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Diario YA


 

Yerran los que andan cuestionándose si habrá sociovergencia o ppvergencia

El objetivo de Mas no es la independencia, es recuperar el clientelismo convergente

Francisco Torres García. Yerran los que andan cuestionándose si habrá sociovergencia o ppvergencia. No tendría ninguna lógica que Artur Mas, que cuenta con un número más que suficiente de escaños, buscara pactos o alianzas estables. De hecho ni tan siquiera necesitaría apoyos para la investidura. La abstención de unos pocos le permitiría cumplir el trámite del apoyo parlamentario sin mayores sobresaltos. En Cataluña todos saben que se juegan mucho de cara a las municipales en Cataluña, donde los posibles acuerdos posibilitarán la gobernabilidad municipal y el acceso a los necesarios estipendios que mantienen el clientelismo político, dificultar la llegada de Mas al sillón colocaría a alguno en una clara posición de desventaja para la futura negociación.

La lógica política indica que a ninguna de las formaciones políticas que han entrado en el Parlamento catalán le conviene ahora un acuerdo con Artur Mas, pero a varias tampoco les conviene, de cara a las municipales, poner barreras a un gobierno nacionalista. Muy dudoso es que se produzca una sociovergencia o una ppvergencia. Pero para el Partido Popular, el segundo gran beneficiado de los resultados, sí es vital tender puentes con los nacionalistas de cara al día después del 2012, porque la mayoría absoluta para Mariano Rajoy se juzga tan inalcanzable como lo era para CiU. De ahí que sus medios afines, tras lanzar la boutade de que el gran triunfador era en realidad Mariano Rajoy, hayan reculado en sus interpretaciones para hablar del éxito del centroderecha (PP+CiU) frente a la izquierda. Aunque nadie ha destacado que la estrategia de Alicia Sánchez Camacho, al servicio de acuerdos a futuro, quizás haya evitado un mayor crecimiento del PP al no conseguir movilizar suficientemente a los no nacionalistas.

Si se leen los resultados en clave nacionalista resulta evidente que el retroceso de esta corriente dista mucho de haberse producido. Lo único que podría afirmarse es que, frente a la experiencia radical, los votantes nacionalistas se han inclinado por la línea moderada que ha gobernado durante décadas en Cataluña. En realidad el voto nacionalista ha crecido hasta aproximarse al 49% mientras que en las elecciones de 2006 se situaba ligeramente por encima del 46%. Todo ello obviando que el voto de ICV es también en gran parte nacionalista aunque no lo contemplemos como tal. Así pues la multiplicidad de ofertas de voto, cuatro formaciones con posibilidades, no sólo no ha perjudicado al nacionalismo sino que lo ha reforzado.

Desde un punto de vista nacionalista, si Mas es consecuente con su discurso real, la vía moderada cambiará de objetivos. Algo que resulta evidente si se recuerda que en la campaña el debate sobre el Estatuto y su aplicación no ha tenido un gran protagonismo. Artur Mas y sobre todo el mundo económico catalán son conscientes de que la prioridad tiene que ser otra: recuperar económicamente una Cataluña, que ya es más pasivo que activo en la economía española. Recuperar económicamente Cataluña pasa por un nacionalismo menos agresivo que permita ciertas dosis de libertad para atraer o mantener empresas e inversión frente a la voracidad de la Comunidad de Madrid. Políticamente, para Artur Mas, para poder perpetuar la hegemonía convergente, lo fundamental es recuperar el régimen clientelar instaurado por CiU que el tripartito había comenzado a sustituir y no escudarse en soflamas de radicalismo nacionalista, para eso ya tiene los escaños soñados el señor Laporta del que harán muy bien en cuidarse los dirigentes de ERC.

Nadie puede ocultar la anunciada debacle socialista. Un poco más amplia de lo que el partido de ZP esperaba y que en Ferraz abre nuevas dudas con respecto a las próximas elecciones autonómicas, porque la diferencia porcentual con el PP, que no se esperaba tan amplia, en una de las canteras de voto socialista, puede extrapolarse a otras Comunidades donde, además, no existe el factor nacionalista.

Pocos son los que están reflexionando sobre lo que significa la abstención en Cataluña. Cierto es que ha votado más gente de la esperada, pues los augurios eran muy negros. Cierto es que la situación económica y el deseo de acabar con el tripartito han movilizado a muchos. Pero no menos cierto es que el 40% del electorado se ha quedado en casa y que sobre un 20% lo ha hecho como protesta ante la clase política en su conjunto porque para ellos todos son semejantes. Igualmente cierto es que probablemente más de un 10% de esa abstención esté vinculada a posiciones no nacionalistas o contrarias al paranacionalismo de casi todos los partidos o que demandan algo más que una cierta connivencia u oposición de perfil bajo al nacionalismo. Son los ciudadanos que, pese a la amplitud de la oferta existente en Cataluña, no se encuentran cómodos con ninguna de ellas aunque se haya producido una expansión del voto de protesta.