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Diario YA


 

LA MIRILLA

El día de todos los días

Alejandro Fernández Pombo. 2 de junio. Creo que va siendo hora de fijar en los calendarios y en las agendas algo que se echa de menos. Bien están, por supuesto, esos datos indispensables alusivos a las fechas y a la posición de los días en el transcurrir de la semana; y también agradecemos que junto a esas connotaciones se incluyan las que nos dicen a qué hora sale y en qué hora se pone el sol y si es preciso la luna; y  aun es mejor si cerca de esas pueden leerse otras informaciones que, en las agendas y almanaques cristianos, nos recuerdan el santo de cada día y por lo que fue canonizado. Pero ahora va siendo necesario añadir a qué persona, a qué cosa, a qué afán está dedicada la jornada; porque yo creo que ya no queda una fecha, de todas las 365 del año, que no tenga una mención especial, sea en el plano local, nacional, continental o universal. Y ocurre que salvo los que tienen una proyección comercial, generalmente a favor de una persona de la familia, y son aireados con anticipación e insistencia por la publicidad interesada, hay muchas de estas dedicaciones que se nos pasan desapercibidas, o ya es tarde para tenerlas en cuenta; a veces nos entramos al día siguiente si ha tenido algún eco informativo. Si vamos a apoyar las iniciativas con las que simpatizamos debemos saberlo a tiempo y con tiempo.

Me parece, si no la han cambiado, que en este comienzo de junio se celebra el Día del Medio Ambiente que es un tema que todos aprobamos genéricamente, aunque en ocasiones, a la vez, arremetemos con daño a ese Medio Ambiente, que como decía un graciosete “se va quedando en un Cuarto Ambiente, si acaso”. Porque entre todos estamos acabando con la pureza del aire que respiramos y del agua que bebemos. También es ocasión de repetir el viejo chiste de que no cuesta trabajo que el Día del Medio Ambiente procuremos no dejar los grifos abiertos ni las luces encendidas ni mucho menos talemos los árboles, si todo eso lo podemos hacer en los 364 días restantes. 

Claro que esto mismo es también aplicable a los demás “días”. ¿Día del Padre? ¿Día de la Familia? Como si todo el año no tuviéramos un padre y una familia. Como si sólo tuviésemos que honrar a los nuestros en esa fecha que les hemos adjudicado. Como si no merecieran cariño, atención y respeto todas las jornadas del año. 

Pero lo que yo digo es que si hay un día, creo yo, para el agua, otro para el aire y el de más allá para la tierra, que son elementos que debemos festejar, se nos debe avisar en las agendas y los periódicos con tiempo para que lo celebremos con atención, devoción y consideración. Aunque no sea preciso, en esta vez, practicar la elegancia social del regalo, que eso es para otras cosas.  

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