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Diario YA


 

Política ficción

Diálogos de Mariano Rajoy con San Pedro

M. Ángel Gutiérrez.  Si nos imaginamos por un momento a Don Mariano Rajoy en las puertas del cielo, ¿Cómo sería la conversación que mantendría con San Pedro? Puede que no fuera muy diferente a esta

 
San Pedro: “Hombre Mariano, tú lo debes tener fácil para entrar, español y líder de la derecha…”
 
Mariano: “Bueno, bueno…derecha, lo que se dice derecha…”
 
San Pedro: “Vale, vale, pero fe cristiana si que tendrás seguro, ¿no?”
 
Mariano: “Sí, claro, por supuesto… o no”
 
San Pedro: “Caramba, me vas a obligar a tener que revisar tu Currículum Vitae. A ver, a ver… ¡¡¡caramba!!! Pero… ¿qué es esto?, un cero patatero en cuanto a defensa de la vida…
 
Mariano: “Me obsesioné con la economía, la cosa estaba muy mal, recibía muchas presiones, tenlo en cuenta. Además, le dije a Alberto que quitara algún supuesto…”
 
San Pedro: “Mal lo llevas, lo primero es lo primero y tenías que haber quitado la infame ley que permite el crimen del aborto desde el primer día”
“Sigamos leyendo…¡¡¡otra!!! Has mantenido durante nueve meses la corruptora asignatura de Educación para la Ciudadanía. Mariano… esto también es grave… los niños son especialmente importantes para Dios”.
 
Mariano: “Tampoco estuve fino, es verdad, pero ten en cuenta que respiraba a diario el olor nauseabundo de la casta política, de la partitocracia, de los banqueros, de los mercados, del progre de Obama, de los chinos rojos, de…”
 
San Pedro: “Me estás mareando, Mariano, pero te recuerdo que no estás ni en el Congreso, ni ante la prensa. Estuviste cobardón, haberte dedicado a otra profesión… en fin, prosigamos… ¡¡¡caramba!!! Leo aquí que los etarras estaban encantados contigo, y que las víctimas del terrorismo sufrían mucho con tu gestión”.
 
Mariano: “Ya, además voy a ser recordado por haber nombrado al Ministro del Interior más incompetente de la historia de la humanidad. Reconozco que opté por lo más cómodo, no por lo mejor. Lo fácil era, aquí también, seguir la agenda de ZP para poder centrarme en la economía. Esperaba el apoyo de Rubalcaba, aunque sabía que este no quería lo mejor para España…”
 
San Pedro: “Traicionaste a España y a las víctimas. ¿Sabías que España es tierra de María? No mereces el nombre que te pusieron. No están contentas precisamente las personas asesinadas que están aquí en el cielo. ¿Crees que mereciste ser el orador ante mares de banderas nacionales y los millones de votos que recibiste?
 
Mariano: “Estaba instalado al frente de una máquina de poder, de una suma de personas con intereses materiales. En mi descargo, al menos decir que si intenté sacar a España de la crisis económica…”
 
San Pedro: “Pero también fracasaste en lo económico. Si hubieras confiado en Dios, te habría echado una mano. Lo tuyo fue una victoria sin alas, tuviste una ocasión magnífica para regenerar a España y la desaprovechaste”.
 
Mariano: “Total… ¿Qué no paso, verdad? Vamos, que voy al infierno a esperar a Alfredo, ¿a que sí?
 
San Pedro: “Pues, de momento no. Has tenido suerte y muchas personas han rezado por ti. Dios Misericordioso te da otra oportunidad, aprovéchala esta vez”
 
A la semana siguiente, en su primer día de trabajo después de la convalecencia, Mariano volvió a su despacho de Moncloa y levantó el teléfono: “Oye, Soraya, mira… es importante, convócame para mañana mismo a los Ministros, que vamos a hacer cambios relevantes en nuestra política. Tú ven esta misma tarde y te cuento…”