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Diario YA


 

De Roosevelt a Iglesias

José Vicente Rioseco. En el año 1944 Franklin D. Roosevelt gano, por cuarta vez consecutiva la presidencia de los Estados Unidos. Fue el único presidente que lo hizo cuatro veces. En las campañas de las elecciones por la presidencia de la república, la lucha política era y es terriblemente dura. Los grupos políticos buscan, entre los más recónditos rincones de la vida de la familia y por supuesto del candidato mismo, cualquier hecho que, haciéndolo conocer al electorado, por medio de la prensa; televisión, radio, periódicos, redes sociales, internet, cualquier medio es bueno, puede hacerle el mayor daño posible.

En la campaña de 1944, con la guerra, tanto en Europa como en el Pacífico, bien orientada hacia la victoria, Roosevelt era claro favorito. Pero sus adversarios políticos, los republicanos, no se daban por vencidos. El presidente tenía un perro mascota, un terrier escoces. El perro formaba parte de la imagen pública del presidente y había captado la atención del pueblo americano y enseguida del mundo entero. El perro hacía cabriolas como saltar, rodar, sentarse.

Sus travesuras eran ampliamente divulgadas en los medios de comunicación. Hasta el ejército honró a “Fala”, era el nombre de la perrita que contribuía con un dólar diario al esfuerzo de la guerra. Fala vivió acontecimientos importantes en la vida del presidente, acompañándole en avión, barco y ferrocarril. Todas las mañanas, recibía su desayuno del presidente, único autorizado para alimentarla. Entre los ataques recibidos por el presidente en aquella campaña de 1944, por parte de sus oponentes los republicanos, uno consiguió especial relevancia. Se dijo que la mascota se había dejado accidentalmente en las Islas Aleutianas, mientras el presidente estaba de gira, y que había enviado un destructor de la Marina, para recuperar a su perro, a un coste exorbitante.

El 23 de Septiembre, Roosevelt dio su famoso “Discurso Fala” en el que se defendía de la falsa acusación. “Y ahora atacan a Fala” fue la famosa frase del discurso. Ocho años más tarde, en la campaña a las presidenciales del 52, el candidato a la presidencia por los republicanos, era el victorioso Eisenhower, “Ike”, y le acompañaba para vicepresidente Richard Nixon. Richard Nixon, senador por California, creó un fondo monetario para ayudar a su actividad política. La idea era que, dado que los miembros del partido republicano habían contribuido a la elección del senador Nixon ¿Por qué no habían de aportar fondos igualmente entre elecciones, que le permitirían acudir a California más a menudo, para visitar a sus votantes y mantener correspondencia regular con los trabajadores del partido al objeto de estar en contacto con ellos y poder desarrollar otras actividades?

Esta reserva monetaria había sido establecida cuidadosamente, limitando las aportaciones a individuos, no a corporaciones ni empresas, y con el límite de quinientos dólares, a fin de que nadie pudiera ser acusado de querer comprar favores especiales. Los fondos se guardaban en un banco y solo era manejado por uno de los hombres de Nixon, Dana Smith. El destino que se le daba era para gastos de oficina, correspondencia, transportes y otras cosas que estaban fuera de las cuestiones oficiales del gobierno.

La noticia del fondo monetario de Richard Nixon, el candidato a vicepresidente por los republicanos, apareció en plena campaña electoral. En aquel momento el fondo era de 16.000 dólares, y Nixon fue acusado por la prensa demócrata de apropiarse de un dinero para fines particulares, mejor, para fines privados. Para el Post de Los Angeles, la noticia era:” Hoy se ha conocido la existencia de un “club de multimillonarios” dedicado exclusivamente a financiar el bienestar del senador Nixon, candidato a la vicepresidencia”. Otro periódico decía: “Un fondo de depósito secreto, aportado por ricos contribuyentes ayuda a mantener a Nixon en forma, como complemento de su salario. En el editorial del Tribune decía: “Lo más apropiado para el Senador Nixon en las presentes circunstancias, es formular una oferta formal para su retirada de la candidatura”. Como político experimentado Nixon sabía que lo que determinaba el éxito o el fracaso en el enfrentamiento ante una crisis, es la facultad de mantenerse fríamente objetivo cuando surgen emociones altas. En algunos mítines republicanos se veían carteles que decían “Nixon no acepta abrigos de visón, solo quiere dinero fresco”.

Desde el punto de vista estrictamente legal, no había ninguna razón para no aceptar ayuda económica de los electores para gastos de tipo político no pagados por el gobierno. ¿Pero era eso moralmente ético? Nixon hizo público los nombres de los contribuyentes con las cantidades aportadas y así mismo en que se habían gastado el dinero: gastos de correos, grabación de discursos, comprobantes de viajes, etc. Defendió 1º) que el fondo había sido creado para sufragar actividades estrictamente políticas. 2º) que jamás había usado ni n solo penique en uso personal. 3º) que le fondo había sido creado público desde el principio. 4º) que los aportadores eran personas que lo hacían solo a título individual. 5º) que ninguno de ellos pidió o recibió jamás consideración especial. 6º) que el fondo además de legal era legítimo y moralmente ético y que permitía a sus electores contribuir de manera activa a la actividad política de su candidato.

En efecto Nixon fue aceptado y defendido por “Ike” y su partido; ganaron las elecciones y fue vicepresidente con Eisenhower en la Casa Blanca. Cuento todo esto para que el lector compare y reflexione sobre cómo se comporta un político y los electores ante un posible acto de corrupción en una democracia sin adjetivos como la americana y la que “disfrutamos” en España. La corrupción no es solo aprovecharse de la cosa económica, gracias a su influencia política, para incrementar el patrimonio personal o el de familiares cercanos. La corrupción es un concepto más amplio. Es absolutamente inaceptable que paralelo a un partido político y dirigido por dirigentes de dicho partido, haya empresas que son subvencionadas por naciones extranjeras, sean estas del tipo que sean, pero peor aún si son naciones con regímenes antidemocráticos.

¿Cómo se puede aceptar que sean dirigentes de un partido político las personas que hacen trampas con hacienda a la vez que dicen llegar a la vida pública para llevar a cabo la regeneración democrática? ¿Qué locura es esta de sentar en el congreso de los diputados a personas que ayudándose de ser amigos de un rector de universidad consigue un contrato para hacer un trabajo que se cobra pero no se hace? En efecto, la corrupción es consustancial al ser humano. En una democracia, solo con la ley y una justicia independiente se puede, de verdad, luchar contra ella. Pero también, no lo olvidemos, con un pueblo que no sea transigente con la falta de honradez, nobleza y lealtad de la clase política. Y eso está en nuestra mano. josevrioseco@gmail.com

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