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Diario YA


 

No es suficiente mantener el pacto presupuestario hay que impulsar políticas de crecimiento

El peligroso baile de los mercados

Miguel Massanet Bosch.   Decía Oscard Wilde: “El progreso es la realización de las utopías”. No obstante, si estas utopías quieren alcanzarse sin que exista una base sólida en la que asentarlas, sin que las leyes económicas las sustenten y sin que haya un gran esfuerzo, unos sacrificios, un talento y unos adelantos técnicos y sociales que las cimienten, evidentemente lo que va a suceder es lo que, por desgracia está ocurriendo en estos momentos en países como Grecia, Portugal Italia y nosotros mismos. Si, como afirman los filósofos y sociólogos, que progreso y su antónimo, regresión, admiten distintas interpretaciones, y si adoptamos la definición de progreso como “un concepto que indica la existencia de un sentido de mejora en la condición humana”, podemos aceptar, al menos, por lo que nos concierne a los españoles, que es obvio que estamos pasando por una recesión de las de caballo y que soñar,  ahora mismo, con el progreso y la mejora de nuestras condiciones de vida, es tan utópico como lo fueron las declaraciones del señor Rodríguez Zapatero cuando decía que, nuestras finanzas, eran las más sólidas de  Europa.

 
Europa o la señora Merkel, que para el caso es lo mismo, está pidiendo a las PIIGS dos cosas fundamentales: la primera, recortes de gasto, con el objetivo de reducir el déficit público para aminorar la elevada deuda de estos países y, segunda, reformas estructurales, para generar crecimiento, reducir el paro, aumentar los ingresos públicos y hacer más sencillo devolver los créditos recibidos. Por otra parte la irrupción del señor presidente de Francia, señor Hollande, ha introducido una nueva variable que él considera que puede convivir, sin chocar frontalmente, con las propuestas alemanas.  Parece que para ello cuenta con el apoyo de Rajoy, quien después de su entrevista con el mandatario francés, afirmó: “Como dice Hollande, no es suficiente mantener el pacto presupuestario hay que impulsar políticas de crecimiento”. Si no estamos equivocados España ya ha cumplido con las reformas estructurales sin que, de momento (estos planes precisan de un tiempo para desarrollarse) se hayan visto sus efectos prácticos, ni en la reducción del desempleo ni en la reactivación de nuestra economía; especialmente en lo que se refiere a autónomos y Pymes. Está pendiente, y aquí vemos el meollo principal de nuestro actual problema de credibilidad y nuestra fatal trayectoria en las bolsas, la famosa restructuración financiera, que parece que, a pesar de la ingente cantidad de millones destinados por el Estado para sacarlas del agujero negro en el que se encuentran, cada día aparecen nuevas noticias que tienden a empeorar su situación y hacen más gravoso para el Tesoro poder acudir en su auxilio.
 
Veamos si nos centramos, porque, para un negado para la economía, como es mi caso, le cuesta conjugar tantos factores que, en ocasiones, no tan solo son difíciles de relacionar sino que, en determinados casos, da la sensación que llegan a contradecirse. Si resulta que llevamos endeudándonos, cada vez más y a más coste, para colocar nuestra deuda (intereses, seguro de pago, prima de riesgo, y costes de colocación); si las cajas y bancos, la mayoría en situación crítica, como consecuencia de la burbuja inmobiliaria, han pasado por varias fases de saneamiento( garantías del Estado, fusión entre ellos, FROP, necesidad de recapitalizarse y crear un fondo de seguridad para cubrir las pérdidas de la partida inmobiliaria) sin que se obtengan resultados visibles. Europa, por su parte se muestra indecisa y no parece que se decida a apoyarnos, quizá porque no se fía de los números que enviamos a Bruselas. Ha exigido dos auditorias independiente de nuestras entidades financieras que, como es conocido, son las que compran deuda pública al Estado para venderla, con beneficios, al BCE. Es evidente que, sin vender deuda pública, es imposible que, con la disminución de ingresos del Tesoro público a causa de la disminución de ingresos provenientes del IVA, IS, IRPF y TP como consecuencia de la recesión. El aumento de los gastos destinados a satisfacer el coste del 23% de los trabajadores en paro y atender los gastos de la estructura del Estado ( máxime si, como parece, se van a retrasar las medidas de ajuste en empresas pública y administraciones para septiembre) junto al resto de gastos corrientes; si es que no se puede acceder al mercado de deuda pública; impiden que fluya el crédito destinado a reactivar la actividad de nuestras empresas (muchas de ellas ya desaparecidas); de modo que pueda estimularse el tejido industrial. No alcanzamos a desentrañar cuál será el sistema para que, mientras los bancos están atascados, entre sus deudas y su compromiso de comprar la deuda pública española; vayan a tener disponibilidades para poder abrir líneas de crédito para empresas, algo que está prácticamente bloqueado para la mayoría de las solicitantes, desde que la crisis se cebó con las entidades crediticias.
 
Los ciudadanos de a pie ya no nos creemos en milagros económicos y estamos atónitos cuando se habla de “estimular el crecimiento”. Se me ocurre que, para conseguir esta utopía ( hoy por hoy no se la puede definir de otra manera) lo primero que debiera suceder es que la esperanza en la efectividad de las reformas llevadas a cabo, la confianza de que se va a recuperar el optimismo de los inversores, y la seguridad de que, Europa, se muestre propicia a colaborar por medio del propio BCE o del FMI, comprando nuestra deuda, para detener la especulación, que la sigue encareciendo; baje la prima de riesgo y se moderen los intereses; de modo que, nuestra economía, pueda respirar aliviada sin estar sometida a los continuos sobresaltos a que la tiene sometida la creciente desconfianza hacia de nuestra deuda.
 
No pongo en duda la capacidad de nuestros gobernantes ni soy tan insensato como para creer que, el gran destrozo que nos dejaron nuestros anteriores gobernantes, pueda solucionarse en unos cuantos meses; cuando, con toda seguridad, se van a precisar unos cuantos años para solucionarlo. Ello no obstante, nadie puede ignorar que existen situaciones, como el hecho de que nuestros parados puedan llegar a alcanzar los seis millones, que exigen medidas de estímulo destinadas a detener la imparable tendencia existente al cierre de empresas; a la destrucción de puestos de trabajo y producir el efecto negativo que, estos dramáticos hechos, viene causando a todos aquellos posibles emprendedores que, en otras condiciones,  sin la inseguridad en cuanto a nuestro futuro, a medio y corto plazo, quizá se animaran a arriesgarse a poner sus proyectos en marcha. Para ello se precisa que existan líneas de crédito a su alcance, que tengan la seguridad de no estar gravados con una plantilla excesiva en caso de dificultades y que se les den unas condiciones fiscales, al menos para los primeros años de actividad, que les permitan dedicar más recursos a potenciar una actividad sana, bien enfocada, competitiva y con expectativa de futuro.
 
Es preciso que Europa sea consciente de lo que se juega si España, una de las mayores potencias económicas de la UE, no logra superar esta crisis. Es posible que, algunos países europeos, se estén frotando las manos soñando con una España débil, poco competitiva y sometida a las duras condiciones derivadas de un rescate. Es misión del actual equipo de gobierno el recordar, al resto de países de la comunidad, que somos el flanco sur de Europa,  el que contiene las aspiraciones expansionistas del nuevo Islam surgido de las famosas “primaveras” que tenían que conducir a democracias como las occidentales pero que, en realidad, todo ha quedado en  la implantación de un fuerte frente islamista... O esta es, señores, mi opinión al respecto.

 

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