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Diario YA


 

Cuando las campanas doblen no preguntes por quién lo hacen: doblan por ti.

¿Por quién doblan las campanas?

Ángel Ruiz Cediel

Magistralmente apuntaba Hemingway, en “For whom the bell tolls”, que ningún hombre es una isla, sino parte de un continente, de una tierra, y que si el mar se llevara un pedazo de ella (un hombre), todo el continente quedaría disminuido como un promontorio; que la muerte de un solo hombre disminuía a la humanidad, porque todos somos parte de la humanidad; y que, por consiguiente, nunca se debería preguntar nadie por quién doblan las campanas, porque, lo hicieran por quien lo hicieran, estaban haciéndolo por cada uno de nosotros.

Vuelven a tañer las campanas, avisando a la población de la gran noticia: ETA ha proclamado unilateralmente su cese de definitivo de la lucha armada. Una manifestación, sin embargo, que ni los más expertos semiólogos del universo mundo saben qué diantres significa, especialmente cuando tal manifestación sale de algunos de los labios más mentirosos imaginables, que ya en numerosas ocasiones anteriores (y todas en campañas electorales) habían promulgado (doblar o rebato de campanas incluidas) mil pomposas y falaces sinonimias como éstas, todas ellas previas a la cruenta matanza de algunos inocentes y a la destrucción de bienes y de la fe de todos, que ya tenían planificado perpetrar. Del mentiroso, en fin, en vano sería esperar la verdad o del asesino que respalde la vida…, salvo que se sea político y que haya comprado a precio de oro y dignidad una embaucadora manifestación semejante, más que nada porque le viene bien a su delirio de entrar en los libros de Historia (El Pacificador, se figura a sí propio en sus ensoñaciones) o para dar el campanazo en la campaña electoral, enterrando o disimulando con tal noticia siete años continuados de desastres, desafueros, despropósitos, actos y legislaciones liberticidas, además, claro está, de contantes incoherencias y ruinas morales y sociales de todo tipo, orden y calado. El faisán canta alegre su gorgorito de gloria.

El tañido de estas campanas es de rebato para los políticos, especialmente para los puristas socialistas, quienes son capaces ver horrorosos delitos en tres trajes regalados a un preboste potencial corrupto que debe ser perseguido hasta la cárcel y la destrucción personal, pero que, curiosamente, disculpan a los terroristas con paciente considerada misericordia cientos de crímenes atroces, terror a mansalva, violaciones continuas de los derechos humanos (de las víctimas y los ciudadanos en general), mutilaciones, daños colaterales, etcétera. Aunque no sólo, porque también las derechas consideran esto como una buena noticia, vaya usted a saber por qué y cuál. Como he dicho tantas veces, son los dos brazos de la misma bestia: tomen nota.

Para los ciudadanos pensantes e independientes, los que son capaces de elaborar criterios propios y de valorar por su propia objetividad los acontecimientos que se les presentan, estos tañidos son escuchados como de ánimas o difuntos, con una cadencia tétrica y mortuoria que encanaga de pesar el presente y el futuro, advirtiendo ya de venideros entierros no sólo de más potenciales víctimas, sino también de la dignidad y la Justicia colectiva, pues que saben entender y entienden y saben leer y leen que no hay rendición terrorista en esa falsaria declación, ni siquiera disolución de la partida armada, ni tan sólo un atisbo siquiera de arrepentimiento de su trayectoria o sus fechorías, sino un chantaje, una amenaza mucho más que latente, apenas un breve parón de espera que pone condiciones a la rendición ciudadana colectiva sin condiciones, exigiendo la independencia bajo amenazas, el que se libere a sus héroes y que sean condonados con prebendas ignominiosas todos sus crímenes. Y saben los pensantes que si el Estado no cumple con sus exigencias, lo que en realidad promulgan y advierten los terroristas es que volverán a las andadas con más fuerza porque en este tiempo han recuperado ánimos y porque nada ha cambiado, sino que es una extorsión más igual en su igualdad a todas las anteriores proclamaciones de paces traicioneras.

Dicen los políticos que es un manifiesto feliz porque lo han hecho los hijos del terror sin contrapartidas, libremente, y los políticos mienten, tal y como ya nos tienen acostumbrados. Sentencias de favor, brazos políticos en las Instituciones y liberación de presos (o fugas de risa), son más que sobrada contrapartida, todo eso sin considerar que los documentos y actas de reuniones de los terroristas con delegados del Estado capturados a los miembros de la banda que fueron detenidos por la Policía o la Guardia Civil, cuya veracidad negaron los políticos, finalmente se cumplen taz y taz y se puede verificar que ésta declaración que ayer publicaron es una manifestación programada, un teatrillo pagado al precio más alto que puede abonar una sociedad: el de su propia verticalidad, su dignidad y su Justicia, que es decir sus aspiraciones.

Cadenciosa y mortuoriamente tañen las campanas un continuo toque de ánimas; pero ninguno deberíamos preguntarnos por quién doblan: lo hacen por cada uno de nosotros.