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Diario YA


 

Rellenar el juicio o generar opinión

Información sin denominación de origen

Emma García

Cuando era pequeña solía escuchar atenta las conversaciones de adultos durante las largas reuniones familiares de la época navideña. Mi tío el que leía mucho solía hablar del último “best –seller”, mi prima la que viajaba hablaba acerca de los lugares que visitaba, mi cuñada que no se perdía ningún estreno cinematográfico nos recomendaba qué películas merecían la pena, y su hermana la actriz nos ponía al día sobre los últimos éxitos teatrales; además mi tía abuela la pianista nos hablaba de música, y mi abuela, que era quien cocinaba, pues hablaba sobre gastronomía. Con toda esa información yo podía contarles luego a mis amigas de lo que me había enterado, por supuesto mencionando la fuente para tener credibilidad. Así, aprendí que para tener opinión y crearla es necesario ser experto en la materia, y que para hablar sobre algo debías conocer el tema.

Sin embargo, los nativos digitales acuden a internet para obtener información, y la dan como válida sin tener en cuenta el origen de la opinión. Esta forma de rellenar juicios tiene el riesgo de anular la opinión particular. Cualquiera puede colgar su parecer en la red, sin ninguna formación ni información, y cualquiera puede leerla y darla por válida sin cuestionarla ni contrastarla. La cuestión, está en analizar lo que se dice, quién lo dice, por qué y cómo lo dice, ya que pueden ocurrir errores graves intencionados o darse intereses comerciales. Sería bueno acceder a la trazabilidad de la opinión, es decir saber cómo surgió, evolucionó y subió a la nube.

Para evitar esos “ciberpeligros” es importante distinguir entre realidad y realidad virtual, y potenciar que los nativos digitales desarrollen una mente crítica, comparando lo que sucede en el entorno con lo que uno tiene dentro de sí mismo. Hoy en día más que nunca, hay que mirar con lupa lo que se lee para no tragarse cualquier cosa. También es importante reconocer los propios gustos para no dejarse llevar, por lo que es necesario permitir a los nativos digitales expresar sus intereses y desarrollar su creatividad, sin miedo a equivocarse. En el futuro será posible pertenecer a “tecnocomunidades” especializadas, donde se comparta la misma visión del mundo. Pero ¿quién creará y gestionará la información de sus miembros? y ¿con qué fines?