inmobiliario. Sí, ese que hizo pensar a muchos que España era el país del mundo en el que más fácil era hacerse rico, y que a los vástagos de D. Eugenio, carentes de originalidad, les llevó a potenciar su constructora Noriega y a poner mucho dinero en Realia.
Pueden imaginarse el resultado. Una segunda generación que ha llevado el negocio familiar al borde del concurso de acreedores y generado un gravísimo problema social que jamás hubiesen permitido empresarios de verdad, de los que sabían lo que era creación de empleo y eso que ahora llaman responsabilidad social corporativa.
Y ahora, a buscar el socorro de la banca, poniéndola contra las cuerdas, para minimizar el grandísimo agujero que han generado. Esa misma banca que ya hemos rescatado todos los españoles con la inyección de nuestros bolsillos que el Gobierno les diera. Caja Madrid, Unicaja, Sabadell y Banesto, han optado por una liquidación ordenada del Grupo Sánchez Ramade vendiendo una de las pocas empresas más o menos saneada del grupo: Diasa, su mayorista informático.
Sin embargo, BBVA, el principal banco acreedor (270 millones de euros del ala) empieza a aparecer en los papeles como malo de la película por poner trabas a la operación. Los mentideros financieros cuentan que el principal interesado en la compra es el grupo extranjero Arrow, que desea aterrizar de ese modo en la distribución mayorista informática de nuestro país. Sin embargo, su irrupción supondría un fuerte golpe para el principal mayorista actual de capital español: Vinzeo. Empresa que es propiedad de la corporación IBV (Iberdrola y BBVA). Javier Bilbao, hábil consejero delegado de la sociedad, ha pedido ayuda a sus mayores y hasta ahora Francisco González le está respondiendo. Tratarán no sólo de frenar a Arrow, sino también de quedarse con un Diasa a precio de saldo. Un trasfondo que hasta ahora nadie ha publicado.
Cuentan sin embargo en los mismos mentideros empresariales que en modo alguno frenará esta maniobra del BBVA la entrada en España de Arrow. Arrow ya tendría en marcha un plan B, que le llevaría a comprar una empresa del mismo perfil, de capital también netamente español, de menor tamaño, pero sin un historial de grupo tan aciago. Hemos pasado 30 años malvendiendo empresas y vamos a terminar vendiendo hasta la caseta del perro.
¿Aprenderemos de una vez a generar riqueza recurrente? Seguramente no. Que inventen ellos, que diría Unamuno. Continuaremos informándoles.