
Manuel Parra Celaya. Las Naciones-Estado -España en nuestro caso- no son patrimonio ni de una dinastía ni de un gobernante, pero tampoco lo son de una generación determinada, que, seducida por los sofismas de una oligarquía, puede hacer mangas y capirotes del esfuerzo (y de la sangre) de sus antecesores. Ni una parte de una Nación -Cataluña en mi caso- puede atribuirse ese derecho divino de romper una unidad de siglos, ni el conjunto de todos los españoles tendría legitimidad histórica y ética para aprobarlo en su caso, por mucho que lo proclamen constituciones, parlamentos y gobernantes, siempre transitorios, de esa nación.
Mas juega con fuego aprovechendo Crimea y la tensión prebelica para anunciar que está dispuesto a romper todas las leyes constitucionales.
El presidente de la Generalitat indudablemente juega con fuego.
Fernando Z. Torres Nuestro día a día está sembrado de actos insignificantes en cuanto a su relevancia pública, pero importantes respecto del fondo de su alcance. Lo baladí del hecho material tiene enorme trascendencia en cuanto a la conformación de los valores de las personas: ese conductor que no cede el paso al peatón, el padre que da siempre la razón a su hijo frente a la autoridad del profesor, el trabajador invocador de su ristra de derechos frente a sus inexistentes obligaciones...
Carlos Salgado Desde hace tiempo, el conocido cómo lobby gay, realiza presión para normalizar su situación, es decir, procura dar una imagen de desvalidos y apaleados por la sociedad durante siglos para realizar sus "conquistas"; consiquió que la OMS retirse la homosexualidad de la lista de enfermedades, han buscado normalizar sus parejas incluso pidiendo y consiguiendo el "derecho" al matrimonio en equiparación con la parejas heterosexuales que mantienen y ajustan sus vidas prácticamente en exclusividad para la familia; y ahora continuan su destrucción de occidente.
María Landaluce Asombra leer, si no es por algún motivo oculto, que un historiador de peso como John H.Elliott, notable hispanista además, pueda expresar, si es que lo ha hecho, tantas inexactitudes históricas, en tan poco espacio, como las que comete cuando se refiere a la Escuela de Salamanca. O desconoce por completo el tema y toca de oído, o le escuece que la magnífica labor desarrollada por la hispana institución, no sea de origen británica. Asegura el inglés que a finales del siglo XVI deja de brillar la Escuela de Salamanca; da a entender algo como si cuando se sale de una habitación, se apaga la luz.
Miguel Massanet Bosh No tenemos la menor duda de que, el discurso del príncipe Felipe pronunciado en la cena que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Barcelona en honor a los asistentes al Mobile World Congreso, había sido minuciosamente redactado, revisado por alguien del gobierno de la nación y, con toda probabilidad, aprobado por SM el Rey. Sin embargo, el respeto que me merecen tales personalidades no me va a impedir, desde mi modesto puesto de ciudadano de a pie residente en esta comunidad catalana, de ponerle algunas objeciones que, seguramente, se deberán al hecho de que los españoles, patriotas, que por las circunstancias que fueren, debemos residir en esta autonomía, contemplamos bajo un prisma distinto, el problema del independentismo catalán y sus consecuencias, de aquel que, con toda probabilidad, utilizan desde la capital del reino.