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Debate en Iberoamerica

Docencia, un bien menoscabado

Gonzalo Rojas Sánchez. También en materia universitaria se ha remecido el ambiente en los últimos días.

       El ministro chileno Beyer ha afirmado que es legítimo que las universidades dedicadas sólo a la docencia consigan financiamiento estatal indirecto, es decir gracias a los aportes que reciben por los estudiantes (¿becas, AFI?) pero que, sin embargo, "es más discutible que aspiren a financiamiento directo del Estado".
   Agregó el ministro que las universidades que se dedican a la investigación "deberían tener mucho mayor acceso, porque producen bienes que nos interesa promover como Estado".
   Suena bien, pero puede ser muy dañino.
  Imaginemos que la señal final fuese: Si las universidades quieren obtener aporte fiscal directo, deben darle importancia prioritaria a la investigación. Eso significaría, en segundo lugar, un corolario de la siguiente naturaleza: recibirán mayor aporte fiscal directo mientras mejor sea su calidad en investigación.
     Desgraciadamente todo lo que se pueda ganar por ahí, tendería a perderse por otro lado, ya que lo que no recibe atención prioritaria, necesariamente queda en posición secundaria. Y, sinceramente lo ha dicho el ministro, lo postergado, lo secundario, sería necesariamente la docencia.
     Grave. Grave no sólo para aquellas universidades que se han planteado institucionalmente como entes docentes, sino también para aquellas otras que, caminando hacia una adecuada articulación entre docencia e investigación, tendrían que acelerar el paso a fondo para intentar alcanzar niveles de producción científica que sólo se consiguen con la madurez, no con la velocidad.
  Grave también incluso para aquellas universidades que tienen ya hoy un notable desarrollo en investigación aparejado a una docencia de gran calidad, porque ciertamente esta última quedaría oficialmente empobrecida.
  Si el argumento del ministro está fundado en los bienes que le interesa promover al Estado, sin duda alguna los que entrega la docencia de calidad deben ser considerados.a.      Asegura a los novatos que encontrarán un ambiente atrayente desde el comienzo de su pregrado y que no tendrán que esperar hasta el Doctorado para toparse con académicos de excelencia.b.      Forma hábitos intelectuales y morales decisivos para todos los alumnos, quienes, además, en su inmensa mayoríaŠ no serán investigadores.
c.      Entrega información de punta a quienes la van a usar al servicio directo de las personas, porque en su inmensa mayoríaŠ no serán investigadores.
d.      Exige a los profesores universitarios la entrega fatigosa a una juventud inmadura y los aparta del encuevamiento en unos laboratorios y bibliotecas a la medida del investigador y, a veces, de sus caprichos y de sus vanidades.
e.     Ofrece ejemplos de entrega en aula que despiertan  nuevas vocaciones docentes de excelencia entre aquellos alumnos que después se incorporarán a las universidades en muchísimos casos para enseñar, aunque sea sólo por horas, y no para investigar.f.      Manda a todo el sistema educacional una señal clara: enseñe, haga clases magníficas, dignifique la docencia desde la sala cunaŠ al Doctorado. Y este último, confluencia armónica de investigación y alta docencia, sólo será posible si la enseñanza de pregrado es potenciada al máximo.
        O sea, si de grandes bienes hablamos, la docencia los ofrece a manos llenas.