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Diario YA


 

Estamos asistiendo a la representación de una pesadilla

El camino interior

Juan Manuel Alesson. Estamos asistiendo a la representación de una pesadilla. Un mal sueño que creíamos que no nos merecíamos. Íbamos caminando en otra dirección y estábamos haciendo bien las cosas. Eso pensábamos. Por un momento todo iba como debía. Eso es lo que parecía, lo que nos parecía. Si no a todos, a casi todos. Pero había un sentimiento de felicidad generalizado. Ahora sabemos que estábamos pasando una época de prosperidad y de ‘felicidad’. Pero hoy todo eso ya no existe. Se ha ido como la corriente de un río se lleva las cosas que arrastra, que estorban a la contemplación serena de ese caudal de agua. Y lo que queda, lo que permanece ahora es el recuerdo de esa dicha perdida para siempre, porque otra distinta será la dicha que nos llegue desde ese lado del tiempo que para nosotros es el futuro.

      Puede parecer que hemos perdido mucho, pero lo cierto es que sólo se pierde lo que nunca se ha tenido. Así es como somos, pero no queremos aceptarlo. No queremos aceptar que en el fondo, quizá no hayamos perdido tanto. Salvo la sensación de dicha, acaso no era para tanto. De otro modo, no se hubiera disuelto tan fácilmente. Esa dicha no tenía la densidad del oro, ni siquiera la del plomo. Era una dicha inscrita en el aire. Volátil y leve. Basada en lo que no tenía ni debía estar basada. Porque nunca en la prosperidad económica, en un boom económico, puede basarse el destino del ser humano. Porque la verdadera crisis no es bancaria, es humana. Es una crisis de humanidad. Es la eterna crisis del ser humano, más y más lejos cada vez de su centro, de sí mismo. Hasta que ya es incapaz de reconocerse, de tan lejos y perdido como está.

      Para volver a encontrarse a sí mismo tiene que seguir el único camino que de verdad podemos seguir: ese camino que nos conduce a Dios a través, obviamente, del verdadero amor a nosotros mismos.