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Diario YA


 

Basta ya de hablar de Catalunya y España. Catalunya es España

Artur Mas abre la caja de los truenos

Miguel Massanet Bosch.  Alguien se refirió a la irresponsabilidad de la siguiente forma: “La irresponsabilidad se debe confrontar con decisiones fuertes he indeseables”. A las alturas del siglo XXI parecería que, aquel episodio bíblico de David y Goliat, debiera de estar superado debido a que, si en aquella ocasión sonó la flauta por casualidad y David consiguió vencer al gigante Goliat las estadísticas, la realidad cotidiana y las experiencias personales nos han enseñado a todos que no es una buena táctica enfrentarse con aquel que nos supera en fuerza, inteligencia, poder o influencia, si no es que disponemos de alguna arma lo suficientemente poderosa para contrarrestar aquellas cualidades. Y es que uno, como simple ciudadano de a pie, se tiene que frotar los ojos, como aquel que despierta de un sueño, para conseguir entender como, un simple presidente de una de las 17 autonomías que, en mala hora, tenemos en España, se comporta como si en sus manos tuviera el destino de toda España, pudiera imponer al resto de españoles sus teorías y tuviera la capacidad de modificar la Constitución, contando para ello con sólo el argumento de haber conseguido sacar a la calle a un grupo de ciudadanos que, en comparación con los 47 millones de habitantes de nuestra nación, no es más que un escupitajo en un océano.

 
El señor Mas, no sólo se ha erigido en el cabecilla de la teoría independentista que sustentan algunos de los más exaltados catalanes, sino que, por añadidura, se ha trasladado a Madrid para hacer saber a los madrileños, al Gobierno español y a las Cortes que, el solo o en compañía de sus filibusteros, va a doblegar a España y le va a obligar a morder el polvo, aceptando que Cataluña se separe de la patria, sino que lo va a hacer a su modo, sin que le importe un ápice el que el resto del país no pueda estar de acuerdo con sus planes. Lo curioso ha sido que, durante la conferencia pronunciada en Madrid por el señor President de la Generalitat – una conferencia a la que no asistió ningún miembro del Gobierno y sí, nos gustaría saber por qué, el señor Spottorno, jefe de la Casa del Rey lo hizo, ¿acaso la familia real se quiere congraciar con Catalunya por la pifia del señor Urdangarín? –, se tuvieron que escuchar del señor Mas argumentos, afirmaciones y exposiciones que, seguramente, si en España contáramos con un verdadero Estado de Derecho y no con una legislación acomodaticia y flexible según convenga al momento ( sic señor  Fernández Bermejo), que parece que sigue vigente, aún después de la derrota socialista; es muy posible que, el fiscal General del reino, hubiera ordenado abrir expediente al señor Mas por delito de incitación a la rebelión y atentar contra la Constitución, en lo que hace referencia a la unidad de España.
 
No ha sido así y, sorprendentemente, hemos visto como el Gobierno ha preferido hacerse el tonto ( a veces hasta parece que lo es) y ha salido del trance con meros comentarios, más o menos evasivos, como el de la señora vicepresidenta, Sáez de Santamaría, que contestó a quienes la interrogaban diciendo que no eran momentos para ocuparse de estas cosas ( ¿nimiedades, señora Sáez?) y que lo que importaba era sacar a España de la grave situación en la que se encuentra por sus problemas de deuda. De acuerdo, pero ¿acaso el Gobierno no considera que, lo que está ocurriendo en Catalunya, esta manifestación por la independencia, las bravatas de los dirigentes de todas las fuerzas políticas, excepto el PP, incitando a la rebelión contra España y sus leyes, no requiere una respuesta inmediata para hacer entender, al señor Mas y los suyos, que el suelo catalán no es más que una parte importante de la nación española?
 
Vamos a ver, ¿cómo se entiende que, en la referida conferencia, se escuchara tranquilamente como, un engreído y melifluo, señor Mas hablaba de “Catalunya necesita un  Estado y, si no hay acuerdo, referéndum” o “¿Cómo se sabe si un pueblo es nación? Votemos y veremos cuál es la mayoría” o “El proceso de transición está en marcha… quizá tratándonos de tú a tú la relación las relaciones mejoran y alcanzaremos una buena vecindad”? El señor Más ejerció de Napoleón ante un público respetuoso pero perplejo, que escuchaba como el catalán emulaba al gran corso, como si en cada una de sus afirmaciones perdonara la vida a España y a todos los españoles. ¡Señores, nunca en la vida he sentido una sensación de vergüenza ajena como la que me produjo el ver la frialdad, la aparente indiferencia y los remilgos políticos del Gobierno ante una declaración tan descarada como es la de declarar a Catalunya como un estado, atribuyéndose los mismos derechos que tiene el español, para negociar con él de tú a tú!
 
¿Qué es eso de que Catalunya necesita un Estado? Hombre, puestos así, los de 
Vitigudino de Abajo pueden exigir lo mismo y las Baleares y Ceuta y Melilla. Ya tenemos a la nación convertida en miles de pequeños estados..Verán ustedes, en la contraportada del periódico catalán La Vanguardia, se entrevistaba a un sujeto que apuraba aún más la atomización del estado cuando decía: “Deberíamos organizarnos en pequeñas comunidades autogobernadas”, ¿por qué no?, ¿O es que no tienen sus raíces los gallegos o los castellanos, sus costumbres, sus lenguas, su cultura específica?. Y es que, señores, el sectarismo, la demagogia, la ignorancia, el empeño en enfrentar a las personas unas con otras, las ambiciones política, la temeridad y la irresponsabilidad llegan a límites tan extremos que existen políticos, nacionalistas acérrimos, que no les importaría vender a sus padres con tal de conseguir sus propósitos a costa, naturalmente, de engañar a aquellos ilusos que se dejan engatusar por sus palabras.
 
Mire usted, señor Más, hay algo en lo que coincido con usted cuando, se quiere cubrir con la manta de la democracia. Porque usted habla de un referéndum, afirmando que con él se demostraría que los catalanes, en su mayoría, desean la independencia; pero lo que no vale, que es trampa, es que usted pretenda que voten los que sabe que lo apoyan, sin embargo aquí se trata de un Estado, España, unificada desde hace 500 años, que es la que, en todo caso, debiera decidir si está dispuesta a que una parte de su territorio, unas tierras, ríos, lagos y campos y montañas, tienen que dejar de pertenecerle; sólo porque sus ocupantes ( muchos de los cuales, por lo menos la mitad, han inmigrado de otras provincias) han decidido que la quieren convertir en una nación independiente. Su famoso Estatut fue aprobado por una minoría de catalanes, que no alcanzaron ni el 50% de los votantes, cuando sus efectos sí afectaban al resto de autonomías, que se sintieron perjudicadas por él. Referéndum, si se hace, que se debe hacer extensivo a todos los españoles, para que así exista una mayoría suficiente para saber si, en general, los españoles quieren o no la independencia catalana. Y, otra cosa, ustedes no pueden rectificar, por sí solos, los procedimientos y condiciones para convocar un referéndum.
 
Y una anotación más: basta ya de hablar de Catalunya y España. Este vicio se ha extendido hasta en los medios de comunicación. Catalunya es España, una parte de una España indivisible, con la que forma un todo. Se debe mencionar como las relaciones de la autonomía catalana con el Estado o el Gobierno de la nación, porque, que sepamos y mientras la Constitución no se modifique, en España no hay más que un Estado. Como españoles exigimos al Gobierno que haga cumplir la ley sin paliativos. Es inadmisible que se hagan oídos sordos ante unas amenazas a la unidad de la nación. Huele a traición y componenda. O así es, señores, como me lo parece.