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Diario YA


 

cartas al director

El colegio de mis hijos

Agustín Oliva Isla. Madrid.

Llevo bastante tiempo pensando en la forma de agradecer a los responsables de la formación de mis hijos, la labor tan encomiable que han realizado con ellos.

Vivimos en una sociedad en la que lo más importante es "triunfar" de acuerdo a los criterios de una sociedad basada en un feroz capitalismo que acaba como Saturno, devorando a sus hijos.

Nos angustiamos intentando matricular a nuestros hijos en costosísimos colegios sin detenernos a veces a valorar la formación moral y humana que van a recibir. Mucho más nos preocupa que el colegio se encuentre en el ranking de los mejor valorados, que ofrezcan enseñanza bilingüe -importantísima, creo, por otro lado-, que esté socialmente reconocido, etc.

Pensamos con ello que la labor que como padres nos toca realizar para que nuestros hijos lleguen a triunfar en esta sociedad, ya está hecha. No nos preocupamos de si nuestros hijos ven tal o cual programa, nos olvidamos de rezar cada día con ellos, no aprovechamos las oportunidades que se nos presentan a cada momento para inculcarles valores como honestidad, sinceridad, responsabilidad, perdón, etc.

La sociedad continuamente les parece querer transmitir que tonto el último.., que aquí vale todo.

Y a veces es difícil estar todo el día luchando contra un proselitismo que quiere incorporar a nuestros hijos en la militancia de la mediocridad, de la falta de valores, de la práctica de cualquier tipo de relación sexual con la pareja (por cierto, ¿qué es eso de la pareja?) sin importar sexo, edad o estado civil, y del laicismo de una sociedad en la que Dios está de sobra.

Yo estoy plenamente satisfecho de que mis hijos hayan podido estudiar en dos colegios bajo el  mismo equipo directivo y formativo en el que se les educa para ser

P E R S O N A S.

He podido ver durante estos años, cómo sus profesores y tutores les han dedicado un tiempo y esfuerzo extraordinario, que no ha pedido remuneración alguna a cambio.

Profesores que se quedaban con ellos de forma gratuita y voluntaria al acabar las clases para ayudarles a preparar los exámenes, otros que les organizaban de forma también totalmente altruista actividades los sábados por la mañana para fomentar el deporte y el compañerismo. Profesores para los que el alumno problemático es un reto que les exige una mayor dedicación y esfuerzo por sacarlos adelante en lugar de ponerlos en la última fila para que no molesten a sus compañeros. Profesores que muestran con su ejemplo que en la vida lo más importante es ser, a la luz del Evangelio, P E R S O NA S.

Gracias Juan Antonio, Carlos, Conrado, May, Santiago, etc. y todo el equipo del colegio Monte Tabor.

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