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Diario YA


 

tras el asesinato del joven salesiano polaco Marek Rybinski

¿Por qué le has matado?

P. Manuel Bru. Esta es la pregunta que el arzobispo de Túnez, monseñor Maroun Lahham, le hace al asesino del joven salesiano polaco Marek Rybinski, degollado el pasado 18 de febrero. Según el Ministerio de Interior de aquel país, el motivo fue que el carpintero de la escuela de los salesianos de Manouba no había dado cuentas del adelanto económico recibido para la compra de materiales, y presa del pánico, “sorprendió al sacerdote con sucesivos golpes muy fuertes con un objeto contundente en la nuca y el cuello provocándole la muerte “. Pero el arzobispo, lógicamente, no puede creerse que el Padre Marek haya muerto por dos mil dinares.
Y en una carta abierta, con el corazón en la mano, le hace un sin fin de preguntas al asesino: “¿Cuál es el verdadero motivo por el que has matado al padre Marek? ¿Y por qué de esta manera bárbara? Su juventud y su inocencia, ¿no te han inspirado ningún sentimiento de piedad? ¿Ni su físico frágil? Le has dejado inconsciente a golpe de martillo, ¿no te parecía suficiente? Era necesario degollarle y dejarle bañado por su sangre? ¿Cómo has podido dormir después? ¿De qué pasta estás hecho? ¿Qué religión profesas? ¿Eres de quienes creen en Dios Compasivo, Misericordioso (Al Rahman Al Rahim)? ¿Cómo conjugas tu crimen con tu fe? Responde a estas preguntas, tranquilízanos, tranquiliza nuestro corazón de padre y de hermanos… Después te prometo el perdón. Primero tendrás que pedírselo a Dios, después lo recibirás de la Iglesia católica en Túnez”.
Ese era el mensaje evangélico enviado al asesino. Ahora, este es el mensaje evangélico enviado a todos los tunecinos, especialmente a los musulmanes y a los judios: “No es el momento del pánico, sino de la fe, de la paciencia, de la precaución. ¿Huir? Nada de eso, los momentos difíciles no son momentos de huida (…) Nos quedamos en este país que nos acoge, que nos ama y al que amamos. Nos quedamos también por vosotros, pues queremos enriquecernos con vuestra presencia y vuestra diferencia, y os proponemos también los valores en los que creemos y que tratamos de vivir a pesar de nuestras debilidades, valores que pueden ofreceros una contribución de fe, de esperanza y de confianza”.
El padre Marek había escrito, dos semanas antes de su asesinato, que el pueblo tunecino “es una nación joven, inteligente, incapaz de recurrir a la violencia, profundamente buena, que no es capaz de odiar”. Y los jóvenes tunecinos que se reunieron en la catedral, el 20 de febrero, con flores, con lágrimas en los ojos, gritaron: “No le hemos matado nosotros, no ha sido Túnez. ¡Perdonadnos!”. Pero, como dice el arzobispo Lahamm, “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere…”. Ha caído, ha muerto y, siguiendo el ejemplo de Cristo al que el padre Marek se había consagrado, dará su fruto.