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Diario YA


 

¿Pretenden hacer bailar a España como a un oso de feria?

Miguel Massanet Bosch.  Por enésima vez los españoles tenemos la sensación de que se nos está toreando. De que, entre la Alemania del Bundesbank, la señora Merkel y el señor ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble, y el presidente del BCE, el italiano, presidente del BCE señor Mario Draghi, se nos está dando largas en cuanto al necesario apoyo que venimos solicitando de la CE que, a cualquiera que tenga costumbre de seguir la política internacional, le da la sensación de que, en lugar de ser una comunidad de 27 países europeas, regidos por un Parlamento comunitario, con un presidente, el señor Van Rompuy, y una Zona Euro en la que, curiosamente, sólo se adhirieron 17 de las naciones; estamos ante un resurgido III Reich, no porque Alemania haya ocupado a Europa militarmente, sino porque, en esta ocasión, lo que intentan es imponernos su poderío económico a toda Europa, para que el resto de países tengamos que pasar por el rasero de lo que todopoderoso Bundesbank decida que se haga. 

 
No es de recibo, no se puede admitir que, una Europa que no ha sido capaz de darse una Constitución, por culpa de los neonacionalismos que parece que están resurgiendo en muchas de las naciones que se acogieron a la UE, seguramente desengañadas por los continuos errores que vienen cometiendo las instituciones europeas, en cuando a las políticas comunitarias para enfrentarse a la crisis –que no han conseguido apaciguar los mercados bursátiles y han tenido poca flexibilidad a la hora de fijar los mecanismos para el ajuste de las economías de los distintos países, a los que han obligado a drásticos recortes descuidando en muchos casos fomentar, al mismo tiempo, una política paralela de reactivación económica que ayudara a poner en marcha al ralentizado tejido industrial y el comercio, tan necesarios para iniciar una recuperación efectiva. Lo único que se viene obteniendo con tales medidas extremas, ha sido crear más desempleo y ahogar la economía, entre la contracción de la demanda producida por la desconfianza e incertidumbre de los ciudadanos y una falta absoluta de créditos bancarios para incentivar y proporcionar liquidez a las empresas, un apoyo que les permitiera dotarse de los recursos precisos para poder competir, en igualdad de condiciones, con sus competidores extranjeros y nacionales.
 
Está visto que lo que aparentemente intenta la señora Merkel y a lo que queda limitado el presidente del BCE, señor Draghi, con su cerrada política respecto a la compra de deuda; es lo que ya quisieron poner en práctica Francia y Alemania en la primera etapa, cuando el señor Sarkozy mandaba en Francia y las relaciones franco alemanas estaban en sus momentos más dulces. Ya hace tiempo que los países del norte de Europa se quejan de las supuestas carencias de los del sur. A las intervenciones de Gracia, Irlanda y Portugal (podríamos decir que naciones de segundo orden en cuanto a su potencial económico) parece que tenían la idea  de que, las siguientes en pedir el rescate, fueran España e Italia; no porque pensaran que ambas naciones no tuvieran una economía sólida capaz de responder de las deudas que contrajeran, sino porque, especialmente Alemania, tiene fuertes vínculos económicos con ambas naciones y sus bancos están cargados de deuda de ambos países. Si ya tuvieron interés en el rescate de Grecia, por los mismos argumentos, ahora, con mayor motivo, tienen en mente tenernos controlados porque no tienen confianza ni en la solidez en España ni en la de Italia y, tampoco les va mal, que nuestras economías, en muchos aspectos muy competitiva (como es el caso de las industrias de fabricación de automóviles), puedan perjudicar sus exportaciones.
 
Si bien Francia, en estos momentos  en manos del señor Hollande, no le resulta tan manejable a la señora Merkel, no debemos olvidar que les quedan muchos intereses comunes para mantenerse unidos, máxime cuando las circunstancias parecen serles favorables para sus intereses. Pensemos un poco: el euro está pasando por un periodo de dificultades, en gran parte causadas por las llamadas PIIGS, en especial España e Italia están siendo sometidas a violentos ataques especulativos, favorecidos por las contradicciones del señor Draghi que sigue una política de manifestaciones y renuncios, según que lo que diga le guste al Bundesbank o no. Con ello está consiguiendo que tanto nuestra deuda, como la italiana, estén sometidas a fuertes fluctuaciones, con una volatilidad extrema, que hacen imposible que el gobierno español consiga colocar deuda a un diferencial razonable (a estas horas ya estamos por encima de los 600 puntos básicos respecto a Alemania) y a un interés por encima del 7%, algo que, de prolongarse, no podría ser sostenible. En realidad, se habla de septiembre como tope máximo de resistencia y, si entonces no han cambiado las condiciones, es muy probable que no quedara más remedio que acudir al temido rescate.
 
No me extrañaría nada que esta fuere la intención de Alemania y de su coro de naciones del norte, como Finlandia, Dinamarca Holanda, Luxemburgo etc. que verían, sin duda, con buenos ojos que, tanto España como Italia se vieran sujetas al control de los famosos “hombres de negro”, unos personajes que, por cierto, no parece que hayan tenido mucho éxito en el caso de Grecia. Aparte de tener controlados y sometidos a su estricta vigilancia a dos países que, si tuvieran que ser rescatados como lo fueron Grecia o Portugal, es evidente que el Fondo de Rescate no tendría capacidad económica suficiente para poder hacerlo; es muy posible que tengan la tentación de volver al proyecto de una Europa  a dos velocidades, de modo que las naciones más saneadas y potentes tuvieran un peso mayor en la Zona Euro y el resto, las del sur, se debieran conformar con un estatus de países subordinados. No me gusta decirlo, pero es posible que, en algún momento, tuviéramos que aprender a gritar ¡Heil frau Merkel!
 
Lo más desconcertante es la inflexibilidad de Alemania  a que se adopten medidas alternativas. Está cerrando todos los caminos posibles de financiación. El presidente del Bundesbank parece pues que también ha rechazado el que se dote al MEDE (Fondo de Rescate Permanente), de la licencia bancaria. Con dicho instrumento el citado organismo se podría apalancar financiándolo el BCE como viene haciendo con la banca europea, pudiendo llegar hasta los tres billones de euros, según explicaba en su informe el señor Miguel Paz, de Unicaja. Todo apunta a que lo que desean desde Alemania es que España se acoja a una especie de rescate “blando”, para que pudiera acceder al Fondo de Rescate, con todos los inconvenientes que ello supondría para una ciudadanía que empieza a estar harta de que se nos vayan exigiendo más sacrificios sin que, por otra parte, se vea algún signo de reactivación económica que pudiera dar una esperanza de un aumento de puestos de trabajo y una normalización de nuestra deuda, a fin de que se pudiera refinanciar, sin que ello signifique un asalto a mano armada a nuestro Tesoro.
 
En ocasiones, los paños calientes no dan resultado, hace falta fajarse y plantar cara, para que no se nos tome por fáciles de someter. Ahora tienen la ocasión el señor Rajoy y el señor Monti de demostrarnos a los ciudadanos que, aparte de pedirnos sacrificios, recortes y más impuestos, saben como coaligarse para presentar un frente común a este intento de rebajarnos como naciones y como potencias industriales. No es la primera vez que nos encontramos en peligro y hemos conseguido salvarlo. Probémoslo de nuevo. O esta es, señores, mi forma de ver la problemática de España.