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Comparte en exclusiva con diario Ya su experiencia: Tazzari-Zero o la democratización de la movilidad sostenible

¿Cómo he llegado a conseguir mi coche eléctrico?

Redacción

El Tazzari Zero es el coche 100% eléctrico que permite desplazamientos interurbanos, con una autonomía de 140 km y una velocidad autolimitada a 100km/h, que le permite circular también por autovías y autopistas interurbanas.

 

Ricardo Fraguas

Llevo más de diez años buscando alternativas más racionales para los desplazamientos diarios. Por supuesto que los transportes colectivos no contaminantes son la mejor solución, pero, para los que necesitamos u optamos por la movilidad personal, y además nos gusta conducir, tenía que haber soluciones más racionales.

Todos los días, en las horas punta, cientos de miles de vehículos se concentran en las vías de las ciudades del planeta. Se queman millones de litros de combustible en los “atascos” de los desplazamientos cotidianos, se generan emisiones contaminantes y, además, se generan grandes cantidades de calor que no se aprovechan. Invertimos demasiado dinero en combustible. Todo esto resulta un sin sentido.

Los vehículos no son energéticamente eficientes porque parece que esta cuestión no ha supuesto una prioridad. Hemos vivido y nos hemos comportado de manera derrochadora.

A pesar de las informaciones de que unas y otras marcas van a comercializar vehículos no contaminantes, a la hora de solicitar un vehículo para matricularlo y empezar a utilizarlo, la respuesta que he recibido por parte de los concesionarios siempre ha sido la misma: - no, bueno, de momento no sabemos nada, son prototipos, quizá para el próximo año, ya sabremos algo.

Sensibilizado por la búsqueda de alternativas más racionales, empecé por intentar reducir las emisiones y el consumo de mi Seat Alhambra TDI Tiptronic, mejorando la relación peso potencia con una reprogramación de la centralita. A pesar de la inversión de poco más de 300 euros, tuve la satisfacción de comprobar que de 10,7 l. cada 100 km, en el uso habitual, se quedó en menos de 6 l. a los 100 Km, con el mismo tipo de conducción tranquila. También probé un reorganizador de moléculas del combustible por magnetismo, que se suponía que mejoraría también el rendimiento. La reducción de consumo fue inapreciable pero sí es verdad que parecía que el motor iba más suave, con una mejor combustión.

Pero, aunque todo esto estaba bien, no me parecía suficiente. Consideraba una locura seguir desplazándome todos los días con las dos toneladas de mi Seat Alhambra a la espalda. El caso es que la monovolumen es el coche ideal en el que cabemos toda la familia de 5 personas, que somos, y el equipaje, pero a diario casi siempre voy sólo.

Buscando alternativas en internet conocí los catalizadores de hidrógeno, que generan hidrogeno bajo demanda para enriquecer la mezcla de combustible y mejorar sobremanera la eficacia de la combustión, todo muy razonable y sobre el papel muy atractivo. Tratan de conseguir que el coche ande casi solo con agua, pero por la instalación complicada y seguridad aparentemente poco resuelta, me detuve en esa interesantísima vía de exploración.

A la espera del desarrollo y perfeccionamiento de los catalizadores de hidrógeno o aún mejor de los conversores de hidrógeno de enumax www.enumax.com para el vehículo familiar, la alternativa era conseguir un vehículo económico, limpio sin emisiones para los desplazamientos diarios y utilizar el familiar contaminante, para los viajes y desplazamientos en familia.

En los últimos cinco años he conocido y probado diferentes prototipos de vehículos no contaminantes, algunos muy atractivos e inteligentes, como el de motor de aire comprimido del Ingeniero de Fórmula 1 de Renault Guy Negre, pero que, por unas otras razones, no han conseguido superar la barrera de la innovación para llegar a la comercialización.

Es tan difícil conseguir que una gran idea atraviese todas las barreras necesarias, para convertirse en un servicio o en un producto susceptible de fabricarse y estar disponible para el público… Y todavía lo es más, cuando se trata de innovar. A la innovación hay que sumarle todas las energías personales necesarias para hacer ver a otros la viabilidad de algo que es nuevo, diferente, que afecta a hábitos y conceptos preestablecidos.

Es realmente admirable.

Por supuesto que puede y yo creo que debe haber una voluntad de búsqueda de un modelo económico sostenible detrás de toda innovación, pero elijo pensar que, sobre todo entraña una gran acto de generosidad, especialmente en proyectos que, como este, implican destacados beneficios sociales.

Tener una gran idea, desarrollarla, invertir tiempo esfuerzo, muchas energías y muchos recursos económicos… construir prototipos, realizar pruebas, y más pruebas y ajustes y, por supuesto, decidir si existe viabilidad comercial, si hay modelo de negocio sostenible, para luego volver a invertir en conseguir homologaciones, conseguir el aprobado de las administraciones locales y supranacionales. Ahí es nada.
Y a continuación empezar una andadura de, como dicen los anglosajones “evangelización” es decir, mostrar por qué es buena y mejor la nueva propuesta que afecta a nuestros hábitos de comportamiento y aún más a nuestras economías.

Claro, hacernos reflexionar por qué hacemos las cosas de una manera y no de otra no es siempre tan sencillo. A las personas nos cuesta pensar que lo que hacemos no necesariamente es la mejor manera de hacerlo. Siempre se ha hecho así y ya está. Y es verdad que también nos cuesta reparar en las consecuencias de nuestros actos, pues aún menos habitual nos supone reflexionar sobre los efectos que pueden tener en los demás y en nuestro entorno nuestros hábitos de vida.

Pues yo participo de la idea de que no tenemos la obligación de aceptar las cosas que nos vienen dadas sin reflexionar antes por qué es así y si existen formulas alternativas y mejores en todos los sentidos, especialmente en el de los intereses propios y de nuestros allegados.
Creo que supone una responsabilidad.

Pero, concentrémonos sólo en la cuestión que nos ocupa, la movilidad personal.

Espero que tengamos oportunidad de tratar de buscar respuestas, en próximas ocasiones, al por qué se ha desarrollo la movilidad personal y el transporte rodado, principalmente sobre la combustión de gasolina y no sobre otras fórmulas más racionales desde el punto de vista de aprovechamiento y autonomía energética.
¿Hubo y hay otras alternativas que pudieran parecer más racionales? ¿Descubriremos que las cosas no son porque sí, sino porque algunas personas han tomado decisiones concretas en momentos concretos que no necesariamente tienen relación alguna con el interés general?

En esta sociedad que vivimos de aceleración del conocimiento, de la ciencia, de la tecnología, con tantos e incesantes avances en todas las materias, parece increíble pensar que la única forma de desplazamiento personal y de transporte rodado esté basada en el abuso continuado de la naturaleza, en la extracción, a toda costa, de recursos limitados de las entrañas del planeta.

Parece de una película de ciencia ficción pero de de las de miedo de serie B. “Ala”, como hay un modelo económico que satisface los intereses establecidos, vamos a seguir destrozando el entorno para continuar sustentándonos en esta ficción con fecha de caducidad. Y luego ya veremos.
Pero ¿hay alternativas? Pues parece que sí y estupendas, mucho mejores para todos aunque no con modelos económicos establecidos tan preclaros como los de los combustibles fósiles, -o la energía nuclear-, sobre los que se sustenta la economía mundial…

Podría haber formulas para ir empezando a sumar y contribuir al cambio.

En mi búsqueda periódica de información sobre novedades de movilidad sostenible, descubrí recientemente que había un coche 100% cero emisiones que ofrece una autonomía y prestaciones suficientes para el desplazamiento cotidiano desde y por la ciudad, y que de verdad estaba disponible y matriculable para circular por carretera y autovía a un precio ya cercano incluso a la amortización directa por ahorro en consumo de combustible.

140 km de autonomía real decía la información y ahora doy fe de que es así, menos de un euro por cada 100 km recorridos a precio de tarifa eléctrica standard. Garantía de dos años en coche y baterías. Por menos de 20.000 euros. “Caray”, comparado con los 35.000 euros mínimos y de casi la única alternativa que existe de verdad disponible en el mercado, para alguien que quiera comprar hoy y circular hoy con un coche no contaminante, que permita el desplazamiento por calles, carreteras y autovías, pues me llamó la atención, la verdad.

Tanto como para pensar que, como sucede con las grandes marcas, se trataría de una información para posicionarse en el mercado pero que a la hora de la verdad no podría adquirirlo y empezar a usarlo.

Así que envié un email a Imola Italia, donde se encuentra la fábrica del Tazzari- Zero solicitando información y una prueba. A las dos o tres semanas me contestaron agradeciéndome el interés e informándome que todo era como rezaba en las noticias. Que el vehículo estaba listo para comprar y matricular en Europa con todos los permisos y homologaciones necesarias, y que podría realizar la prueba en Barcelona, donde ya tenían unos primeros vehículos a cargo del importador para España, la empresa Enísola.

Fui a Barcelona hace dos meses, probé el cochecito y sin pensarlo mucho, y con el beneplácito y apoyo de la extraordinaria mujer que tengo por esposa, que me apoya en todas mis iniciativas, lo he adquirido y ya lo estamos disfrutando.

El logro de Erik Tazzari, que he sabido jovencísimo heredero del grupo empresarial especializado en la ingeniería de aluminio para la automoción deportiva (Ferrari, Lamborghini, Aston Martin), es realmente admirable.

Él y su equipo han conseguido crear un vehículo que no produce emisiones contaminantes, con una eficacia energética muy avanzada, con diseño y divertido de conducir, y han conseguido superar todos los obstáculos administrativos y técnicos para iniciar la comercialización.

Me parece aún más asombroso que, sin economía de escala, hayan sido capaces de ofrecer su producto de tecnología tan avanzada y con tantos requerimientos de inversión por un precio que pueda ser accesible, para más allá de unas pocas fortunas. Me recuerda al concepto del Ford T. Parece que Erik Tazzari ha querido contribuir a la democratización de la sostenibilidad.

Aprovecho la ocasión para agradecerle públicamente su esfuerzo generoso en este sentido.

Muchas gracias, Recibid mis mejores deseos.

Ricardo Fraguas Poole
[email protected]