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Diario YA


 

La otra crisis: Una espera incrédula

Jesús Asensi Vendrell.  Esta mañana unos llantos desgarradores han resonado en el colegio entero, rompiendo el silencio que todo aprendizaje serio necesita. Y lo más gracioso de todo es que ningún maestro se ha inmutado lo más mínimo y han seguido impartiendo sus clases como si aquí no pasara nada. ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo, pues esos lloros desesperados tenían una clara explicación y estaban más que justificados: Unos pequeños de dos y tres añitos hacían su entrada por primera vez en la escuela y no querían separarse de sus mamás por nada del mundo.

            Sin esta certeza, conocida por el equipo docente y comunicada para tranquilidad de todo el alumnado restante, las reacciones no se hubieran hecho esperar y el 112 y los bomberos hubiesen recibido decenas de llamadas de socorro, aun sin saber qué es lo que estaba pasando.

            Cada mañana unos llantos silenciosos resuenan en las clínicas abortistas, rompiendo en mil pedazos la buena conciencia de algunos sanitarios y el alma de todas las madres. Y lo peor de todo es que ningún político se inmuta lo más mínimo y siguen con parsimonia su cálculo de rédito electoral de si “aborto, sí” o de si “aborto, no pero sí”, mientras los pequeños son separados del seno de sus mamás de forma irreparable.
 
            ¿Y por qué esa despreocupación temporal que está costando cada día la vida a miles de niños españoles y poniendo en peligro las pensiones futuras? ¿Será porque no tienen la certeza, porque no se lo acaban de creer, que un niño no nacido es un ser humano en la primera fase de su existencia? ¿Tendremos que mandar a nuestros políticos ecografías en tres dimensiones o darles el enlace de algún documental del “National Geographic Channel”? ¡Qué fuerte y vergonzoso me parece todo esto!