Principal

Diario YA


 

Editorial: "Los obispos aciertan"

Clara, contundente y políticamente incorrecta estuvo ayer la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (que es lo mejor que se puede ser en estos tiempos) en relación con el tema del aborto. Difícilmente se puede discrepar en algo con el resumen que hizo ante los medios de comunicación su Secretario General, Juan Antonio Martínez Camino, que no solamente acertó en el diagnóstico del problema, sino también en las palabras para expresarlo, cosa que no siempre es fácil cuando se trata de asuntos tan complejos y espinosos.

Martínez Camino afirmó que la aceptación social del aborto "es uno de los dramas mayores del siglo XX", al tiempo que reiteró que "eliminar una vida inocente es un mal absoluto". Ahondando en ese enfoque, el Secretario General de los obispos calificó al aborto como un "acto intrínsicamente malo" y que además "viola muy gravemente la dignidad de un ser humano inocente, quitándole la vida". Y sentenció: "Una sociedad que no asegura la vida de los no nacidos es una sociedad que vive en una seria violencia interna".

Pocas veces ha sido tan necesario un mensaje inequívoco y rotundo como el que ayer transmitió a la sociedad española la CEE. Desde su atalaya moral, ahora que la política está en un lodazal de inmundicia, la judicatura en huelga de puñetas y cacerías varias, y los "líderes de opinión" en una grave crisis de credibilidad gracias a su soberbia insana, la jerarquía eclesial tiene no sólo el derecho sino también la obligación de ofrecer luz a la razón colectiva, a menudo cegada por la infame televisión y la dictadura del relativismo.

En una brillantísima intervención, Martínez Camino abogó "por reaccionar ante la propaganda que presenta el aborto engañosamente  como una intervención quirúrgica o farmacológica más, higiénica y segura", y reclamó que es "un deber de estricta justicia" prestar apoyo a la mujer personal, económico y social "que merece la maternidad como valiosísima aportación al bien común". Para concluir, el portavoz de la CEE dijo que "por desgracia, las mujeres gestantes, abandonadas a su propia suerte o incluso presionadas para eliminar a su hijo, acuden al aborto como autoras y víctimas a la vez de esta violencia".

Ojala no nos falte nunca el criterio lúcido pero humilde a la vez de nuestra Madre Iglesia, sincero y contenido, inequívoco sin estridencias, que se hace tan importante en este preocupante comienzo del siglo XXI. Una dura pelea, sin duda, la que tendrá que sostener (casi siempre en solitario o como mucho acompañada por unos cuantos periodistas católicos) contra las fuerzas del mal, que aunque nada pueden frente a Dios, acostumbran a causar terribles desgracias al hombre. En ese contexto, la batalla por la vida acaso sea la más cruda, pero también la definitiva.

Viernes, 20 de febrero de 2009.

Etiquetas:editorial