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¡Y los miércoles, barbacoa… en Yacht Port Cartagena!

Redacción. Así es. Cada miércoles, hace ya muchos meses, los “residentes” que viven en sus barcos en esta marina se reúnen, con puntualidad británica, y montan una fiesta con el pretexto de hacer la típica barbacoa. No hay un miércoles, por mucho que llueva, haga frío o el sol en la canícula de agosto cause estragos, que no celebren ellos su barbacoa. 
Resulta lo más normal del mundo que cuando la gente es feliz organice su tiempo libre de esta forma o de alguna otra parecida. Y en Yacht Port Cartagena lo tienen todo a su favor. Toda la tranquilidad del mundo, un puerto en el corazón de una ciudad milenaria y universitaria, un clima envidiable, y un equipo con los mejores profesionales dispuesto a lograr que la cotidiana existencia de cada uno de sus ‘amigos y, sin embargo, clientes’ discurra sin estridencias, serenamente y en paz.
De hecho, esta barbacoa de los miércoles va camino de convertirse en una de esas costumbres –que más que costumbres, al cabo del tiempo parecen ya instituciones- que, a medida que se van arraigando y consolidando, traspasan las fronteras. No es el primer caso que alguno de los invitados vuelve al cabo del tiempo con su barco y su familia, decide echar el ancla en la marina –por otra parte, los precios aquí son de lo más competitivos- y se apunta con carácter irrenunciable a la barbacoa de los miércoles, proclamando que ha sido decisiva para trasladarse a Yacht Port.
Antes de acabar esta visita de hoy a la marina le comento a Mamen Ros, la directora, que parece como si los clientes que llegan pasaran a integrarse una gran familia. ‘Sí, se puede decir que los vamos adoptando... Aunque, hablando más en serio, lo mejor es que sea así. ¿Es lo ideal, no? Se trata de hacerles la vida lo más agradable posible. Recuerdo que hemos habilitado aulas para que puedan dar clases de español. Otra vez, cuando se celebró la boda de los duques de Cambridge, Guillermo y Kate, los ingleses engalanaron todos sus barcos y nosotros les proporcionamos una sala de televisión, con varios ordenadores, para que pudieran ver en directo la ceremonia y accedieran a la información. Otro tanto hicimos con el mundial de fútbol. Algunas veces nos comentan que aquí se sienten mejor que en sus casas. Estamos todos encantados y agradecidos. Son estupendos.”