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Diario YA


 

Protagonista del día

San Hermenegildo

Javier Paredes

El protagonista del día es el príncipe san Hermenegildo, cuya fiesta se celebra el 13 de abril, porque ese mismo día del año 585 su padre, el rey Leovigildo, ordenó al carcelero de su hijo que le cortara la cabeza, por negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano.

Grave tenía que ser la situación para que ni el padre ni el hijo se anduvieran con componendas. Sucedía que la mayoría de los hispano-romanos estaban unidos por la religión cristiana, una fe que había sido regada con la sangre de muchos mártires. Y sucedió que los visigodos que llegaron a España eran arrianos, es decir partidarios de una herejía que a punto estuvo de hacer desaparecer a la Iglesia y que está considerada como la segunda peor herejía de todos los tiempos, después del modernismo que despuntó en el pontificado de San Pío X ( 1903-1914) y se extiende hasta el día de hoy, haciendo tantísimo daño a tantas almas. Sostenían los arrianos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad no era Dios, lo que fue condenado en el Concilio de Nicea del año 325. Pero la herejía arriana, a pesar de la condena, no desapareció hasta después de unos siglos. Hermenegildo fue educado como arriano, pero por la influencia y los rezos de su madre, se convirtió. Su padre permaneció arriano. El choque entre cristianos españoles fieles a Nicea y visigodos arrianos esparció por España tanta destrucción y muerte, que desde entonces data el dicho popular de “se armó la de Dios es Cristo”.

Los obispos y los sacerdotes arrianos en tanto que estaban ordenados consagraban, y por lo tanto el obispo que pretendía dar la comunión al hijo del rey visigodo, le iba a dar el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. ¿Y porqué no comulgar…? Que dirían los partidarios del mal menor… Pues para no recibir la comunión de manos de un hereje. Y por la misma razón por la que los primeros cristinos no echaban un poquitín –ni un poquitín- de incienso para que se quemara delante de la imagen del emperador. Y porque con la fe no se juega ni se transige, y porque cuando uno actúa de determinada manera puede dar escándalo, y porque hay que servir a Dios antes que a los hombres, y porque no sirve para nada ganar el mundo si se pierde el alma, y porque si negamos en esta vida a Jesucristo Él nos negará a nosotros la entrada en la vida eterna, y porque es preferible entrar tuertos o mancos en el Cielo que con los dos ojos y los dos brazos en el infierno, y porque… nos da la gana, que como decía San Josemaría también es una razón muy sobrenatural.

Y como el príncipe Hermenegildo no era ni un malninorista ni un posibilista, no consideró la cantidad de cosas buenas que podía hacer desde el gobierno de España, si seguía manteniendo la cabeza encima de los hombres. Y entre el Cielo y el palacio real, apostó por lo primero, lo que sin duda será calificado por un católico tibio como una postura radical, intransigente y poco realista. Pero gracias a su actuación clara y sin componendas, al hijo de Ludovico le veneramos como San Hermenegildo y poco después de su tránsito al Cielo, su hermano Racaredo abandonó el arrianismo y la religión católica se convirtió en el año 589 en la única y oficial de España.