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Diario YA


 

No fue el primero ni el último ni el más importante de los bombardeos de la contienda

Algunas cuestiones en torno al bombardeo de Guernica

Pedro Sáez Martínez de Ubago. A las cuatro y media de la tarde del lunes 26 de abril de 1937 y durante unas tres horas, tuvo lugar uno de los episodios más famosos pero menos conocidos de la última guerra civil española: el bombardeo de Guernica por parte de unidades de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, encuadradas las fuerzas aéreas del bando nacional. No fue el primero ni el último ni el más importante de los bombardeos de la contienda, ya que, frente a las 294 víctimas mortales del bombardeo que padeció Durango el 31 de marzo, la prensa bilbaína de la época no habló de víctimas, aunque luego la propaganda republicana y nacionalista elevara el número de éstas a más de 3.000 y hoy la historiografía más moderna, incluyendo a autores de la asociación "Gernikazarra" como Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz estima que hubo 126 fallecidos, en una localidad de unos cinco mil quinientos habitantes de la que fueron arrasados en torno al 70% de los edificios.
Esta misma propaganda republicana y nacionalista ha querido divulgar un mito cuya mendacidad hoy ponen de manifiesto la historia y los hechos. Por un lado, la mistificación de que Guernica era una ciudad inerme que no tenía ningún interés militar ni estratégico; y por otro que los atacantes sólo buscaban arrasar los símbolos de las libertades vascas que eran la Casa de Juntas y el famoso roble que se halla delante de la misma.
Sobre este árbol, que se ha pretendido remontar a las crónicas árabes de los siglo VIII y IX, baste decir que la documentación más antigua lo remontaría al siglo XV, el denominado “Árbol padre”, sustituido en 1742 por el Árbol viejo, cuyo tocón hoy se expone en la Casa de Juntas, que, a su vez fue sustituido por un supuesto brote en 1860, ante el que jurara su cargo José Antonio Aguirre, y ha sido a su vez reemplazado por otro retoño en 2005.
Sin embargo, la realidad es muy distinta, tanto el edificio como el matojo no fueron dañados por el bombardeo y, además un pelotón de soldados del Regimiento de Regulares Tetuán nº 1 cumpliendo órdenes directas del General Emilio Mola, escoltaba y protegía al Árbol y la Casa de Juntas desde la entrada en la población hasta que fue relevado por una Compañía de los Requetés al mando del capitán carlista navarro Jaime del Burgo, quien se hizo cargo de rendir honores y custodiar los símbolos forales. Sin embargo, quien si despreciaba edificio y planta fue el marxista y democrático presidente Azaña quien calificó de “cachivaches” los símbolos que le enseñaron cuando visitó la villa.
En cuanto al interés estratégico y militar de Guernica, baste señalar que en la localidad y sus inmediaciones está documentada la presencia de lo siguiente:
1) La fábrica de armas ASTRA-UNCETA, de la que consta una partida del 23 de abril de 1937 por la que se suministró al gobierno de la república 11658 pistolas y ametralladoras, por un importe de 1.116.000 pesetas. Igualmente consta que un grupo de especialistas de la URSS iba a llegar a la localidad el martes 27 a fin de desmontar las instalaciones y maquinaria de la fábrica y trasladarlas a Bilbao.
2) El Puente de Rentería, posible aunque fallido objetivo central del bombardeo, emplazado en el centro urbano y que era la única vía férrea sobre la Ría que enlazaba Bilbao con las poblaciones del “Cinturón de Hierro” sitas al otro lado.
3) Los numerosos cuarteles, como el del 18 batallón Loyola de Gudaris y otros edificios aledaños de la Casa de Juntas, habilitados como acuartelamiento para un total aproximado de unos 3000 efectivos de las fuerzas rojas y brigadas internacionales, que es estaban reagrupando para la defensa de Bilbao. En este sentido, Gordon Thomas y Max Morgan Witts dan razón de la llegada de 2.000 soldados que acamparon en las inmediaciones del cementerio la víspera del bombardeo.
Con todo esto, y pasando por alto por razones humanitarias, los dos hospitales militares, el Penitenciario Militar de Guernica-Lumo y el habilitado en el céntrico convento de las carmelitas, cuyos soldados, una vez restablecidos volvían al fente, se pueden cuestionar todas las especulaciones sobre la indefensión de Guernica y su falta de interés militar o estratégico.
¿Hubiera tenido tanta repercusión el bombardeo de Guernica si Pablo Ruiz Picasso no hubiera pintado su famoso cuadro? Lo curioso, sin embargo, es que la pintura que hoy es la joya del Museo Reina Sofía, fue encargado al artista malagueño a principios de enero de 1937, es decir unos tres meses antes de la acción bélica que, por pura casualidad ha inmortalizado.
Concluiré citando las palabras del insigne historiador, Jesús María Salas Larrazábal, quien en su obra "Guernica" de 1987, retitulado "Guernica, el bombardeo. La Historia frente al mito" dice: “Quien tenga probada paciencia puede estudiar los orígenes históricos del mito de Guernica en las 190 páginas del capítulo primero del erudito libro “La destrucción de Guernica”, del polemista norteamericano Herbert R. Southworth, en las que va exponiendo, una tras otra, las noticias que publicó la prensa mundial en base a los cables enviados desde Bilbao por cinco corresponsales extranjeros (…). Los que afronten esta lectura podrán conocer insignificantes pormenores relacionados con este temario, país por país, pero por mucho que relean las densas páginas no serán capaces de hallar rastros de lo más esencial: los relatos de la prensa de Bilbao, numerosa entonces y, hay que suponerlo, mejor informada. Nadie considere esto como un incomprensible olvido de cronista tan minucioso, pues existe una explicación mucho más lógica: los periodistas de Bilbao (…) no comulgaron con las extravagantes tesis de los contados corresponsales extranjeros que fabricaron la leyenda, y los censores de Bilbao impusieron cortes en los pocos artículos desorbitados que la prensa local reprodujo de los diarios extranjeros. (…) y que podían ser refutados fácilmente por los evacuados de Guernica”.