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Diario YA


 

asi como literarios y académicos

De la Literatura con valores a la Literatura con valores católicos

Jorge Martín. La izquierda ha reorientado su estrategia y ya no arremete tanto contra la Iglesia ni el Catolicismo como instituciones jurídico-sociales, como contra los valores y las conciencias de los católicos – cuando no contra sus derechos básicos, como el culto, elegir libremente la formación moral de sus hijos o, incluso, mantener una estampa religiosa en el lugar de trabajo -. Baste como ejemplo, entre otros muchos, la noticia recientemente publicada por este diario al respecto de la iniciativa de la Junta de Andalucía respecto a la propuesta ‘educativa’ basada en el análisis de revistas pornográficas.

A pesar de las embestidas mediáticas, ideológicas e incluso físicas que padecen los católicos, asistimos a un sensible incremento del número de colegios católicos realmente ejemplares en su ideario y su práctica que, por su parte, además de aliviar la perplejidad, desasosiego y confusión producida por la deriva de algunos centros educativos de titularidad católica, generan cierto sentimiento de esperanza en un futuro prometedor y luminoso para una sociedad cuyo grado de deshumanización es proporcional al grado de ruptura de esa sociedad con Dios.

Sin embargo, el incremento de centros católicos profundamente preocupados por la excelencia no solo académica, sino también espiritual, así como el creciente compromiso de los maestros católicos con dichos valores, podría verse malogrado por la carencia de recursos educativos y didácticos adecuados. Hemos mencionado que la Junta de Andalucía y otras administraciones públicas, universidades, fundaciones, ect. editan guías, materiales y recursos relacionados con la formación moral y académica – basada esta, generalmente, en concepciones materialistas y progresistas – de niños y adolescentes, a lo cual, ni la Iglesia, ni la red de asociaciones, centros, fundaciones, etc. de signo católico relacionados con la educación, ni los profesionales y padres católicos ha sabido articular una respuesta ni una propuesta realmente eficaz, coordinada ni paradigmática: el maestro católico, por tanto, puede trabajar en un centro católico y tener una profunda y sólida formación religiosa y vida espiritual, pero, en muchas ocasiones, se ve obligado a emplear recursos didácticos de un valor moralmente dudoso, ambiguo o, directamente, deplorable, sin olvidar que, incluso desde un punto de vista meramente académico, se detecta o puede llegar a detectar una ideología tendenciosa y muy discutible.

El que escribe estas líneas, ha comenzado recientemente su andadura como maestro y, de la teoría, ha tenido que descender a la práctica diaria, del diseño de materiales ideales al uso de materiales y recursos concretos que sirvan de manera eficaz para la consecución de una serie de objetivos educativos básicos y exigidos por la realidad social y la administración pública. Y es aquí donde nos encontramos con un grave problema. Quizás, en ciertas asignaturas, no sea excesivamente complicado diseñar una serie de materiales, recursos y actividades que, favoreciendo y asegurando el cumplimiento de dichos objetivos, sean presentados con un enfoque determinado, pero en ciertas áreas, y la Lengua Castellana y Literatura, es una de ellas, esta tarea resulta mucho más laboriosa y, prácticamente, inabordable.

Así, en mis pocos meses como maestro, me he encontrado a unos alumnos que se inclinaban por leer libros que contenían enfoques, mensajes e ideas desordenadas, confusas e incluso realmente inquietantes: es la Literatura con anti-valores. Así, frente a esta inclinación, quizás natural entre la impresionable chiquillería, el maestro católico, puede oponer la Literatura Infantil y Juvenil con valores. Sin embargo, esta literatura, suele adolecer de algunos defectos o elementos mejorables: desde un punto de vista de los valores, los que exalta y promueven esta literatura, no siendo rechazables, se presentan de una manera cuestionable y ambigua, o bien, son asumibles por prácticamente cualquier ser humano, de manera que, si bien, se puede trabajar la Ley Natural con ellos, se puede caer también en un moralismo humanista con derivas de religión universal, según el modelo impulsado desde ciertas instancias; desde un punto de vista académico, este tipo de obras pueden resultar aburridas y anodinas, lo cual, desincentiva al alumno, o bien, estériles de cara a trabajar competencias, conocimientos y capacidades cognitivas.

Es por ello, que urge la aparición, promoción e implantación amplia y coordinada de una Literatura con valores, pero con unos valores específicamente católicos – lo cual exige que sean escritos por personas sólidamente formadas en el catolicismo –, que sea académicamente explotable por su calidad literaria, el uso de un vocabulario adecuado y las posibilidades para ampliar el léxico del alumno conforme a su nivel,  las posibilidades para trabajar la ortografía, los distintos tipos de textos y funciones de la comunicación, las estructuras sintácticas, los tiempos verbales, los recursos literarios, la lectura comprensiva y predictiva, etc. lo cual, contribuirá a favorecer la adopción de dichas obras por parte de los departamentos correspondientes a fin de utilizarlos en el aula.

Por supuesto, deben ser también lecturas motivadoras, sugestivas, atractivas y agradables, preferiblemente ilustrados, a fin de que sean los propios alumnos los que se impliquen en la lectura de los mismos y, a través de ellos, lleguen a otros niños, adolescentes y padres, convirtiendo dichos textos en un referente para maestros, educadores, padres y alumnos.

Evidentemente, los heroicos esfuerzos aislados de algunos autores y editoriales apenas pueden tener impacto sobre el mundo educativo y la sociedad, de manera, que es preciso elaborar una gran cantidad y amplia variedad de títulos, que sirvan para plantar la semilla, una semilla que puede permanecer latente en el educando, pero que, crecerá realmente sana cuando germine, y que no dará frutos ni agrios, ni insípidos.

Maestros, padres, aficionados y profesionales con dotes literarias… ¿cuándo nos pondremos a la tarea?.