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Diario YA


 

España tiene motivos para estar contenta

Miguel Massanet Bosch.   Como decía el señor Murphy: “La hoguera del campamento siempre le hecha a uno el  humo  a la cara”. Al menos, esta es la sensación que sentíamos los españoles ante el cúmulo de circunstancias adversas que se nos amontonaban, tanto en el interior del país, como, y eso era especialmente preocupante, fuera de nuestras fronteras donde, de una forma contumaz y sin que se nos diera respiro, éramos objeto de una feroz campaña de críticas y desprestigio por parte de nuestros vecinos europeos y de estos seres anónimos que son los inversores, siempre a la caza de gangas, que han situado a nuestra deuda pública ( y privada) en niveles en los cuales es imposible sostenerla y que han encontrado en la especulación, a corto plazo, el método fácil de hacerse ricos en un corto espacio de tiempo. Es cierto que los españoles hemos estado viviendo, durante muchos años, por encima de nuestras posibilidades. Hemos pretendido vivir como ricos sin tener en cuenta que la tarjeta de crédito no es como el papel, del que se dice que “todo lo aguanta”. Los bancos encontraron el medio de sacar sustanciosos beneficios con los números rojos de nuestras cuentas en descubierto, aplicándoles abusivos y leoninos intereses de los que, los afectados, parecían no darse cuenta, sabiendo que los créditos se conseguían con facilidad y el dinero invertido daba altas rentabilidades, especialmente, si se trataba de inversiones inmobiliarias; todo lo cual les permitía vivir al día, despilfarrando y permitiéndose lujos que estaban muy lejanos de sus verdaderas posibilidades económicas.  

Nuestro Gobierno, encabezado por el señor Rajoy,  apoyado y asesorado por el señor De Guindos, ha tomado una decisión importante, un órdago que, de salirle mal, nos hubiera podido costar a los españoles un serio disgusto y, probablemente, al resto de países en dificultades, lo que hubiera acabado por hundirlos llevándonos, a la vez, el poco prestigio que le queda al euro. Estos días han sido un verdadero caldo de cultivo para todos los agoreros que pensaban que la reunión  del Consejo Europeo fracasaría. Muchos eran los que creían que, esta reunión, no sería más que la antesala de la caída de España en el agujero negro de la quiebra, si antes no éramos rescatados, en última instancia, por el Fondo de Rescate, algo que supondría tener que someterse a las estrictas reglas que nos marcarían desde Bruselas. No ha ocurrido así y podemos decir con alivio que, después de una maratoniana sesión del Consejo Europeo, que finalizó a las 5 de la mañana, el señor Rajoy salía de la sala cansado pero con la sonrisa en los labios. El señor Durao Barroso podía decir por los pasillos de la institución aquello de que “España tiene motivos para estar contenta”. ¡Y lo estamos, faltaría más! 
 
La delegación española encabezada por el señor Presidente del Gobierno fue capaz de enfrentarse, con el apoyo de Italia y, más tarde con el de Francia, al todopoderoso lobby de las ricas naciones del norte entre las cuales, aparte de Alemania se encontraban Dinamarca, Holanda e Islandia que, lo que pretendían, es que España fuera la responsable y garante del crédito que se concedería a la banca española en dificultades. No se fiaban de nosotros, no creían que pudiéramos remontar y pagar los intereses y el principal de las ayudas a los bancos y, pretendían que el Estado español fuera el garante del retorno de los créditos recibidos. Es obvio que, con estas pretensiones, estaban creando un ambiente de inseguridad poco propicio para rebajar nuestra prima de riesgo ni  favorecer que, los inversores, se animaran a invertir en nuestra deuda. 
 
Afortunadamente, parece que el equipo de Rajoy  ha dado muestras de saber moverse por Bruselas y han sido capaces de hacer que los tozudos se apearan del burro y cedieran ante las justas propuestas que presentó el gobierno español, en conexión directa con el italiano, que sabía que, si nosotros caíamos, al poco tiempo les tocaría a ellos. Los logros han sido espectaculares aunque todavía van a quedar determinados flecos  por solucionar. Se ha logrado que los bancos puedan ser  recapitalizados directamente de modo que será la UE quien negocie con las entidades que lo soliciten (eso sí, bajo duras condiciones); se podrán utilizar parte de los fondos comunitarios para comprar bonos y, algo verdaderamente importante para atraer a los inversores, se suprime la preferencia de la UE a la hora de cobrar en caso de impagos. En último lugar, algo fundamental, si se pretende avanzar hacia una Europa unida y con sus propias instituciones: se diseñará un mecanismo de supervisión único (el Banco Central Europeo) antes de que termine el corriente año.
 
Frente a la intransigencia del bloque de la señora Merkel, los países más afectados por la deuda han aunado fuerzas y han recurrido a una valiente estrategia de confrontación  que pusieron en práctica en la sesión del Consejo Europeo, pese a los intentos de Durao Barroso y Herman Van Rompuy, que pretendían templar gaitas, las delegaciones española e italiana apoyaron que “no tenía sentido un pacto por el crecimiento – cuyos efectos se verían en el medio plazo –  sin antes tomar una solución a corto plazo que relajara la presión en los mercados”.¡O había acuerdo sobre los temas presentados o el tema de las medidas de crecimiento, no sería aprobado!  Rajoy advirtió, una vez los países no afectados abandonaron la cámara, “estamos financiándonos a precios muy elevados y hay muchas instituciones publicas que ni siquiera pueden financiarse”, “la Unión Europea y la Unión Económica y Monetaria, tienen que ser conscientes de que esto es así y que alguna decisión habrá que adoptar”. El gobierno español supo, en una ocasión de grave riesgo para España; demostrar que, en los foros públicos donde se juegan los destinos de las naciones, ha sabido dejar constancia de su competencia
 
Como hemos citado el “plan  europeo para el crecimiento y el empleo”, deberemos decir que sus objetivos son utilizar la dotación necesaria (120,000 millones de euros) procedente de iniciativas ya previstas, por lo que no se considera una financiación nueva; para usarla para fomentar medidas de crecimiento de efecto rápido, apoyar bonos para infraestructuras de transporte, energéticas y de banda ancha. Los 27 podrán podrá reubicar parte de los fondos que reciben de la UE para facilitar el acceso de las pymes a la financiación. Por otra parte, todos los estados miembros deberán aplicar medidas de gobernanza económica adoptadas por la UE; una consolidación fiscal que no afecte al crecimientos y mantenga la inversión; reestructuración del sector bancario y de la financiación normal de la economía: un impulso al crecimiento y la competitividad basado en reformas estructurales; hacer frente al desempleo y, en especial, al paro juvenil y modernización de la Administración pública
 
A escala europea: profundizar en el mercado único; completar el mercado interior de la energía antes del 2014; investigación en innovación para satisfacer la demanda del mercado; fomentar la creación de crecimiento y empleo; utilizar la política fiscal para fomentar la consolidación y el crecimiento sostenible; potenciar el empleo para hombres, mujeres y jóvenes y desempleados de larga duración; facilitar la movilidad laboral dentro de la UE y aprovechar el comercio como motor de crecimiento. Toda una serie de medidas que, si se llevan a cabo, contribuirán a evitar el desconcierto en el que se ha encontrado Europa durante la crisis que estamos soportando. O esta es, señores, mi interpretación de lo sucedido en esta cumbre europea. 

 

Etiquetas:Dos días históricos: La cumbre europea en Bruselas