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Nobel al británico Robert Edwards

EDITORIAL: La moral católica ante el premio nobel al padre de la fecundación in vitro

Desde el enfoque católico que nosotros hacemos del tema el dictamen moral es muy concreto, y Pío XII, en cuatro oportunidades, lo emitió de manera clarísima.

El 29 de septiembre de 1949, dirigiéndose al IV Congreso Internacional de Médicos Católicos, dijo lo siguiente:
1) La fecundación artificial, fuera del matrimonio, ha de ser pura y simplemente condenada como inmoral;
2) La fecundación artificial dentro del matrimonio, pero producida por el elemento activo de un tercero, es de igual modo inmoral, por tanto ha de ser absolutamente reprobada;
3) en cuanto a moralidad de la fecundación artificial dentro del matrimonio, bástenos recordar estos principios de derecho natural
a) que el resultado que se intenta realmente obtener justifica el uso de esta medida;
b) que tampoco el deseo de los cónyuges de tener prole prueba suficientemente la licitud de uso de la fecundación artificial, y
c) que siempre es ilícito procurar el elemento activo mediante actos contrarios a la naturaleza.
El 29 de octubre de 1951, hablando a las comadronas, señalaba que el acto conyugal "es mucho más que la unión de dos gérmenes, que puede efectuarse también artificialmente, es decir, sin la acción natural de los cónyuges".

El 15 de mayo de 1956, en alocución al II Congreso Mundial de la Fertilidad y Esterilidad, añadía que "jamás está permitido separar (y) excluir positivamente, ya sea la intención procreadora, ya la relación conyugal", por lo que es necesario rechazar "como inmorales y absolutamente ilícitas las tentativas de fecundación artificial".

Y el 12 de septiembre de 1958, hablando al VII Congreso Internacional de Hematología y Eugenesia, reiteró la doctrina expuesta en los siguientes términos: "reprobamos... absolutamente la inseminación entre personas no casadas y aun entre esposos" (ya que) "toda especie de inseminación artificial... no se halla comprendida entre los derechos de los esposos y es contraria a la ley natural y a la moral católica".

Por su parte, Juan Pablo II, en su discurso al Congreso de la Pontificia Academia de Ciencias, condenó, como recuerda fray Antonio de Lugo, O. S. J., y "rechazó del modo más específico y formal las manipulaciones experimentales del embrión humana, porque el ser humano, desde su concepción hasta la muerte, nunca puede ser instrumentalizado para ningún fin".