La otra crisis: Una espera incrédula
Jesús Asensi Vendrell. Esta mañana unos llantos desgarradores han resonado en el colegio entero, rompiendo el silencio que todo aprendizaje serio necesita. Y lo más gracioso de todo es que ningún maestro se ha inmutado lo más mínimo y han seguido impartiendo sus clases como si aquí no pasara nada. ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo, pues esos lloros desesperados tenían una clara explicación y estaban más que justificados: Unos pequeños de dos y tres añitos hacían su entrada por primera vez en la escuela y no querían separarse de sus mamás por nada del mundo.
Sin esta certeza, conocida por el equipo docente y comunicada para tranquilidad de todo el alumnado restante, las reacciones no se hubieran hecho esperar y el 112 y los bomberos hubiesen recibido decenas de llamadas de socorro, aun sin saber qué es lo que estaba pasando.