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Diario YA


 

¿Problema de ignorancia?

Manuel Parra Celaya. La semana pasada centraba mi artículo en la escenificación del número de los verificadores, que probó una vez más que el PNV sigue recogiendo las nueces. Reconozco que quizás me excedí en mi opinión sobre esos personajes, pero es que uno está muy quemado  en todo lo que afecta al separatismo, sea en forma terrorista y violenta, sea de guante blanco, traje y corbata de seda, sea de sacristía.
 

 Suavizando mi diatriba de hace siete días, pienso ahora que el problema de quienes se reunieron con los encapuchados se basa en la ignorancia; habría que debatir si esta es congénita, de naturaleza vencible o invencible, pero vamos a dejarlo ahí.
 La clave me la ha proporcionado la relectura de unas palabras de Julián Marías en su “España inteligible” (libro que aconsejo al señor Wert que instituya como libro de texto obligatorio para todos los aspirantes a impartir historia en la ESO y en Bachillerato) acerca de los intelectuales de allende de los Pirineos y sus conocimientos sobre la España real; cita a Francis Bacon y a Fénelon, cuyas “reflexiones teóricas no coinciden en modo alguno con su calidad intelectual, menos aun con su contenido de verdad”. No es que don Julián los moteje de tontos del haba, simplemente de ignorantes acerca de los temas españoles.
 No sé a cuál de ambas categorías pertenece doña Cecilia Malmström, del Grupo Liberal del Parlamento europeo, que fue eurodiputada entre 1996 y 2006 y Ministra de Asuntos Exteriores de Suecia entre 2006 y 2010, y que, al parecer, vivió algún tiempo en España. Dicha señora se ha unido al coro de voces que claman contra la actuación de la Guardia Civil en el asalto a la valla de Ceuta y se propone investigar si se vulneraron leyes europeas al impedir la invasión de la frontera sur de esa Europa de la que es Comisario de Interior.
 De los periódicos, obtengo otra perla: cuando esta señora estaba en Barcelona, una amiga le confesó que su abuelita la llevaba al sótano para enseñarle canciones infantiles catalanas “lo que no estaba permitido bajo la dictadura fascista de Franco”. Ahora me he dado cuenta de que mi familia y mi colegio (público, por cierto) eran reos de delito y susceptibles de haber sido llevados a los tribunales del franquismo, porque tanto en una como en el otro me enseñaron canciones populares e infantiles en catalán. Para más inri, en mi biblioteca constan añejos cancioneros del Frente de Juventudes de los años 40 donde también se contienen canciones catalanas.
 Una de dos: o su presunta amiga mintió como una bellaca o la abuelita mencionada sufría una especie de paranoia producto de la edad. Cabe una tercera posibilidad: que doña Cecilia puede ser incluida, por méritos propios, entre los tontos del haba o los ignorantes, que se pueden unir a la lista de intelectuales  que tradicionalmente han desconocido todo sobre España.
                                                             

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