Jesús Asensi Vendrell. Casi todos los españoles nos hemos escandalizado, pese al ambiente sensual que nos invade por completo, al enterarnos de la violación reiterada a dos niñas a manos de otros menores, algunos de ellos con tan solo 12 y 13 años.

            Y para algunos ha sido tal la barbarie cometida que han exigido una reforma de la Ley del Menor para que se reduzca la edad penal y se castigue a los niños que se atrevan a cometer semejantes delitos.

            Pero claro, las voces “progresistas”, las mismas que ahora nos gobiernan, han puesto el grito en el cielo ante semejante propuesta, tachándola de innecesaria e insistiendo, de forma unánime, en la necesidad de enfriar los ánimos antes de plantearse cualquier reforma.

            Sí y por eso, el editorial que El País, el periódico del Grupo Prisa ideólogo de la izquierda española, dedica a este tema insiste en la misma dirección: "Cada vez que se produce un hecho luctuoso que provoca conmoción social, la primera reacción de muchos es proponer una reforma legal como solución. Sin ser descartable a priori la reforma, proponerla en caliente y bajo los efectos emocionales del hecho constituye una forma de actuar irreflexiva y primaria que, aunque comprensible entre los afectados, debe ser absolutamente rechazada como método de legislar (y de gobernar). (…) A veces no hacen falta nuevas leyes, sino aplicar las existentes. Y exigírselo a las instituciones, en vez de acuciarlas con reformas innecesarias y alarmistas”.

            Y es que casi todos los españoles nos escandalizamos, pese al ambiente abortista que nos invade, al enterarnos de las barbaridades cometidas en las clínicas abortistas del doctor Morín y en algunas otras más, donde se saltaban la Ley de forma reiterada y abortaban bebés falsificando informes, fuera del plazo límite y utilizando unas trituradoras de carne para borrar las huellas del crimen.

            Y para algunos ha sido tal la barbarie cometida que han exigido una reforma de la Ley del aborto para que… ningún facultativo sanitario ingrese en prisión.

            Pero claro, las voces pro-vida, las mismas que defienden los derechos de las madres que desean tener a sus bebés pese a las presiones de todo tipo que reciben, han puesto el grito en el cielo ante semejante propuesta, tachándola de innecesaria e insistiendo, de forma unánime, en la necesidad de enfriar los ánimos antes de plantearse cualquier reforma.

            Sí y por eso, el editorial que El País, el periódico del Grupo Prisa ideólogo de la izquierda española, dedica a este tema e insiste en la misma dirección… ¡no existe!