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Diario YA


 

La Gallera

¿Crisis? ¿Qué crisis?

José Escandell. Se desató finalmente la crisis económica, llevamos ya tiempo chapoteando en ella y andamos todos preocupados. Aunque en España esta crisis está cursando sin la más leve convulsión social. Debe ser que el ser el gobierno de izquierdas garantiza la completa pasividad de las fuerzas de agitación.

Además no parece que se esté haciendo nada sustancial contra la crisis, y es posible que no haya mucho que hacer, quizás. En paralelo, todos los centros de poder (partidos, medios de comunicación, entidades económicas, etc.) no sólo perseveran en sus proyectos ideológicos, sino que aprovechan también el tiempo y avanzan impertérritos hacia una sociedad secularizada por completo. La punta de lanza de esta pretensión es, sin duda, la nueva ley del aborto.

Esta crisis económica tiene aspectos peculiares que la diferencian de otras crisis anteriores. Una de las tonterías que se dijeron en los primeros tiempos de esta crisis es que, en esta situación, quedaba demostrada la falsedad del capitalismo. Sólo quien afronte los hechos sociales con los esquemitas de la Guerra Fría puede seguir pensando que la modernidad es un enfrentamiento entre el liberalismo y el socialismo, en el sentido más amplio de estas palabras. Ya somos mayorcitos y la caída del Muro de Berlín debería haber facilitado descubrir que el pretendido liberalismo occidental, en apariencia triunfante sobre el socialismo comunista, nunca ha sido realmente liberal (gracias a Dios).
La Ilustración del siglo XVIII significa la llegada al poder, en Occidente, de las fuerzas progresistas o secularistas. Desde entonces, los diversos episodios principales de la historia contemporánea son ajustes y avances del progresismo. Por ejemplo, una modalidad singular del secularismo es la que tiene lugar durante el romanticismo, y otra variante distinta es la cientificista de finales del Diecinueve. También las dos Guerras Mundiales son mojones de este combate por la conquista del mundo. Llegamos así a los años Cuarenta, cuando el mundo se divide en los dos Bloques. Lo que definitivamente se instala entonces en Occidente (Europa y Estados Unidos) es la mentalidad del Estado del Bienestar.

Desde un punto de vista económico, el Estado del Bienestar es proteccionista y sólo incluye ciertas dosis muy controladas de liberalismo. Una de esas dimensiones liberales es, precisamente, la de la economía especulativa y financiera. Desde el punto de vista moral, lo que entonces se pone en marcha es la creación de una inmensa maquinaria de control de la sociedad. El Leviathan reeditado. Se declara que la gente tiene toda clase de derechos económicos, educativos, políticos, informativos, etc., y se declara a la vez que es el Estado el agente único encargado de satisfacer las exigencias de esos derechos. El poder del Estado nunca ha sido tan grande como ahora.

Mirada sobre este fondo, la crisis económica actual no está siendo afrontada como una crisis del modelo de vida de Occidente. Occidente no parece dispuesto a cambiar de modo de vida. Se trata, una vez más, de un simple ajuste de las piezas. Se trata de una importante vuelta de tuerca en el aumento del poder del Estado, en el retroceso de la moralidad social por avance del progresismo secularista, en una derrota más del ciudadano y del hombre.

La solución es muy sencilla: basta querer ser buenas personas.