
Cuan fácil es la crítica; cuan reconfortante debe llegar a ser redactar presuntas normas de conducta con las que se pretende aleccionar a la ciudadanía sobre cuál debería ser el comportamiento correcto a seguir; cuan retributivo puede llegar a resultar disponer de un poder que permita orillar la legalidad en beneficio de los propios intereses y cuan productivo pudiera llegar a ser, para cualquier político nacido de la nada, llegar a ocupar un lugar distinguido en el gobierno de la comunidad.
“Tú, que para mí sin duda alguna eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante.”
El escritor Pío Moa vuelve a las librerias de la mano de la editorial ACTAS donde rompe con su clásica forma de escribir así como de temario. Una muy interesante novedad para sus seguidores que descubrirán a un escritor que no deja de sorprender. En este caso con un cambio de registro. Un cambio de registro pero que profundiza en aspectos en los que el historiador es un experto. La segunda parte del libro -que está dividido en tres partes- a partir de la página 175 con recuerdos de Rusia, es un claro ejemplo.El lector tendrá entre sus manos 359 páginas de un thriller ambicioso centrado en esa década tan convulsa como fueron los años sesenta, tanto en Europa como en hispanoamérica.

Ese personaje singular, la Alcaldesa de Gijón, conocida por sus impulsos y medidas radicales, es
noticia en estos días en toda España con el pretexto de Jovellanos
Ángel Gutiérrez Sanz
Lo mismo que el fuego pone a prueba la calidad de los metales así también las dificultades de la vida pueden convertirse en un test fiable que pone de manifiesto nuestras limitaciones y carencias.
Ángel Gutierrez Sanz. Lo mismo que el fuego pone a prueba la calidad de los metales así también las dificultades de la vida pueden convertirse un test fiable que pone de manifiesto nuestras limitaciones y carencias.
Miguel Massanet Bosch. Cuando uno ojea este periódico catalán del grupo de los Godó, observa lo que dicen sus columnistas, intenta encontrar en alguna de sus páginas un mínimo de objetividad y se deja influir por el espíritu enrarecido, la evidente tendencia de sus artículos a convertirse en una crítica acérrima a todo lo que se pudiera entender como patriotismo español, la absoluta falta de objetividad de todos aquellos que prestan su pluma al servicio de la línea editorial marcada por la directiva del medio
Viajar por los pueblos de España -aunque ahora tan cautelosos por la pandemia y quienes dicen gestionarla- siempre me ofrece la oportunidad de conocer a magníficos tipos humanos, y, también, de tratar (aunque sea de lejos) a otros de los del montón, adocenados por las actuales coordenadas y por su inseparable corrección política.
Las noches que siguen al día en el que la Iglesia Católica celebra el nacimiento del gran mártir San Lorenzo, también este año terrible marcado por el Covid-19, las estrellas producen espectáculos, que podrán sustituir a luces fugaces de los fuegos artificiales, de la noche mágica de Begoña, algo que algunos consideraban imposible, pero que ha sucedido. La Fiesta de San Lorenzo siempre ha tenido en toda España plurales referencias, muy especialmente en Madrid en cuya sierra se encuentra el monasterio de El Escorial, construcción grandiosa del genial Herrera, arquitecto de Felipe II, tanto más grande cuanto más la imperofobia y la leyenda negra se ceba en él sin más argumentos que la mentira.
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La decisión del Rey Emérito de abandonar España por razones de presión, según indica en su comunicado "ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos", es un tremendo error histórico. Sus asesores, junto con los del Rey felipe, y ellos mismos, han decidido imitar al rey Alfonso XIII, quién también se fue debido a la insoportable presión, dejando a su pueblo tirado.