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Diario YA


 

‘el pasado es el prólogo’, como pensaba Shakespeare

La mirada interior

Juan Manuel Alesson. Llega el invierno, también aquí. Y con el invierno, un tiempo -acaso más tranquilo- indicado para la reflexión, para la contemplación de cuanto nos rodea. Para estar con nosotros. Y serenarnos -si aún somos capaces de hacerlo-, si aún podemos hacerlo inmersos en el torbellino de lo que llamamos vida.

Si aceptamos que la vida es lo que aún nos depara el tiempo por venir, entonces, ‘el pasado es el prólogo’, como pensaba Shakespeare. Un prólogo convulso, éste que nos ha tocado. Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo, dijo Ortega. Pocos esperaban una circunstancia tan dura, que todo cambiase nuestra existencia tan rápidamente, tantas veces para mal. Cuando sucede así en la vida de una persona, es la opción más válida –siempre lo fue y nunca dejó de serlo- el volver a uno mismo. Porque es en uno mismo donde una persona encuentra sus respuestas. Estando más cerca de uno mismo se está más cerca también de la pregunta y la solución que se busca. De nuestra propia luz.

Ahora importa serenarnos. Sólo desde la serenidad se encuentra la sensatez, la calma y la lucidez para afrontar las situaciones más difíciles.

En nuestro interior, en nuestra conciencia se debe hallar la salida al exterior. No estaríamos hoy así de mal si no nos hubiéramos alejado tanto de nosotros buscando qué… ¿qué buscábamos con tanta prisa?

Es como volver al cabo de los años a la casa donde crecimos para encontrarnos con nuestras raíces, y con lo que somos, tan parecido a lo que entonces éramos de niños. Sin embargo, ya no somos aquel niño. Ya somos otro porque ha pasado el tiempo. La vida ha ido pasando, con la carga que conlleva la vida. La vida es todo. Es bella y terrible, es alegre y triste… De nuevo, Shakespeare, ‘la vida, es’, dijo.
Igual que hoy volvemos la mirada al niño que fuimos, un día miraremos al hombre que soportó estos años duros. Entonces sabremos si supimos estar a la altura de lo que se esperaba de nosotros mismos.

Alguien me ha dicho hace poco que hay que vivir a semejanza de Dios.