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Diario YA


 

El perfil virtual de los estudiantes

"Cariño, no hables con desconocidos"

Emma García

Si existe una época concreta en la vida del ser humano en que más importancia cobra las relaciones personales, ésta es la adolescencia. Es cuando tus amigos y amigas son el centro de tu universo. En esa etapa no solo nos quedamos ahí, necesitamos conocer más y más gente simplemente para ampliar nuestro círculo social. Sin embargo, recuerdo que cuando yo era adolescente mis padres me aconsejaban de forma insistente que no hablara con desconocidos. Lo cierto es que cualquiera lo es hasta que entablabas una conversación con ella. Hoy en día esas conversaciones se pueden tener además por internet y con cualquier persona en cualquier parte del mundo. Así que, en nuestra labor de padres y educadores de nativos digitales, somos incansables repitiendo la frase “no hables con desconocidos”.

Ese consejo lo seguimos a raja tabla durante nuestra vida adulta, y eso hace que seamos una sociedad tremendamente individualista. Cuando hago footing intento saludar a quien se cruza conmigo, pero no me es posible porque todo el mundo aparta la mirada. Si alguien necesita ayuda, puede morirse en la calle pues muy poca gente se prestará a preguntarle lo que le pasa. Y bueno, razones para estar asustados no nos faltan. Así que, con la proliferación y popularización de las redes sociales nos hemos convertido en los guardianes de la privacidad de nuestros hijos. Y no digo que no sea necesario preservar la intimidad. Lo que ocurre es que caemos en una gran contradicción colectiva. Mientras procuramos que nuestros hijos no se salgan de su entorno físico y virtual, la gran paradoja es que en el mundo adulto se admiran a las personas sociables.

Hace poco, un amigo me contaba que echaba en falta tener una red de contactos, puesto que al cambiar de profesión había perdido la que tenía. Así que acudía a eventos de networking para encontrar a gente, simplemente para charlar y compartir vivencias personales y profesionales. Está claro que las personas siempre tenemos la necesidad de relacionarnos, somos seres sociales. Quizá por ello surgen las redes sociales virtuales. Algo que no ha hecho más que dar forma digital a lo que se viene haciendo desde el inicio de las civilizaciones, que es crear comunidades. Y curiosamente en el ciberespacio resulta más fácil entrar en una, o en varias.

Así que me planteo si será lo correcto educar a los nativos digitales (nuestros hijos) en este afán de no hablar con desconocidos. Ya que éstos, para responder a su necesidad de hacer amigos, se crean un perfil virtual que a veces puedes resultar una falsa identidad. Es como un juego de rol, que les permite comunicar y expresarse a la vez que les evita sentirse culpables por atender sus instintos y desatender las normas. A ello le sumamos la facilidad que supone hablar por el ordenador para desinhibirse. ¿No será mejor sociabilizar en la red siendo uno mismo? Claro está que de nuevo aparece la imprescindible prudencia, pues a los padres no se nos va de la cabeza la sección de sucesos. Sin embargo, si lo que enseñáramos a nuestros hijos fueran valores sólidos aplicables en cualquier circunstancia, confiaríamos más en la buena educación que en los consejos populares.