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Diario YA


 

n segmento de la población que poco a poco va siendo despojado de sus derechos: los menores

El despojo de la personalidad

Max Silva Abbott. No deja de ser sorprendente que mientras aumentan los catálogos de derechos de todo tipo, al mismo tiempo exista un segmento de la población que poco a poco va siendo despojado de los mismos: los menores.
    En efecto, aun cuando a primera vista pareciera lo contrario, la verdad es que hay indicios más que preocupantes que van en este sentido. Veamos.
    El primero y más claro es la escalada abortista, el ‘derecho’ al aborto, en que la calidad de persona de los menores es arbitraria e impunemente desconocida y arrasada.
El segundo, son las técnicas de procreación artificial, incluidas la venta y donación de espermios, óvulos y útero, todo esto sin perjuicio de la congelación, experimentación y destrucción de embriones.
    El tercero es el infanticidio: puesto que en varios lugares el aborto ya no es un tema, en algunos países el debate versa hasta qué momento luego de nacido, sería lícito deshacerse del niño, existiendo ya varios casos de eutanasia infantil.
    En cuarto lugar, hay que agregar las cada vez mayores facilidades para la adopción, olvidando que la razón de ser de esta institución es el beneficio del menor, no de quien pretende hacerse cargo suyo. Así, los menores pueden ser criados por personas solas o por parejas del mismo sexo. La razón, evidentemente, es que el niño ha pasado a ser considerado una cosa, un elemento más de la ‘calidad de vida’ de el o los adoptantes.
    Como si fuera poco, en quinto lugar, los índices de maltrato infantil, incluida la violencia sexual, no hacen sino aumentar; y aunque en general el Derecho castigue estas conductas, no cabe duda que ellas obedecen a una creciente cosificación de los menores.
    Pero si seguimos ahondando más en esta verdadera locura, vemos que la personalidad de los menores se bate en peligrosa retirada a propósito de la pedofilia, que poco a poco va ganando terreno ante nuestros ojos y legitimándose, aunque no se crea. Esto se consigue tanto por vías directas (como la legalización de un partido pedófilo en Holanda hace algunos años), como indirectas, mediante la nueva –así llamada– ‘educación’ sexual, que impulsa a los menores a probar de todo cuanto antes, rebajando muchas veces su edad de consentimiento sexual, o quitando potestad a los padres en estas y otras materias, exponiéndolos así peligrosamente a quienes se ven atraídos por ellos.
    Es por eso que puede decirse que estamos asistiendo a un peligroso despojo de la personalidad y de los derechos de los menores, en pos de los supuestos ‘derechos’ de otros, atentando así contra su vida, su integridad física o psíquica. Este y otros fenómenos actuales, obedecen a una tendencia creciente según la cual, los fuertes van haciéndose cada vez más fuertes, y los débiles, cada vez más débiles.

 

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