Estimado Sr/Sra. Diputado/a:  

                Sé que son muchas sus ocupaciones pero me dirijo hoy a usted, con todo respeto, para pedirle dos favores: que  cualquiera que haya sido su voto sobre la ley del aborto, lea esta carta hasta el final y que dedique unos instantes a examinar lo que le enviamos. La carta le explica quiénes somos y qué queremos, el disco dura sólo 7 minutos y el librito es muy corto.

               La votación sobre la ley del aborto ya se ha producido y por tanto puede extrañarle que le enviemos ahora este material. La razón es que estamos convencidos de que la batalla de la vida se libra no sólo en la sociedad sino también en el interior de las personas. Por ello aparte de lo importante que es poder tener unas leyes que recojan los derechos fundamentales, resulta crucial  la respuesta personal de cada uno en el día a día.

              Somos 28 asociaciones que llevan casi 30 años ayudando a la mujer embarazada en dificultades. Conocemos de cerca el aborto, no sólo su crueldad inhumana hacia el ser más inocente, sino también el terrible sufrimiento que arrastra la mujer y todos los que por acción u omisión han colaborado de alguna forma. Cada día vemos con impotencia derrumbarse ante nosotros mujeres destrozadas por la peor decisión de sus vidas, que no tiene marcha atrás. Algunas de esas personas son ahora eficaces colaboradoras para salvar vidas y son en parte nuestra fuerza y nuestra esperanza.

              No somos algo coyuntural, no tenemos ningún interés personal ni económico, no dependemos de ningún partido político y tenemos como mejor carta de presentación y argumento más irrebatible que nuestros voluntarios  han apoyado a unas 70.000 mujeres y han ayudado a nacer a casi 40.000 niños. Todo ello desde el anonimato, con gran escasez de recursos y de manera totalmente altruista. Es una alegría incomparable asistir al parto y al primer abrazo de esa madre con el hijo por quien ha luchado contra viento y marea.

             Lo que muestra el material que le enviamos refleja sólo una parte del tristísimo tema del aborto. Y creemos que España lleva tras de sí demasiado dolor. No podemos cambiar el pasado, ni recuperar las vidas perdidas. Pero está en nuestras manos que ninguna mujer recurra al aborto por encontrarse sola o confundida. Podemos ayudar a curar las heridas del alma de tantas mujeres, hombres, profesionales que sufren las secuelas de un aborto provocado. Y para ellos tenemos que hacer cada uno lo que podamos. Si queremos progreso no podemos pactar con el mal. Y nunca podrá ser un derecho eliminar al más débil serán cuales sean las circunstancias. Estamos seguros que comparte esto con nosotros,  y que si en medio de sus ocupaciones dedica unos minutos a mirar lo que le entregamos, aún entenderá más porqué no nos rendimos a pesar de que la ley está aprobada.

               Señor/a  diputado/a, los mandatos pasan, pero las consecuencias de nuestras decisiones perduran, más allá del tiempo que podamos gobernar. Entiendo que es difícil para un político conjugar muchas cuestiones pero yo le pediría que el derecho  a la vida no sea negociable. Se puede discrepar en la cuestión nacionalista, en presupuestos o  infraestructuras pero todos los políticos deberían estar de acuerdo en que los derechos humanos no se discuten sino que es obligación de quienes gobiernan asegurarlos. Por ello le pedimos en primer lugar su apoyo para las mujeres embarazadas para seguir adelante con su vida y la de su hijo y en segundo lugar que las próximas ocasiones que tenga para pronunciarse a favor o en contra de la vida más débil y desprotegida, lo haga, sin vacilación y a costa de lo que sea, a favor de la vida de todos.

                  Nosotros seguiremos trabajando, convencidos de que no hay causa más urgente y más justa.

                   Le agradezco que haya leído estas palabras  y le ruego las tenga en consideración. Esperamos mucho de usted y lo animamos a ser valiente y a unirse a quienes buscan el bien común con soluciones positivas más allá de fronteras territoriales o ideológicas.

                     Me gustaría en alguna ocasión poderlo saludar personalmente.

                                                                 Un afectuoso saludo:

                                                         Alicia Latorre, presidenta de la

                                              Federación Española de Asociaciones Provida.