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Diario YA


 

De la izquierda depende

¿Seguiremos el rumbo de Grecia?

Miguel Massanet Bosch. Es evidente que es imposible contentar a todos y, por ello, hoy quiero disculparme, antes de iniciar mi comentario habitual, con algunos lectores que me tachan de “enrollarme demasiado” y de “escribir tonterías”. Sin embargo, aún reconociendo mis defectos, tengo que darles la mala noticia de que, mientras tenga salud y los medios crean oportuno publicarme mis artículos, voy a seguir en la brecha, no para ir contra nadie ni para embromar a los que no les agrado sino, simplemente, porque me siento libre y con derecho a expresar mis verdades que, muy posiblemente, para otros, no lo serán. A estos les recomiendo que se abstengan de leerme. Y, dicho esto, entremos en lo que va a ser el comentario de este día. Seguramente habrán leído, con preocupación, los últimos sucesos que afectan a Grecia y habrán tenido ocasión de alarmarse ante los sucesos que están teniendo lugar en aquel país, donde la crisis extrema que están padeciendo ha puesto a su gobierno ante la difícil alternativa de aceptar las draconianas condiciones que les impone Europa para recibir las ayudas que les han prometido y la tesitura de tener que soportar la revolución en las calles que, si Dios no lo remedia, es posible que acabe en una situación que, las fuerzas de policía, sean incapaces de controlar, al estilo de lo que sucedió en la plaza de Tahir en Egipto.
 
Si Grecia ha sido incapaz de parar la degradación de su economía, en manos del gobierno del señor Karolos Papoulias, del partido socialista quien, como empieza a ser habitual en Europa, ha sido incapaz de detener la deriva de despilfarro y poner orden en un pueblo, el griego, acostumbrado a vivir, como ha sucedido en España, por encima de sus posibilidades. Es obvio que, el efecto de la situación de Grecia está influyendo en toda la CE y, podríamos decir que, en lo que hace referencia al peligro del impago de su deuda, hay naciones cuyas entidades bancarias son poseedoras de gran cantidad de deuda griega que debieran de estar mucho más preocupados que España que, afortunadamente, no dispone de una cartera importante de aquellos valores. Entre las más afectadas tenemos a la propia Alemania y a Francia, lo que queda acreditado por el interés que vienen poniendo en evitar que Grecia acabe en quiebra soberana.
 
No obstante, no podemos despreciar el efecto dominó de lo que podría ser una catástrofe para el euro y la UE, si es que Grecia no llegara a regularizar su situación y las reformas que se ha comprometido a llevar a cabo, ante Europa, no pudieran cumplirse como consecuencia de la revolución que los partidos de izquierdas y los extremistas están promoviendo en las calles de las grandes urbes, si el Gobierno no consigue apaciguar los ánimos y hacer entrar en razón al pueblo, para que acepten el mal menor por muchos sacrificios que ello comporte. Para España, en concreto, existe el peligro de que, con motivo de las valientes reformas que el partido del Gobierno está llevando a cabo a marchas forzadas, cumpliendo con su programa de gobierno y con las promesas que el señor Rajoy ha tenido que hacer en Bruselas para que, desde allí, intenten suavizar las exigencias en cuanto al déficit público y, el BCE, siga comprando deuda española lo que, hasta ahora, ha tenido el resultado de que, las últimas emisiones de deuda pública, emitidas por el Tesoro, hayan sido acogidas favorablemente y hayamos podido colocarlas a un interés muy favorable.
 
No obstante, tenemos la impresión de que la izquierda española, comandada por el PSOE del señor Rubalcaba no parece dispuesta a colaborar con el Gobierno. Ni los sindicatos CC.OO y UGT, comandados por el señor Méndez y el señor Tocho, ni el señor Cayo Lara del PC ni el mayor causante de que España se encuentre en la precaria situación en la que nos hallamos, el PSOE, dan la sensación de querer colaborar a la recuperación económica. Ha bastado que, a menos de los dos meses de gobierno del PP, se haya puesto en práctica lo que podríamos calificar de “cura de caballo” como único remedio para evitar que los pronósticos de la debacle lleguen a hacerse ciertos; para que, en una de las demostraciones de hipocresía, la izquierda, a una, se haya rasgado las vestiduras y se haya puesto en pie de guerra aunque, los Sindicatos, de momento, prefieran tantear el terreno antes de arriesgarse a convocar una huelga general de resultados inciertos. Y eso que, a mi criterio, han sido los que han salido más vapuleados con la reforma gubernamental, especialmente, en el tema de la negociación colectiva; al darse preferencia al convenio de empresa con respecto a los de sector, ramo, autonómicos o estatales. Su poder del control de los trabajadores ha quedado diezmado, lo que se une a la baja valoración que los obreros les otorgan luego de que se hayan mostrado impasibles al paro, durante los más de 7 años del gobierno socialista.
 
De la reunión prevista, creo que para el 15 de este mes, entre Rajoy y Rubalcaba poco creo que vaya a salir debido a que, el nuevo Secretario General del PSOE, se encuentra entre las brasas, a las puertas de la elecciones andaluzas, con varios frentes a los que prestar atención y con el último aldabonazo a causa de la dimisión del líder de Sevilla por sus divergencias en cuanto a las listas electorales confeccionadas por el omnipresente señor Griñán. Rubalcaba no va a querer llegar a pactos con el PP, salvo en el tema del terrorismo, porque, sin duda, le costaría mucho explicarlos ante un partido dividido, con las heridas recientes, entre rubalcabistas y chaconistas, que todavía colean y la cercanía de las elecciones andaluzas donde, si se cumplen los pronósticos, es posible que sufran un fuerte castigo.
 
Pero toda esta guerra soterrada, el hecho de que el paro no se pueda contener y cada día siga aumentando, lo mismo que el número de empresas que cierran las persianas; entraña el peligro de que los plazos que se manejan para un posible inicio de la recuperación de nuestra actividad industrial y comercial, que todos señalan para mediados del año 2013, sean demasiado dilatados para detener una posible reacción social que, si hasta ahora se ha podido contener gracias a que existe una economía sumergida que se calcula en más de un 20 % y, por otra parte, que los que no cobraban ninguna prestación relacionada con el desempleo eran menos. Últimamente, no obstante, las familias en que todos sus miembros están en el paro ya superan 1’5 millones de trabajadores y sigue en ascenso.
 
Es obvio que la irresponsabilidad de la izquierda ha sido alentada por las declaraciones de algunos de sus miembros – el caso de la secretaria de Políticas Autonómicas, de la Agrupación Socialista de Chamartín, Martu Garrote, que se explayó de forma insensata al decir “Siempre digo que en España quemamos pocas iglesias y matamos pocos curas, pero en la catedral de dan fé de lo malos que somos los rojos” o del señor Oscar López, el Secretario de Organización del PSOE que, en un ejercicio de amnesia más propio de un anciano con Alzheimer que de una persona joven como es él; ha manifestado, sin el menor rubor: “La reforma laboral del PP es una demolición laboral, una demolición de los derechos de los trabajadores” ¿No será que se estará refiriendo a los 5’5 millones de parados? Y, en su empecinamiento, continuó diciendo que, el Gobierno del señor Rajoy “es el que más ha mentido y más derechos ha recortado en menos tiempo, en la historia de la democracia”. Huelgan comentarios. O esta es, señores, mi opinión al respeto.