
Luis Losada Pescador. El órdago maximalista de Puigdemont le está dando buenos réditos. Es seguro que no aceptará investir a Illa. Ni siquiera formando parte de un gobierno socio-vergente. O presidencia o nada. Desde Moncloa tratan de contentarle con una tramitación rápida de la Ley de Amnistía. Pero para Puigdemont eso está descontado. Al igual que está descontada la prejudicial del Supremo y la congelación de la Ley. ¿Cabe la presidencia de Puigdemont? Cabe. Supondría la humillación de Illa. Pero al fin y al cabo, Illa es un filósofo con alma de subsecretario. O de enterrador. Sánchez no tendría escrúpulo alguno en sacrificarle en el altar de la gobernabiilidad. En caso contrario, Puigdemont afirma no temer la repetición electoral. Casi que la prefiere toda vez que Junqueras reconoce que para ERC una repetición electoral sería un suicidio. Incluso los de ERC ya empiezan a plantearse ir en la lista soberanista conjunta planteada por Puigdemont. Es decir, para Puigdemont es o ganar o ganar.
Hay una ‘ley de hierro’ del sanchismo: su rendimiento electoral es directamente proporcional al incremento del chantajismo secesionista. Esa ley funciona desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa; el domingo, en Cataluña, también. Los socialistas y medios afines están celebrando con mucho estruendo unos resultados cuya difícil materialización política sería un ‘tripartito de izquierdas’ en compañía del independentismo de la Esquerra y del soberanismo plurinacional de los Comunes. Esa hipótesis aumenta la presión secesionista sobre Sánchez en dos frentes: el autonómico y el nacional. En Cataluña, está por ver que ERC se integre en esa suma y en qué condiciones -desde el punto de vista constitucional, necesariamente imposibles- una vez desplazado el liderazgo del independentismo a Junts.
Luis Losada Pescador. Domingo 12 de mayo. Día D. Las elecciones catalanas decidirán el próximo futuro de España. El político, el económico y el financiero. Veamos. Hay quien dice que Puigdemont no para de subir en las encuestas que le colocan por encima de ERC, pero de momento por debajo del PSC. ¿Y si hace el ‘performance’ de entrar en España antes de las elecciones y tensar la cuerda judicial? En todo caso Alejandro Fernández tiene claro que Illa no será presidente de la Generalitat. No porque no gane las elecciones, sino porque es el “mayordomo” de Sánchez que le pedirá quemarse en la hoguera por aquello de la gobernabilidad del país…
Que este Gobierno está fuera de control empieza a ser una evidencia. Después de la estrafalaria pausa para reflexionar de Pedro Sánchez se proyecta la impresión de que cualquiera hace la guerra por su cuenta. El Gobierno se ha convertido en una tropa sin dirección en la que sólo cuenta la arbitraria voluntad de su presidente quien, a la vista está, únicamente concibe la política como una simple proyección de “su persona”.
Manuel Parra Celaya. Acabado el sainete (o vodevil, esperpento o frustrada rima becqueriana, como deseen) de Pedro Sánchez y sus lamentos de amor, hablaremos de cosas más serias y preocupantes.
¿Puede extrañar a nadie el resultado de las pasadas elecciones autonómicas del País Vasco? Yo no encuentro estupidez más clamorosa que los lamentos por lo que llaman “despego constitucional”, pues se trata de un problema de mucho más calado: de un despego a la noción de España. Y a la vuelta de la esquina -en una semana- contemplaremos, si Dios no lo remedia, otro desentendimiento -o animadversión- semejante, en cuanto se vean los resultados de los comicios en Cataluña.
Luis Losada Pescador. Pedro Sánchez es fácil de entender. Basta con aplicarle el coeficiente inverso. La realidad es exactamente lo inverso de lo que verbaliza. Dice ahora que quiere luchar por una “política limpia”. ¿Por qué no empieza en casa?, ¿que hará para depurar las responsabilidades históricas del EREgate? Más allá del reproche judicial, ¿qué consecuencias internas tendrá sobre Chaves y Griñán? Y más actual, ¿qué sanción tendrán los ministros que participaron en la trama Koldo?, ¿cree que con el sacrificio de Ábalos el cortafuegos está asegurado? Y sobre todo, ¿ayudará a la Justicia a esclarecer los negocios de su mujer y el al menos aparente tráfico de influencias?
Manuel Parra Celaya. Dirijo hoy estas líneas, principalmente, a los lectores creyentes y más o menos practicantes de fuera de Barcelona, pues los que reúnen esta condición en mi ciudad saben de sobra la noticia que comento y, en su inmensa mayoría, experimentan esa sensación de impotencia, por otra parte tan extendida en toda España en los últimos tiempos… El hecho es que la parroquia barcelonesa del Espíritu Santo, enclavada en la Travesera de Gracia, va a ser derruida de forma inminente hasta sus cimientos por orden de uno de los Ordinarios del lugar (leánse obispos titular o auxiliares), sin que pueda mediar recurso alguno para evitarlo; se suma a otros derribos, ventas y desacralizaciones de templos de la Ciudad Condal, cuyo número no puedo precisar. Los motivos aducidos en estos casos suelen ser variados: escasez de fieles y de sacerdotes encargados, escasa vida parroquial, estado ruinoso y, el que más sobresale al parecer, las cuentas en números rojos del Obispado, aspecto en el que, como feligrés de filas, ni entro ni salgo, pues doctores tiene la Iglesia, así como economistas y administradores.
José Luis Orella. Este 25 de abril, Portugal celebró el 50 aniversario de la Revolución de los Claveles que derrocó el Estado Novo que creó Antonio de Oliveira Salazar y el 28 el aniversario del nacimiento de aquel estadista. Hombre controvertido porque después de la imagen negativa dada de él después del Golpe de Estado de 1974, Oliveira Salazar, fue escogido en un concurso de Radio Televisión Portuguesa (RTP) de 2007, como el portugués más grande de todos los tiempos. Sin embargo, ¿quién fue aquel hombre culto, con formas elegantes, de extremada humildad que murió pocos antes del derrocamiento de su régimen?
Se pueden aventurar, con bastante fundamento, tres conclusiones del despropósito al que estamos asistiendo después de que Pedro Sánchez hiciera pública su “Carta a la ciudadanía”, una pieza inclasificable salvo en la irresponsabilidad que delata y la maniobra efectista que conlleva. La primera es que algo grave ha tenido que percibir Sánchez para embarcarse en esta iniciativa. Una gravedad que puede venir de un desfondamiento psicológico -poco probable-, de un desagradable horizonte judicial con casos oscuros de corrupción y relaciones peligrosas de su entorno, o de una complicadísima situación política derivada de los imposibles equilibrios a los que está condenada para mantener una coalición de gobiernos tan disfuncional y destructiva. La segunda es que el plazo que Sánchez se ha dado no tiene explicación si, de verdad, se tratara de un tiempo para reflexionar sobre su futuro. Cinco días son muchos y si fuera cierto que ese es el periodo que Sánchez necesita para decidir sobre su futuro estaríamos ante un dirigente hamletiano, lo que no encaja en absoluto con lo que Sánchez tiene acreditado.
Luis Losada Pescador. Ni con agua caliente. Así se expresaba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida ante la posibilidad de que el ‘cambiacolchones’ se ‘haga un Costa’. Él argumenta que los ataques a su mujer le duelen como si fueran a él mismo y sale cuál ‘macho alfa’ a defender a su Dulcinea porque dice estar enamorado de ella. Habida cuenta de su trayectoria -no pactaré con Bildu, no habrá indultos, no habrá amnistía- begoña debería empezar a buscar un abogado matrimonialista. Sánchez no dimite. ¿Entonces?, ¿a qué obedece estos juegos florales de su enamoramiento con su mujer? Fácil: “chantaje emocional a los suyos”, según Ayuso. Hay quien afirma que Sánchez está molesto porque los suyos no han defendido a su mujer y que se ausentó del gabinete de crisis tras su carta para que sintieran la soledad del líder. Jugador de chica, mal jugador de mus.