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Diario YA


 

la búsqueda de la justicia para un eventual inocente

Acusar no es gratis

Gonzalo Rojas Sánchez. Cuando Emile Zola escribió su famoso "Yo acuso", dirigido al presidente de Francia, ya había una acusación formulada y un hombre condenado, Dreyfus.
      Por eso no estaba mal, para nada, que Zola hubiese querido descargar su conciencia haciendo, a su vez, otras acusaciones que dirigió a diversos oficiales del ejército francés. Era la búsqueda de la justicia para un eventual inocente.
      Acusar públicamente: uno de los más riesgosos comportamientos ciudadanos. Desarrollado a través de los mecanismos institucionales, ayuda a clarificar, purifica las intenciones de unos y otros y, obviamente, sirve para intentar la justicia.
      Pero utilizada como fórmula de descalificación, lanzada a voleo sobre uno o más individuos, difundida con un aire de superioridad incontrastable, la acusación se convierte en arma de varios propósitos: hiere a los destinatarios directos, lanza perdigones en el tejido social y, eventualmente, se convierte en instrumento retractil contra el propio acusador.
      El senador que acusa destempladamente a la intendenta, el conductor de radio que califica a la justicia militar como inicua, el presidente de partido que trata como miserables a los funcionarios de gobierno, el médico que denigra a varios obispos, el comunista que enfrenta al general que estuvo en la CNIŠ Y suma y sigue, desgraciadamente.
      Un estilo de acusación que nada tiene que ver con la crítica.
      La crítica enfrenta a ideas, a comportamientos y los juzga con fundamentos: abre la discusión. La acusación descalificadora, no; sólo pretende cerrar el tema a favor del que la formula.
      Qué falta hace un buen registro público de acusaciones informales. Y seguirles la pista, y dejarlas en claroŠ Para que no queden como libro cerrado.